El rechazo al matrimonio entre personas del mismo sexo manifestado por la ecologista Marina Silva, favorita para ganar las elecciones de octubre en Brasil, causó hoy una primera deserción en sus propias filas y metió el asunto de lleno en la campaña electoral.
Eduardo Davis/EFE
La polémica comenzó con la inclusión de un supuesto apoyo de la candidata al casamiento entre homosexuales en el programa de gobierno que ella misma y el Partido Socialista Brasileño (PSB) presentaron el pasado viernes, pero negado al día siguiente para aclarar que sólo se refería a la unión civil.
“Fuimos sorprendidos” con el cambio, declaró hoy el hasta ahora coordinador de asuntos homosexuales de la campaña de Silva, Luciano Freitas, un reconocido activista de los movimientos gay en el país, quien confirmó que ha dimitido.
La baja de Freitas siguió a la del secretario general del PSB, Carlos Siqueira, quien abandonó la campaña por otras discrepancias con Silva, nombrada candidata hace sólo veinte días, tras la muerte en un accidente aéreo del anterior abanderado, Eduardo Campos.
Silva explicó el cambio en el programa como la “corrección de un error”, pues dice respaldar la unión civil homosexual y no el casamiento, que, en su opinión, sólo puede permitirse entre hombres y mujeres.
“El casamiento es para personas de sexos diferentes” y “no hay en eso ningún tipo de discriminación”, dijo Silva, ferviente evangélica que justifica esa posición en sus creencias religiosas.
La unión civil fue consagrada en Brasil por una decisión de 2013 del Consejo Nacional de Justicia, pero el Congreso no ha legislado sobre el casamiento como exigen los colectivos homosexuales.
Coincidencia o no, el cambio siguió a fuertes manifestaciones de líderes de iglesias pentecostales, que acusaron a Marina Silva de haberse “burlado” de los principios que postula esa religión.
Se calcula que unos 20 millones de personas profesan en Brasil la fe evangélica y que existe un número similar de homosexuales.
Según todos los sondeos divulgados en las últimas dos semanas, ninguno de los candidatos superará el 50 % de los votos en la primera vuelta del 5 de octubre y será necesaria una segunda, el día 26 de ese mismo mes.
En ese caso, las encuestas dicen que Silva vencerá a la actual presidenta y candidata a la reelección, Dilma Rousseff, con una diferencia de 5 a 10 puntos porcentuales.
La controversia dentro de la campaña de Silva por el casamiento homosexual y la alteración del programa fue aprovechada este lunes por Rousseff, tras concluir un debate televisado que reunió a los siete principales candidatos a la presidencia.
“No creo que se deba cambiar de propuestas, sobre todo cuando se habla de derechos y más si se trata de homofobia, que es una ofensa para Brasil”, declaró Rousseff después del debate, que giró en torno a asuntos económicos y en el que casi no se tocó el casamiento gay.
La única candidata que incidió en el tema fue Luciana Genro, del Partido Socialista y Libertad (PSOL), quien comparó el cambio en el programa del PSB con otras “contradicciones” económicas y políticas que dice observar en las propuestas de Silva.
“Esa propuesta de casamiento igualitario no duró ni 24 horas”, dijo Genro, quien alertó de que eso mismo podría pasar con otras de las ofertas que Silva le ha presentado al electorado.
Cuando se anunció el programa de Silva, hasta algunos políticos que no apoyan su candidatura celebraron su posición en referencia al matrimonio entre personas del mismo sexo.
Uno fue el diputado Jean Wyllys, también del PSOL pero además un conocido defensor de los derechos de los homosexuales, quien tras el cambio acusó a Silva de haber “jugado con la esperanza de millones de personas” en plena campaña. “Y eso es cruel, candidata”, afirmó.
Por otro lado, hubo reacciones también entre los evangélicos que comparten la opinión de Silva y habían criticado la primera versión de su programa de gobierno.
“El activismo gay está en cólera con Marina. Empiezo a estar satisfecho. No estamos aquí para tragarnos la agenda gay”, publicó en una red social el pastor Silas Malafaia, influyente líder de la Asamblea de Dios, la iglesia evangélica con más fieles en el país y a una de cuyas vertientes pertenece la propia Silva. EFE