Un hedor macabro planea sobre el zoo Al Bisan en la Franja de Gaza, donde se mezcla el olor a putrefacción con los efluvios de las jaulas abandonadas desde hace semanas, debido a la ofensiva israelí en el territorio palestino. AFP
Unos leones todavía vivos pero aturdidos buscan un poco de sombra en su parcela. Cerca de allí, los esqueletos de dos monos se pudren en la hierba.
Un pelícano acosado por las moscas se acurruca en la esquina de otra parcela vallada que comparte con un pato y un pequeño cocodrilo, inmóvil pero vivo, tumbado en unos pocos centímetros de agua estancada. En otra parte, un babuino apático convive con el cadáver disecado de un compañero.
Como tanto otros lugares, el zoo y el pueblo turístico de Al Bisan en el que se encuentra, en el norte de la ciudad de Gaza, han sufrido las desgracias de la guerra.
El gobierno del movimiento islamista Hamas hizo construir el pueblo en 2008 para entretener a la población de este territorio sometido al bloqueo israelí, donde las penalidades son muchas y las distracciones pocas. Las familias gazatíes venían para vez a los animales más o menos exóticos o a relajarse un rato en la cafetería.
Los leones y otros muchos animales tuvieron que ser importados. Entraron por los mismos caminos que tantas otras mercancías como las armas: los túneles que unen la Franja de Gaza a Egipto, antes de que Egipto empezara a destruirlos tras la destitución el año pasado del presidente Mohamed Mursi, aliado de Hamas.
“Era magnífico antes de la guerra”
Al Bisan ya no tiene nada de divertido. Los cadáveres de animales yacen entre vallas desmanteladas por los ataques y restos de lanzacohetes, que podrían explicar por qué el parque ha sido blanco de los bombardeos.
“Realmente era magnífico ante de la guerra aquí. Había árboles, mucho verde, palmeras. Era un sitio para los niños, con juegos y zonas de recreo para las familias”, dice el guardia del zoo Farid al Hissi.
Farid logró el trabajo gracias a su experiencia de guardia de zoo en el sur de Israel y porque ama a los animales. Está conmocionado.
“Han muerto ocho monos. Y una avestruz. La jaula de los leones está devastada y el zoo completamente destrozado”, lamenta.
Los bombardeos han aplastado los locales administrativos y arrancado las palmeras que bordeaban el camino que lleva a los animales. El techo de la jaula de los leones se ha derrumbado y ahora “parece una cárcel”, dice.
Silenciosos, un león y una leona no se mueven salvo cuando Farid les tira dos pollos muertos. A poca distancia, siete perros salvajes dan vueltas en una parcela repugnante de tres metros por tres.
El zoo no ha servido de base para los combatientes palestinos que dispararon cohetes, asegura. Sin embargo, dispositivos de lanzamientos de cohetes se vislumbran en los alrededores del parque, cerca de un edificio también golpeado por los ataques israelíes.
“Puede que hubiera una base en los alrededores de Al Bisan o cerca”, pero en cualquier caso no el pueblo en sí, dice el director Shadi Hamas.
Otro zoo, el de Jabalia al norte de Gaza, ha evitado los bombardeos. Finalizado hace seis meses, presenta palomas, seis leones y un pastor alemán en jaulas. También pasaron por los túneles para llegar.
Pero los animales no han quedado indemnes.
“Es el ruido que realmente afectó aquí a los animales. El ruido de las bombas los ha aterrado”, indica el director Aamir Bu Wardda. “Cuando los pájaros oyeron los bombardeos les dio un ataque de pánico y empezaron a golpearse contra las barras, algunos acabaron muertos”.