Ali Hussein Kadhim volvió a nacer. Sobrevivió a la matanza de 700 soldados chiítas cometida en junio por los terroristas islámicos en Irak. El conmovedor relato del joven.
Hussein Khadim explicó por qué se unió al Ejército, en un momento de desesperación y extrema pobreza: “No tenemos nada. Ni trabajo, ni salario, ni tierra… nada. Entonces, ¿adónde podía ir?” se pregunta el joven ante la cámara del diario norteamericano The New York Times. “Así fue que me enrolé en el Ejército”.
Fue el 1° de junio en Camp Speicher, antigua base militar norteamericana cerca de Tikrit y a dos horas al norte de Bagdad. Su experiencia militar no duraría mucho. Menos de dos semanas. A los doce días, se encontraría “desfilando” en el desierto, capturado por el Estado Islámico, camino a su muerte.
“Estábamos esperando que vinieran por nosotros. Nuestra moral estaba muy baja”, recuerda ahora el joven. Hussein Khadim explica los movimientos desesperados que hicieron en el campamento para evitar ser tomados por yihadistas y eludir, así, una ejecución segura. “Nos cambiamos la ropa por prendas civiles antes de dejar la base”. Querían despistar a los terroristas. Pero no fue suficiente.
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