Dilma Rousseff, la primera mujer presidenta de Brasil, lucha por la reelección

Dilma Rousseff, la primera mujer presidenta de Brasil, lucha por la reelección

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Exguerrillera presa en la dictadura, la primera mujer presidente de Brasil, Dilma Rousseff, de 66 años, busca la reelección en las presidenciales de octubre. AFP/Por Yana MARULL

Cuando el 1 de enero de 2011 recibió la banda presidencial de su padrino político, el popular Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), los brasileños apenas la conocían.





Nunca había disputado un cargo público en elecciones, siempre había preferido cargos gerenciales. En el gobierno de Lula fue su fiel ministra de Energía entre 2003 y 2005 y jefa de gabinete entre 2005 y 2010.

Rousseff se enfrentará con su rival socialista Marina Silva en las elecciones del próximo domingo, para las que cuenta con 13 puntos de ventaja sobre su rival. En un posible balotaje el 26 del mismo mes, ambas están empatadas técnicamente teniendo en cuenta el margen de error (47% para Rousseff contra 43% para Silva).

– Mano de hierro –

Los brasileños se acostumbraron pronto a su voz fuerte y estilo gerencial de “dama de hierro” que no se reprime en corregir a sus ministros en público y que conoce hasta el más técnico de los detalles de cada programa de su gobierno. Nada que ver con el carismático Lula, que hacía reír a la platea con sus ocurrencias y despertaba la veneración de una estrella de rock.

Rousseff raramente muestra su cara más íntima y personal: una ávida lectora que no consigue dormir sin leer, seguidora de la serial televisiva ‘Game of Thrones’, supersticiosa, que no duda en escaparse de incógnito, en moto o a pie, a la mínima oportunidad, sea cual sea el lugar del planeta.

En sus raras referencias al período de la dictadura y a sus excompañeros de lucha, algunos fallecidos, se ha emocionado y dado muestras de dignidad.

“En mi vida, enfrenté situaciones del más alto grado de dificultad, agresiones que llegaron al límite físico, y nada me sacó de mi rumbo, de mis compromisos ni del camino que tracé para mí misma”, declaró tras ser insultada en el estadio durante la inauguración del Mundial de fútbol en junio.

Dilma Vana Rousseff nació el 14 de diciembre de 1947 en Belo Horizonte (sureste), hija de un inmigrante búlgaro, Pedro Rousseff, y la profesora Dilma Jane da Silva: una familia de clase media, que desde muy joven le inculcó la lectura de Balzac, Zola y Dostoievski.

En su juventud, Rousseff integró dos organizaciones armadas clandestinas de oposición a la dictadura (1964-85), el Comando de Liberación Nacional (Colina) y la Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares (VAR Palmares). Los disidentes la conocían por sus alias: Estela, Vanda o Luiza.

A los 22 años, fue torturada y pasó casi tres años en la cárcel. El juez del tribunal militar la llamó “papisa de la subversión”, revela el periodista Ricardo Amaral en una biografía de la mandataria.

El libro, publicado un año después de su llegada al poder, develó una fotografía en blanco y negro que nadie había visto de la presidenta: una desafiante Rousseff a los 22 años, frente a sus jueces militares, tan joven y a la vez tan fuerte.

Formada en economía, Rousseff tiene una hija, Paula, y un nieto de cuatro años.

Rousseff se divorció del padre de Paula, Carlos de Araújo, su segundo marido, después de 30 años de una relación que sobrevivió a la prisión de ambos en la dictadura.

– “Algo diferente” –

Con Araújo, la presidenta participó de la fundación del Partido Laborista Brasileño (PDT, del legendario caudillo Leonel Brizola), creado en 1979, aunque en el 2000 lo abandonó y se sumó al Partido de los Trabajadores (PT) de Lula. Durante años ocupó cargos en el gobierno de Porto Alegre (sur), donde vivió buena parte de su vida.

Lula la integró a su gobierno cuando empezó su primer mandato en 2003. Su encuentro, lo describe así el exmandatario: “Apareció una compañera con un computadorcito en las manos. Comenzamos a discutir y percibí que había algo diferente en ella. Entonces pensé: ‘Creo que ya encontré a mi ministra de Energía”.

El escándalo por compra de votos a políticos aliados del PT pulverizó la dirigencia del partido e impulsó a Rousseff al primer plano del gobierno. Lula la nombró ministra jefe de gabinete.

En 2009, antes de la campaña que la llevaría a la presidencia, le fue diagnosticado un cáncer linfático, pero desde su tratamiento ese mismo año los médicos la consideran curada.