Juan Guerrero: El patriota cooperante (censurado en El Universal)

Juan Guerrero: El patriota cooperante (censurado en El Universal)

Publicamos el artículo de Juan Guerrero esta vez con un pequeño introito: La comunicación que recibió de el diario El Universal mediante la cual le informan que este artículo no había sido aprobado por el “Consejo Consultivo” así como la respuesta del autor a el diario.

Estimado Sr. Juan Guerrero,

Lamento mucho informarle que su artículo “El patriota cooperante” no fue aprobado por el Consejo Consultivo para su publicación.





No pudimos avisarle con antelación para sustituirlo por razones estrictamente operativas.

Quedamos pendientes de su próximo artículo de 4.900 para el martes 21-10 en versión digital.

De Usted muy atentamente,Miguel Maita

El Universal

La respuesta de Juan Guerrero a El Universal

Apreciado Miguel Maita;
dejémonos de eufemismos. ¡Al pan, pan, y al vino, vino! El mencionado por ti, Consejo Consultivo, que desaprobó mi artículo El Patriota Cooperante, lo hizo imponiendo su visión ideológico-política que obviamente se traduce en lo que comúnmente se llama “censura”. No hay otra manera de entenderlo, visto el momento histórico por el que atraviesa el periodismo venezolano y particularmente, los articulistas de opinión. Desde 1985 envío mis artículos a diferentes medios informativos, y desde hace cerca de dos años, a El Universal.,
Agradezco la deferencia que tuviste al invitarme a publicar mis escritos en un diario que fue paradigma del periodismo plural, libre y honorable.
No puedo permanecer entre quienes vetan, censuran y coartan el ejercicio de las ideas.
Cordialmente, Juan Guerrero

El patriota cooperante

No existe algo que sea más degradante a la condición humana que un individuo traicionando, delatando a un semejante. Esta oprobiosa actitud se vivió de manera dantesca en los años de la Europa dominada por el nacionalsocialismo o como generalmente se le ha conocido; nazismo.

Fueron tiempos terribles, momentos cuando no era posible confiar en nadie ni mucho menos en quienes se acercaron al poder para protegerse, adulando a sus jefes. A esos individuos se les llamó de varias maneras: colaboracionistas, comisarios culturales o delatores.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial la gran mayoría de ellos, intelectuales, artistas, académicos o simples políticos, comerciantes y parroquianos, fueron tomados por las turbas, linchados y colgados entre los escombros que dejó semejante torbellino bélico.

Esa práctica del individuo transformado en agente colaboracionista de un régimen fue adecuándose para poder sobrevivir con los nuevos tiempos.

Los regímenes totalitarios, autoritarios y militaristas, tanto de derecha como de izquierda, han sabido valerse de estos tristes y grises personajes quienes, una vez utilizados, son desechados como podredumbre humana que no tiene más valor para su uso.

Los más osados han sabido encontrar protección de padrinos, quienes les ubican casi siempre fuera, lejos del país de origen mientras el resto es sentenciado, generalmente asesinado con tiros de gracia.

A esta gente nadie le tiene confianza ni menos respeto, pues han vendido su honor por dinero, por un cargo público o por favores financieros.

Causalmente el laureado Premio Nobel de Literatura 2014, Patrick Modiano, aborda en su obra literaria la temática de los colaboracionistas en la Francia ocupada por los ejércitos hitlerianos.

En Venezuela siempre hemos tenido estos seres grises, anodinos y vendidos al mejor postor, sea por dinero, por cobardía o por resentimiento, bien social o político.

El caso más emblemático fue el del marqués del Toro, quien cambiaba de bando según la intensidad del conflicto independentista. Unas veces se las jugó con los patriotas mientras otras, con carta de súplica ante el mismísimo rey pidiendo clemencia, se pasaba al bando realista. Terminó enterrado en el panteón nacional.

Ahora en la Venezuela del siglo XXI al régimen de turno le ha dado por denominar a estos agentes del deshonor humano “patriotas cooperantes” con pago, bono o gratificación incluida.

Varios de ellos desde hace algún tiempo, intelectuales y artistas, se han ganado un cargo en el servicio exterior mientras otros, fablistanes y llamados académicos, medran alrededor del régimen esperando su mendrugo a cambio de información.

Quienes conocen a estos individuos les dicen popularmente “sapos” y también “chupamedias”.

Triste terminar señalado por los ciudadanos decentes de un país de manera tan deleznable. Despreciado. Es humillante para un hijo, un nieto, saber que su padre, su abuelo se le conoce de esa manera porque una vez inclinó la cabeza y fue débil ante el Poder.

 

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@camilodeasis