El suministro de crudo y derivados venezolanos a sus aliados bajo los pactos energéticos que creó el fallecido presidente Hugo Chávez se desplomó en el 2013 a mínimos de los últimos cinco años en medio de la crisis económica que azota al país sudamericano, según datos de la estatal Petróleos de Venezuela.
Los envíos enmarcados en acuerdos de cooperación regional cayeron 11 por ciento a 243.000 barriles por día (bpd), poniendo de manifiesto las dificultades del país y de PDVSA para mantener en pie un puñado de convenios concebidos por Chávez para ayudar a sus socios y esparcir su influencia política.
Varios son los factores para esta caída: una producción petrolera en declive, débil crecimiento económico, una vapuleada red de refinación y acuerdos de financiamiento con China que desvían una parte de los despachos del país socio de la OPEP.
En medio de esto, muchos beneficiaros de estos acuerdos se han visto obligados a recurrir al voraz mercado abierto.
En lo que va del año, países desde Jamaica hasta Argentina que tienen pactos de suministro con Venezuela han comprado 140 embarques de crudo, componentes de refinación y combustibles en el mercado abierto, según información recopilada por Reuters.
Más de dos tercios de los cargamentos fueron a parar a Ecuador, cercano aliado de Venezuela.
Las transacciones, que están saturando la renta de tanqueros en la cuenca Atlántica, suponen precios mayores y condiciones de venta menos ventajosas que los acuerdos con Venezuela.
Petrocaribe, nacida en el 2005 bajo el abrigo de Chávez, permite a sus miembros pagar en efectivo 40 por ciento de los envíos, mientras que el restante 60 por ciento se puede financiar a 25 años con tasas de interés bajas o mediante pagos con productos que van desde arroz hasta pantalones de jean.
En total 21 países se han adherido a estos pactos, incluyendo Petrocaribe, el Acuerdo Energético de Caracas y varios acuerdos bilaterales.
Pero los problemas operacionales y financieros de PDVSA han creado obstáculos, obligando a la petrolera a comprar derivados para poder cumplir con el suministro a sus aliados.
“(Venezuela) está importando una gran cantidad para cubrir su propia demanda interna, por lo que la compra de volúmenes adicionales para ayudar a esos países es insostenible”, dijo un agente involucrado en el suministro de combustible a Venezuela.
Mientras el Gobierno del presidente Nicolás Maduro intenta que los acuerdos no se desvanezcan, firmas estadounidenses con amplios inventarios de gas natural acechan en busca de nuevos negocios en la región.
El Gobierno de Estados Unidos también podría beneficiarse de la situación en su intento de recuperar su influencia en Latinoamérica y el Caribe.
El vicepresidente estadounidense, Joe Biden, anunció el mes pasado la Iniciativa para la Seguridad Energética del Caribe, un plan para reducir la dependencia de la región de los “costosos combustibles y electricidad importados”, con la promesa de financiar proyectos para generar energía.
Y Overseas Private Investment Corp., un ente del Gobierno de Estados Unidos que financia el desarrollo, está en discusiones con inversores para la ejecución de proyectos energéticos en el Caribe, dijo un alto funcionario del Departamento de Estado.
BARRILES CHINOS
Del total de barriles que Venezuela envía a China -que ahora es el primer destino de sus exportaciones petroleras-, 485.000 bpd son entregados para pagar millonarios créditos desembolsados por el gigante asiático al país, lo que deja cada vez menos volúmenes disponibles para aliados regionales.
La cuota máxima que los miembros de Petrocaribe podrían recibir suma 377.000 bpd según PDVSA, aunque el año pasado se enviaron 134.000 bpd menos que eso.
Dominica, Honduras, Paraguay y Bolivia no recibieron un solo barril de Venezuela el año pasado, agregan los números de PDVSA.
Argentina, que sorteó una profunda crisis energética en el 2002 gracias, en parte, al petróleo venezolano, vio en 2013 cómo los despachos desde Venezuela se redujeron en la mitad.
El ministro de Petróleo, Rafael Ramírez, ha negado los señalamientos de que Venezuela está proveyendo menos productos a sus socios de Petrocaribe, insistiendo en que esos envíos fluctúan de acuerdo a las necesidades de cada país.
“Son nominaciones (solicitudes) mensuales y los países tienen una cuota. A veces la piden toda, a veces no es necesario, a veces no tenemos disponibilidad. Varía y ellos saben que es así”, dijo Ramírez en junio.
Pero ese no parece ser el caso de los países que se han volcado al mercado abierto, algunos por primera vez en años, de acuerdo a documentos vistos por Reuters.
Aunque los gobiernos y las petroleras estatales no publican datos de licitaciones realizadas en el opaco mundo del comercio de crudo al contado, los intermediarios dicen que las compras -que tienden a pactar precios mayores que en contratos de suministro de mediano y largo plazos- están en auge.
