Una nueva era en la relación entre Hillary Clinton y Obama

Una nueva era en la relación entre Hillary Clinton y Obama

Foto Referencial
Foto Referencial

Después de las feroces primarias demócratas en 2008 y su lealtad al mando de la diplomacia estadounidense hasta 2013, una nueva era se abre para Hillary Clinton: con la mira puesta en las elecciones de 2016, se distancia de Barack Obama, aunque esto genere divisiones en su partido.

La exsecretaria de Estado, de 66 años, mantiene en silencio sus planes electorales. Pero todo en su actitud -conferencias, amplia gira para promocionar sus memorias, apariciones mediáticas medidas- dejan pensar que se prepara para ser nuevamente candidata a la presidencia de Estados Unidos.

Durante este verano boreal, lanzó las primeras críticas contra el mandatario con el que trabajó durante cuatro años.

En una entrevista con el semanario The Atlantic, le reprochó haber dejado en Siria un vacío “que llenaron los yihadistas”, dado que no ayudó militarmente a los opositores del presidente Bashar al Asad.

En su último libro “Decisiones difíciles” (Hard Choices), que publicó a principios de junio, ya había dejado en claro algunas diferencias.

Pero en la capital estadounidense tuvieron un fuerte impacto el tono que usó en la entrevista y el momento elegido, cuando la popularidad de Obama está por el piso y enfrenta varias crisis de excepcional intensidad: desde Ucrania a Irak.

Repitiendo críticas a menudo formuladas por los republicanos, Hillary Clinton también ironizó sobre la falta de una verdadera política internacional, refiriéndose a una frase a menudo presentada como la norma del gobierno de Obama en materia de política exterior: “No hacer idioteces”. “Las grandes naciones necesitan principios rectores; ‘No hacer idioteces’ no es un principio rector”, opinó.

La respuesta del bando de Obama no se hizo esperar y vino de David Axelrod, ex consejero y verdadero estratega de su llegada a la Casa Blanca en 2008.

“Sólo para aclarar: ‘No hacer estupideces’ quiere decir cosas como ocupar Irak, que fue una decisión trágicamente mala”, dijo en Twitter.

– “Sólida amistad” –

A Hillary Clinton, quien formó parte de un grupo de senadores demócratas que votaron a favor de la guerra en Irak -y que luego consideró que se trató un error- probablemente le llegó el mensaje: no conviene ensañarse con la gestión del 44° presidente de Estados Unidos cuando quedan dos años y medio de administración.

El hecho de que se haya tomado el trabajo de llamar al presidente demuestra que el altercado no fue irrelevante. Le prometió a Obama, de vacaciones en Massachusetts, que “nada de lo que había dicho buscaba atacarlo, o atacar sus políticas o su liderazgo”.

Su portavoz, Nick Merrill, al denunciar una agitación mediática excesiva, aseguró que la exsenadora por Nueva York estaba impaciente por aclarar las cosas de forma amistosa, con una copa el miércoles por la noche en una velada organizada en la casa de Vernon Jordan, exconsejero de Bill Clinton.

El miércoles la Casa Blanca intentó minimizar las tensiones y reconoció que existía una “diferencia en el abordaje político” de la situación en Siria, pero destacó que Clinton y Obama compartían puntos de vista “sobre la mayoría de los temas”.

“El presidente apreció su llamada telefónica, como cada vez que tiene la oportunidad de hablar con la exsecretaria de Estado”, dijo Eric Schultz, portavoz adjunto de la Casa Blanca.

Más allá de la entrevista, las cicatrices de 2008 no parecen haberse cerrado del todo. Tanto por la llamada a Obama como por la velada organizada en una residencia distinguida de Martha’s Vineyard, isla exclusiva frente al Cabo Cod, el episodio ilustra los equilibrios que debe realizar la exprimera dama si inicia una nueva carrera hacia la Casa Blanca.

Pero entonces, ¿cómo hacer para que su música suene distinta a la de Obama sin que ello se interprete como un cálculo frío contra un presidente que vive una importante caída de popularidad?

En una entrevista conjunta en enero de 2013, los dos ex rivales habían mostrado una cierta complicidad.

“Considero que mi amistad con Hillary es sólida”, había dicho Obama, quien en 2008 arrebató a Clinton la candidatura demócrata luego de una campaña encarnizada. “Pienso que hay entre nosotros una forma de comprensión que a veces puede incluso prescindir de las palabras”, había acotado Clinton.

Los dos próximos años -durante los cuales se mirará con lupa hasta el mínimo intercambio entre ellos- podrían hacer peligrar lo que la propia Clinton calificó de relación “cálida”. AFP

Exit mobile version