Los tradicionales paseos en carruaje en Cartagena, joya turística de Colombia, están en entredicho estos días luego de la caída y muerte de varios caballos, agotados bajo el sol del Caribe.
En menos de una semana, un caballo murió por paro cardiorrespiratorio en plena vía del barrio de Bocagrande y otro se desplomó cuando transportaba visitantes en el mismo sector, engrosando una lista ya larga.
“Los caballos no tienen la altura suficiente ni el peso corporal para llevar estos coches, que alcanzan hasta una tonelada, sin contar a las personas que se suben en él”, dice a la AFP Adriana Quiñones, directora de la Fundación Equino.
Esta activista por los derechos de los animales asegura en que “algunas pesebreras quedan a hora y media de donde empiezan los recorridos”, lo que aumenta la fatiga de los caballos. Además, enfatiza que muchos tienen las herraduras gastadas o demasiado pequeñas para su tamaño.
De su lado, los dueños de los coches, y también los conductores, niegan que lo ocurrido esté relacionado con su actividad, sustento de decenas de familias.
“A ese caballo del otro día le dio un paro, así como les da a los humanos. Algo totalmente normal”, señala John Castelar, un cochero de 34 años, mientras espera nuevos clientes en el centro histórico de la ciudad amurallada.
El funcionamiento de los carruajes está regulado en Cartagena por el decreto 0656 del 3 de junio de 2014, que impone un horario de trabajo a los animales de 17H00 a 23H00 con un descanso intermedio.
La norma pide la implementación de microchips para los equinos, un peso mínimo de 350 kilos y un rango de edad de entre cuatro y ocho años. Los activistas destacan la reglamentación pero aseguran que no se aplica porque las autoridades no la conocen.
– “Matacaballos” –
“Los ‘animalistas’ sólo se quejan, nos insultan. Nos llaman ‘matacaballos'”, dice Castelar, un hombre de contextura gruesa, con una gran cicatriz que atraviesa su nariz. “Dicen que no les damos comida, que los tratamos mal pero ahí están tranquilos”, afirma mientras a su lado los caballos se alimentan de recipientes de plástico.
Sin embargo, un veterinario que revisó en diciembre a varios caballos de Cartagena, quien pidió no ser identificado, aseguró que la calidad de la comida “es pésima”.
“Si se evaluara de uno a cinco la condición corporal, donde uno es esquelético y 10 con sobrepeso, ninguno de los 20 caballos que revisé superan la calificación de cinco”, señaló a la AFP.
Además, dijo que los equinos tienen problemas en la piel, provocados por el roce de los arneses y la temperatura de hasta 40ºC de la ciudad.
Por su parte, los cocheros piden que se respete una labor de la que dependen unas 800 personas, entre dueños de coches, conductores y trabajadores de las pesebreras, de acuerdo con Julio Martínez, presidente de la Asociación de Cocheros de Cartagena.
Según Martínez, muchas pesebreras están cerca del inicio de los recorridos y, además, “los cocheros hicieron cambios en las instalaciones para que tuvieran techo, paredes y cama”.
Los cocheros tienen plazo hasta diciembre para cumplir los requisitos del decreto de junio. Pese a varios llamados de atención de la Procuraduría, ente encargado de vigilar a los funcionarios, la Alcaldía de Cartagena anunció que no suspenderá la actividad.
Por Paula CARRILLO/AFP