PDVSA y otras empresas estatales de la región no respondieron a las solicitudes de información de Reuters.
COMPRANDO A OTROS PROVEEDORES
La petrolera estatal argentina YPF está comprando en el mercado abierto una porción cada vez mayor del diésel y el fuel oil que usa Argentina para generar electricidad, según documentos de oferta. Esto ha aumentado el peso de los subsidios que costea el Gobierno en momentos en que el país entra de nuevo en una cesación de pagos.
“Argentina ha accedido a pagar este año hasta 20 dólares por millón de BTU para las importaciones de GNL (Gas Natural Licuado), frente a un precio internacional de 16-18 dólares”, dijo un operador. “Pero los consumidores no lo notan debido a los subsidios”.
Un portavoz de YPF dijo que los aumentos en los precios domésticos son el resultado de mayores costos, pero declinó a ofrecer más detalles.
Este año, Uruguay ha comprado en el mercado abierto al menos 1 millón de barriles de crudo cada trimestre, después de que los suministros de PDVSA cayeran un 15 por ciento el año pasado.
Los despachos venezolanos han declinado incluso hacia países donde PDVSA tiene activos de refinación como Jamaica y República Dominicana, exponiéndolos a los intermediarios.
Ecuador, que enfrenta prolongados trabajos de modernización en su principal refinería, ha comprado más de 70 cargamentos de nafta y 30 de diésel este año, después de que un acuerdo de intercambio con Venezuela cayera a unos 2.000 bpd el año pasado, desde los 49.000 bpd que se despacharon en el 2008.
Chávez fue un fiero crítico de lo que llamó los “intermediarios usureros” que comerciaban con el Caribe y pequeños países de Centro y Sudamérica.
Iniciativas como Petrocaribe fueron creadas para limitar el rol de los agentes comerciales que inflan los costos de importación para la región. Pero ninguno de estos acuerdos energéticos ha podido prescindir completamente de ellos.
Bolivia también está en apuros. Solía importar la mayoría de su diésel de Venezuela, pero los envíos se contrajeron y Chile se convirtió en su principal proveedor. Esto ha exacerbado la presión fiscal sobre los subsidios a los combustibles, que el año pasado superaron los 1.000 millones de dólares, o el 3,4 por ciento de su Producto Interno Bruto (PIB).
El presidente Evo Morales ha intentado subir los precios de los combustibles de uso automotor -congelados desde 2001- en varias oportunidades, pero las protestas se lo han impedido.
“Cualquier reducción en los envíos de diésel del gobierno venezolano, que era el principal suministrador, va a afectar al presupuesto público boliviano”, dijo Marco Gandarillas del Centro de Documentación e Información de Bolivia (CEDIB).
Otras naciones como Guatemala nunca han logrado recibir suministros de Venezuela en medio de quejas por las condiciones de pago y desacuerdos políticos.
Sin embargo, no todos los países han sufrido recortes. Los envíos a Cuba y Nicaragua, dos de los más estrechos aliados del Gobierno socialista de Maduro, se han mantenido: unos 130.000 bpd en conjunto en el 2013, según PDVSA.
Y en Estados Unidos la firma Citizens Energy Corp renovó en febrero por noveno año consecutivo un programa que reparte unos 620.000 barriles de combustible para calefacción a familias de bajos recursos. Los productos, que son vendidos en condiciones favorables, provienen de Citgo, la unidad refinadora de PDVSA en el país del norte.
MALESTAR ECONÓMICO
Los crecientes acuerdos con China que involucran pagos con petróleo y los generosos esquemas de crédito previstos en los acuerdos regionales han creado un serio problema de flujo de caja para Venezuela, que lucha para contener una inflación que supera el 60 por ciento y una prolongada escasez de bienes básicos.
En esas circunstancias, los convenios petroleros con aliados parecen un lujo que Venezuela no puede ya permitirse, sobre todo si el país se ve forzado a refinanciar deudas e incluso a condonarlas, como sucedió con Haití y Nicaragua.
PDVSA informó en su reporte que las cuentas por cobrar correspondientes a acuerdos energéticos aumentaron nuevamente el año pasado a 6.090 millones de dólares, desde los 5.300 millones de dólares del 2012 y los 3.250 millones de dólares del 2011.
Mientras tanto, la estatal venezolana no cobró en efectivo en el corto plazo al menos un tercio de sus exportaciones del año pasado, a medida que un mayor volumen de petróleo se destina al pago de deudas con China, según cálculos de Reuters basados en las cifras de los últimos estados financieros de la firma.
Esta es una preocupación medular para un país cuyas exportaciones petroleras están aportando el 96 por ciento de los dólares que alimentan su economía.
“Mientras la propia Venezuela está comprometiendo más barriles para China e importando al menos ocho cargamentos mensuales de nafta, diésel y gasolina para su mercado interno, Jamaica, Uruguay y Argentina están licitando para importar combustibles”, dijo un comerciante involucrado en las compras.
Reuters