Luego de pasar tres semanas atrapada en su propia casa, Natalie Pereira y su familia por fin lo decidieron: debían dejar Venezuela, reseña un reportaje de la agencia Reuters.
Fotos Reuters
“Yo desde la ventana de mi apartamento podía ver los enfrentamientos, bombas lacrimógenas, eso ocurría todo los días”, dijo Pereira recordando las protestas antigubernamentales de principios de año que dejaron, al menos, 43 fallecidos. “Las manifestaciones lo confirmaron (…) lo mejor era irnos”.
Pereira, una dentista de 33 años de edad que vive ahora en Texas, no está sola.
A medida que la polarización política y la crisis económica se agudizan, la clase media venezolana está viendo, cada vez con más fuerza, su futuro en el extranjero.
Después de haber votado en contra del fallecido Hugo Chávez durante sus 14 años de presidencia, esperaban un cambio tras su muerte por cáncer, en marzo del 2013.
Sin embargo, su sucesor político, Nicolás Maduro, ganó las elecciones y, sobreviviendo a la peor ola de protestas antigubernamentales en más de una década, ha consolidado su posición para gobernar el país con las mayores reservas de petróleo hasta el 2019.
Pero la inseguridad, que durante años fue la mayor preocupación de los venezolanos, ha sido superada recientemente por la escasez de productos básicos.
“De todas mis amigas solamente queda una en Venezuela”, dijo Pereira desde Houston en una conversación telefónica. “Todos se fueron del país”.
Cifras oficiales son difíciles de conseguir, pero un estudio universitario muestra que alrededor de 1,6 millones de venezolanos han dejado su tierra natal desde que Chávez llegó al poder en 1999 y la migración se agudizó en el último lustro.
Las reformas sociales de Chávez tuvieron gran acogida entre los más necesitados, pero no entre las clases medias y altas quienes creen que la economía seguirá deteriorándose, azuzando el crimen y la polarización política.
Más yéndose
Tomás Páez, sociólogo de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y autor de la investigación sobre la diáspora venezolana, asegura que 1,6 millones de sus compatriotas viven en el exterior; el 5,5 por ciento de los 29 millones.
La gran mayoría de ellos se ha ido desde 1999 y casi el 90 por ciento tiene, al menos, estudios universitarios, según Páez. Su huída representa una fuga de talentos que afecta a diversos sectores, desde el petrolero al de salud.
“Es gente muy preparada, gente emprendedora, gente con ganas de invertir, gente con ganas de crear empresa, con ganas de crear empleo”, dijo Páez, que usó cifras oficiales de los países a donde llegan los venezolanos así como encuestas. Su equipo habló con cerca de 1.000 venezolanos en 33 países.
A pesar de que las cifras son pequeñas comparadas con países como Colombia o Perú, cuya diáspora llega a 4,7 millones y 3,5 millones respectivamente, es poco común para Venezuela, que albergó a miles de europeos durante el siglo XX.
Cuando Verónica Leniz quedó embarazada sintió que su única opción era irse de Venezuela, considerando la intermitente escasez de pañales, leche en polvo y papel higiénico.
“No podía criar a un bebé en ese ambiente”, dijo Leniz en una entrevista telefónica desde Miami.
El número de venezolanos que solicitan visa de residente en Estados Unidos varía año tras año pero ha crecido desde el 2011. El año pasado, más de 9.500 venezolanos obtuvieron la tarjeta de residencia permanente en Estados Unidos.
Las cifras de éste tipo de visas, sin embargo, no ilustran la magnitud del fenómeno, ya que algunos migrantes aplican como estudiantes. El número de venezolanos que logró visas de estudiantes a Estados Unidos ha crecido en más del doble desde el 2009, a 21.725 el año pasado.
“Es otra cosa totalmente (vivir en Miami), una diferencia increíble, extraño mucha a Venezuela pero no cambiaría la experiencia de venirme acá”, dijo Leniz, de 26 años, cuya hija ya tiene 18 meses de edad.
Como Pereira y Leniz, muchos inmigrantes escogen Estados Unidos como su nuevo hogar, aunque otros tantos llegan a Europa y unos menos a países latinoamericanos como Colombia, México o Panamá.
En Colombia, los venezolanos tienen más cédulas de identidad que otras nacionalidades. A agosto, cerca de 10.000 venezolanos portaban cédulas de identificación válidas, según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia.
En los primeros cinco meses de este año, México concedió 975 tarjetas de identificación permanente, casi el doble que durante el mismo período del año pasado.
“La mayoría de mis clientes son venezolanos”, dijo Jorge Udelman, un chef que se mudó a México cuatro años atrás y ahora regenta un restaurante.
El Gobierno venezolano no respondió a solicitudes de cifras oficiales sobre migración.
Negocio
Las empresas que atienden a los posibles migrantes dicen que las solicitudes de sus servicios se han disparado en el último año.
“Todos tienen un profundo temor, por su futuro o el futuro de su familia, de quedarse en Venezuela”, dijo Esther Bermúdez, dueña del portal de información “Me quiero ir”.
Las visitas al portal de 13 años se han duplicado en los primeros nueve meses del 2014 a 3,5 millones cada mes.
“Están buscando seguridad personal y calidad de vida que no poseen en Venezuela”, agregó Bermúdez, que ahora vive en Canadá.
El interés en cursos de inglés en el extranjero ha crecido un 70 por ciento en el último año, dijo el gerente de un instituto de idiomas en Caracas
“Hoy es muy difícil encontrar gente de clase media que no tenga una historia de un hijo, un hermano, o un familiar que esté yéndose”, dijo Óscar Hernández, un diplomático de carrera que maneja una consultoría de migración en Caracas.
Los partidarios del gobierno se burlan del éxodo de la clase media, a quienes califican como egoístas, antipatrióticos y resentidos por la redistribución de riqueza del chavismo.
“Estamos construyendo el socialismo en Venezuela y si ellos no quieren participar, es mejor que se vayan”, dijo Elizabeth Gutiérrez, una líder comunitaria de 33 años.
“Los ricos nunca estuvieron interesados ??en nosotros”, agregó Gutiérrez en la barriada más grande de Latinoamérica, Petare.
Una vez que llegan a otros países, los venezolanos se enfrentan a pequeños cambios, como aprender el nuevo idioma, encontrar un trabajo, mientras echan de menos su hogar.
“He vivido días difíciles, días donde me sentaba a llorar”, dijo Pereira. “Pero después pienso en mi niña y pienso en el futuro que la voy a dar aquí en este país y bueno lo hicimos por ella”.
Por Julia Symmes Cobb y Carlos García/Reuters