Inclinada sobre una gran olla de metal mientras perros y gatos hambrientos miran con desesperación, Claudina Enrique, de 76 años, corta en pedazos un chivo para darle de comer a unos 200 escolares. Aquí, en el noreste de Colombia a lo largo de la frontera con Venezuela, los chivos son algunos de los pocos animales que sobreviven en el árido y polvoriento paisaje. La mayor parte de la comida que se consume en la región se trae de otras partes, y en estos tiempos es difícil de conseguir, reseña El Nuevo Herald.
Jim Wyss
jwyss@miamiherald.com
El gobierno de Venezuela persigue a los contrabandistas que venden los artículos baratos y controlados del país de este lado de la frontera. El gobierno ha decomisado enormes cargas con alimentos de todo tipo, desde papas hasta arroz. Sin embargo, esos controles tienen consecuencias imprevistas en el estado de la Guajira, donde viven algunas de las poblaciones más vulnerables de Colombia.
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