Han pasado casi tres meses desde que la británica de origen iraní Ghoncheh Ghavami fue detenida en Teherán tras asistir a un partido de voleibol masculino. Fue el 20 de junio en un juego por la Liga Mundial de este deporte. Irán venció a Italia en un estadio repleto de aficionados que celebraron el triunfo contra la medallista de bronce de los pasados Juegos Olímpicos en Londres, publica La Nación.
La alegría de Ghavami, de 25 años, se transformó en angustia cuando fue detenida y llevada a una comisaría.
En principio fue dejada en libertad, pero cuando regresó unos días más tarde para recoger sus pertenencias fue arrestada y trasladada a la prisión de Evín, conocida por ser el destino de los reclusos políticos. Desde entonces ha pasado 87 días detenida, 41 de los cuales los pasó en régimen de aislamiento.
Los cargos
La orden que prohíbe a las mujeres presenciar encuentros de fútbol entró en vigencia en 1979 y se extendió a los de voleibol en 2012, según informó Amnistía Internacional.
Amnistía Internacional y otros movimientos realizan campañas pidiendo la liberación de Ghoncheh Ghavami y el acceso de mujeres a los recintos deportivos.
La organización de defensa de los derechos humanos explicó que el debate sobre la prohibición se había reactivado unos días antes cuando se les permitió a las mujeres de la delegación brasileña el acceso al estadio para el partido entre su selección e Irán el 13 de junio.
Las mujeres iraníes no pudieron pasar.
A raíz de esta discriminación, decenas de mujeres y hombres se congregaron delante del estadio Azadi de Teherán para reclamar el derecho a la igualdad de acceso para todos durante el partido frente a Italia.
Su hermano, Iman Ghavami, aseguró a la BBC que ella “sólo había ido al estadio a mirar el juego”.
Las mujeres iraníes no tienen problemas de seguir a las selecciones de su país cuando juegan en otros países.
“Está viviendo una pesadilla. Todos queremos que acabe”, pidió Iman Ghavami.
Esta semana las autoridades iraníes presentaron formalmente cargos contra Ghoncheh acusándola de propaganda contra el Estado. La cancillería británica es consciente de la situación, pero advirtió que su capacidad para asistir a ciudadanos británicos en dificultades “es limitada” en Irán y que es “poco probable que permitan cualquier acceso consular”.
El caso tampoco se incluyó en la agenda de la conversación que sostuvo el primer ministro británico, David Cameron, y el presidente de Irán, Hassan Rouhani, durante la Asamblea General de Naciones Unidas, en Nueva York.