En Venezuela los precios suben a diario, la actividad económica se detiene y los bienes desaparecen, pero nada se puede mesurar y comprobar oficialmente desde que el Banco Central comenzó a retacear las estadísticas, un bloqueo que en algunos casos ya supera los seis meses, reseña Correo del Caroní.
Expertos y analistas hablan de “intencionalidad política” en el manejo de estadísticas, advierten la “destrucción de la credibilidad” e incluso evocan el fantasma argentino, donde la manipulación llevó al surgimiento de estadísticas paralelas privadas para tratar de descubrir dónde estaba parada la economía.
Los datos de inflación -que deben divulgar el Banco Central de Venezuela (BCV) y el Instituto Nacional de Estadística (INE)- ya acumulan un retraso de 50 días, dado que el último índice fue el de mayo, cuando en términos anualizados rozó 61 por ciento, la mayor del hemisferio americano.
Ninguna fuente oficial ha dado explicaciones sobre las demoras pese a los reclamos de economistas, de partidos políticos y de periodistas.
“Esto destruye la credibilidad del Banco Central. Desde que se calcula la inflación no ha habido un retraso de este tipo” alerta el economista y catedrático José Guerra, exgerente de Investigaciones Económicas del BCV.
El único episodio similar había ocurrido a finales de 2013, cuando el gobierno -en pleno pico inflacionario- retuvo los datos de noviembre durante un mes hasta pasar el desafío de unas elecciones municipales que la oposición intentó presentar como un plebiscito sobre el heredero político de Hugo Chávez.
Sin voluntad
Medio año después “el gobierno no ha querido hacer públicas las cifras de inflación de 5,5 y 5,2 por ciento para junio y julio”, estima Guerra al citar datos proporcionados por técnicos del BCV.
El BCV -agrega Guerra- forma parte del Sistema General de Divulgación de Datos del Fondo Monetario Internacional, por lo que está obligado a promover la calidad de los datos, su difusión y el desarrollo de sistemas estadísticos.
Según el economista Francisco Ibarra, director de la firma Econométrica, “poco a poco se ha dado vuelta a las estadísticas para darle intencionalidad política. No se puede ocultar la inflación, la gente lo percibe en la calle”, asegura.
Este “desgaste institucional” provocará “algo similar como a Argentina, donde hay índices (de inflación) paralelos”. No obstante, señala, “tarde o temprano el Fondo Monetario Internacional le jalará las orejas a Venezuela porque una cosa es que tú quieras ser un renegado y otra es que ocultes información”.
La escasez empieza por la estadística
La pertinaz y extendida escasez de bienes básicos es otro aspecto de la economía, pero sus índices desaparecieron hace cuatro meses mientras los venezolanos pasan horas y horas en largas filas, o recorren las ciudades de este a oeste en procura de papel de baño, agua embotellada, azúcar, aceite o medicamentos para la tensión arterial, expediciones la mayoría de las veces inconducentes.
El último informe del BCV sobre la escasez se remonta a marzo, cuando reseñó que había 19 rubros de consumo básico con “serios problemas de abastecimiento”. En ese mes la ausencia de aceite de maíz en los supermercados y comercios fue de 100 por ciento, mientras que otros productos como la harina de trigo o la leche, no se conseguían en 9 de cada 10 establecimientos.
El ocultamiento de datos “no ayuda a la economía”, dice Francisco Ibarra. “Al único que cree favorecer el BCV es a las intenciones del Gobierno de ocultar una situación difícil”.