A pesar de que el Gobierno le declaró “la guerra a las colas” de los supermercados hace dos semanas, ayer se formaron largas filas en los Abastos Bicentenario de la avenida Bolívar y El Trigal, porque varias cajas registradoras no estaban operativas para que los compradores cancelaran sus productos.
Aunque en El Trigal un trabajador vestido de rojo solo dejaba ingresar a aquellos ciudadanos cuyo terminal de cédula se ubicara entre 5 y 9, se observaron dos extensas colas en cada extremo del establecimiento comercial -que superaba los 20 carritos cada una- para poder adquirir café, caraotas, arroz y otros alimentos a precio regulado.
El proceso para comprar tres kilos de harina de maíz y cuatro de café era más complicado en el Bicentenario de la avenida Bolívar Norte. Primero, el cliente debía registrarse en un sistema para evitar que éste repita la compra en un lapso de siete días; y posteriormente, podía pasar por la caja para pagarlos.
Mientras tanto, los trabajadores de esta cadena de supermercados del Gobierno desconocen cuándo serán instaladas las máquinas captahuellas, solo saben que “van a llegar” en los próximos días.
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