¿El objetivo? El silencio. ¿El metodo? la persecución y amedrentamiento. Estas son la fórmulas usadas sistemáticamente durante estos últimos quince años y que se han convertido en la estrategia del gobierno venezolano para que el mundo no se entere de lo que está sucediendo frontera adentro, y así sus funcionarios puedan recorrer tranquilos países del primer mundo, para hablar del clima, de las maravillas de la revolución, de como salvar al planeta y otras tonterías propias de quienes no tienen nada bueno que decir porque nada bueno han hecho.
En los últimos quince días la lista de presos y perseguidos se ha abultado considerablemente. El gobierno ordenó la detención del Presidente del Colegio de Médicos del Estado Aragua, Ángel Sarmiento, por sus declaraciones sobre la muerte de ocho venezolanos en un hospital de Aragua y el alerta que emitió a la opinión pública sobre la situación de salud en Venezuela. La policía política (SEBIN) se llevó de “paseo” a su sede, al Presidente de Conindustria, Eduardo Garmendia, por sus declaraciones sobre el virus Chikunguya y también se llevaron de su casa a Rusvel Gutiérrez, presidente de la Cámara de Comerciantes y Agentes Aduanales, por sus declaraciones sobre el retraso en la llegada de medicinas al país.
Nueve personas en Barquisimeto y seis en Caracas quedaron privados de libertad luego de las protestas del 12 de septiembre y se le suman tres trabajadores de Sidor, quienes habrían sido acusados por supuestamente estar planificando un sabotaje en un departamento de la empresa, según una llamada “anónima” que habrían recibido funcionarios del SEBIN. También se supo que el Director de la ONG “Un mundo sin Mordaza” Rodrigo Diamanti, quien fuera detenido en el aeropuerto de Maiquetia sin orden de aprehensión el pasado mes de Mayo y presentado en tribunales, fue citado a la fiscalía nuevamente para declarar el pasado jueves e interrogado durante varias horas.
A todo esto hay que sumarle la represión y amordazamiento de los medios de comunicación independientes, prácticamente asfixiados por el terrorismo que ejercen desde el poder contra ellos. Pero no sólo los medios nacionales acusan recibo de las violaciones a la libertad de expresión. También los medios internacionales reciben “lo suyo”. El 18 de septiembre Maduro acusó de “terrorismo psicológico” y “terrorismo mediático” a El Nuevo Herald” de Miami y las cadenas de televisión CNN En Español y NTN24 por haber informado sobre las muertes ocurridas en el Hospital Central de Maracay. La señal de NTN24 por Internet fue bloqueada desde Venezuela. La caricaturista venezolana del Diario El Universal, Rayma Suprani, fue despedida después de publicar una caricatura sobre la situación del sistema de salud en Venezuela, haciendo un símil con la firma del fallecido Hugo Chávez.
Yo no se sí ustedes se han hecho la pregunta de ¿hasta donde el gobierno va a estirar la liga antes de que se ponga tan delgada que se rompa? Porque imagine usted que lo van moldeando, estirando y estirando, entre el desabastecimiento de alimentos, la inflación, la inseguridad, la escasez de medicamentos, los problemas con la luz, el agua, el gas, la gasolina, el internet que no llega y otras calamidades particulares de cada quien, y además, le quitan el derecho de estar informado, de protestar, o simplemente de pararse en una plaza pública y gritar a todo cañón: “estoy harto de este gobierno que no gobierna, corrupto, mentiroso y marginal”, porque podrían llevarselo insofacto por intentar “desestabilizar la paz pública”. Por decir la verdad y desenmascarar al gobierno día a día, tienen preso a Leopoldo López.
En la medida en que se hace mas evidente que esta crisis rebasa la capacidad del gobierno para solucionar no sólo los graves problemas que nos aquejan sino los del día a día, crece la represión y persecución, crece el show mediático, crece el discurso “Disney” de la Venezuela chévere que ni ellos mismos se creen y crece la impaciencia de su propia gente, la base chavista, que poco a poco se está dando cuenta que el gobierno no tiene la capacidad de resolver sus problemas, porque se comieron la gallina de los huevos de oro y ahora sólo queda racionar lo que hay, someter al “pueblo” para que se acostumbren a lo poco y malo que le ofrecen y seguir acusando a la oposición de todas las calamidades, como si ellos no tuvieran ya 15 años mandando, apoderados de todos los servicios públicos, de todas las Instituciones y controlando las divisas a su antojo.
De tanto perseguir a quienes dicen la verdad, no les alcanza el tiempo para ocuparse de gobernar. La cárcel ya no puede ocultar lo que está a la vista de treinta millones de venezolanos. Además del Estado, de la economía, del sistema judicial, del Banco Central y de PDVSA, lo que está en bancarrota, en definitiva, es la propia revolución bolivariana.