Tuve la oportunidad de entrar al palacio donde debería respirarse justicia, equilibrio e igualdad, sin embargo entre al palacio de la injusticia, donde se condena al inocente que piensa distinto, aquel que alza su voz con principios y valores, a ese se le humilla, se le acusa y se le priva de su libertad, como es el caso de mi hermano Daniel Ceballos, quien ayer a 202 días de su detención arbitraria se enfrento a su segunda audiencia de juicio, acusado de dos delitos incompatibles entre sí, sin pruebas, más allá de tener un sueño, la mejor Táchira y la mejor Venezuela, donde los venezolanos podamos tener calidad de vida.
Hoy sentí el sistema desde uno de sus centros de operaciones: los tribunales venezolanos, traspasar la pared blanca móvil que ponen para cada audiencia, fue traspasar a las entrañas del monstruo; al seguir caminando te encontrabas con unos largos pasillos, donde en cada paso que dabas tropezabas con un guardia o funcionario público, quienes murmuraban bajito sus opiniones para que nadie pudiese escucharlos; ver la oscuridad en la que trabajan los funcionarios, bajando la cabeza ante una cúpula del gobierno, allí solo comenzaba a dilucidarse ese monstruo llamado sistema.
Luego de un rato de espera nos quitaron todas nuestras pertenencias para poder pasar a la sala donde se desarrollaría la batalla de la verdad contra la mentira, allí empezó el control a la libertad de quienes estaríamos en el “juicio oral y público”, luego de entender que allí no eres tu el dueño de tus decisiones sino que simplemente debes seguir ordenes y apegarte a una autoridad ilegitima, atravesamos un nuevo pasillo de oscuridad, donde habían guardias nacionales, SEBIN e inteligencia militar todos con armas largas como si custodiaran a un asesino en serie o un terrorista, pero allí comprendí que lo que intentaban custodiar con amedrentamiento y miedo eran las ideas de libertad.
Por fin después de atravesar los custodios de la injusticia pasamos por unas puertas de madera altas e imponentes para entrar a la sala del juicio, había una luz distinta, un ambiente diferente y al fondo allí estaba Daniel Ceballos con su frente en alto, frente al podio del juzgado. Después de saludos lejanos con una baranda de madera de por medio, nos sentamos a escuchar a la jueza, que sin ella entender estaba escribiendo las páginas de su propio juicio por delitos de lesa humanidad, por ser ella la principal violadora de los Derechos humanos del alcalde, por cada una de sus actuaciones en el proceso y en ese preciso momento por rechazar el recurso introducido por el panel de abogados de la defensa, donde se pedía la medida sustitutiva de libertad para Ceballos por estarse violentando su derecho al debido proceso y a la presunción de inocencia, también la incompatibilidad de sus delitos, ya que la existencia de uno no permite la existencia del otro, sin embargo esta medida no nos sorprendió a ninguno de los presentes y no porque no tengamos esperanza, sino porque, estamos claros de que nos estamos enfrentando al mal encarnado en esta dictadura.
Al terminar entre exigencias y presiones pudimos ver y hablar sin barreras de por medio con Daniel, con sus ojos cristalizados, que transmitían fuerza, coraje y valentía, voltio la mirada a sus familiares y amigos que nos encontrábamos en la sala comenzando con una gran pregunta de afirmación y motivación ¿Siguen luchando, no? A la cual con mucha firmeza le trasmitimos que no solo nosotros sino una generación en cada rincón del país lo sigue haciendo, a lo que él con voz fuerte respondió “estoy convencido de que alcanzaremos la libertad de Venezuela más pronto de lo que creen”, con esas palabras continuo la conversación, que no duro mas allá de unos pocos minutos, pero donde se vio clarito que Daniel no ha perdido su irreverencia, humor y gallardía.
Fue inspirador ver cómo a pesar de que tiene a su alrededor todo un sistema que busca callarlo, sigue hablando claro, con la verdad, de frente y más alto que nunca en contra del régimen que cada día empobrece, limita y controla más al pueblo. Su fortaleza, templanza y firmeza son simplemente un ejemplo para esta generación y para todos los venezolanos a que venzamos el miedo y lo utilicemos como motor para el cambio, lo utilicemos como motivación para decir, no quiero sentir más esto cuando salga a la calle, cuando abra la cartera a la hora de pagar, cuando mire hacia el futuro y no vea seguridad de nada, convirtamos el miedo en el motor para la acción con el objetivo de construir una Venezuela de paz, bienestar y progreso, donde todos los derechos sean para todas las personas y no haya mas nunca un número mayor de jóvenes en las cárceles y en las morgues, sino en las aulas de clase construyendo futuro.
Al sonido de unas esposas golpeándose entre ellas y una voz ronca que decía “Ceballos”, termino la conversación con un símbolo más de dictadura y control, como inicio al entrar tras la pared blanca móvil, pero con un espíritu de lucha más fortalecido que nunca de un pueblo que hoy se reflejaba en Daniel Ceballos.