Con mayor facilidad y menor preocupación actúa un homicida o un atracador que un honesto ciudadano que utiliza su cuenta Twitter para desahogarse, escribiendo lo que piensa o siente.
En los últimos días se ha desatado una persecución inclemente contra los tuiteros, a los cuales el régimen considera individuos de alta peligrosidad. ¡Vaya criterio para combatir la delincuencia en el país! Yo les aseguro que lo que escriben los tuiteros es insignificante para lo que se comenta en los cuarteles, oficinas públicas, botiquines, panaderías, abastos o carnicerías. El clamor es general: este Gobierno está reprobado por su mal desempeño.
Eso lo saben los altos jerarcas y por eso tratan de correr la arruga censurando todas las modalidades de expresión. Lo hicieron con la radio y la televisión. No lo han podido, aunque a fuerza de miedo han intentado hacerlo con el poder de comunicación que representa el Twitter.
Quien escribe lo que piensa en su cuenta personal Twitter no comete delito. Nadie está obligado a seguir a otra persona, y por muy chocantes que puedan ser las expresiones solo forman parte del ejercicio imaginativo de quien la escribe. De acuerdo con las noticias, en Venezuela tenemos por lo menos seis tuiteros presos. Claro, no vayan a creer que es porque insultaron a alguien que se identifica con la oposición. Nada de eso. Quienes están presos son los que escriben palabras altisonantes que molestan al régimen. Los que ofenden a los opositores son premiados por los gobernantes quienes recomiendan seguir sus cuentas por sus “magníficos” análisis políticos.
Así las cosas, es claro el objetivo del régimen al perseguir a los tuiteros: silenciar a la sociedad y evitar que el malestar se propague a todos los rincones del país. No lo podrán evitar, porque el descontento camina a paso de vencedores (desesperados).
Recomendaciones para los tuits
Sin dejar de hacer mención a la oscuridad con que manipulan desde los organismos oficiales las investigaciones sobre los crímenes recientes, creo que es indispensable aquella conseja de dejar que los muertos descansen en paz, en honor a su familia y a sus seres queridos. Una cosa es la crítica en vida y otra muy distinta es la humillación al occiso, que no solo ofende su memoria sino, más que eso, esos comentarios se convierten en un dardo que envenena a sus seres queridos y los aleja mucho más de los que queremos una mejor Venezuela.
El asunto no es recordar los posibles detalles que rodean los asesinatos, sino la forma grosera cómo, desde Maduro hasta el menos encumbrado de los rojos rojitos, pretenden distorsionar la verdad de lo ocurrido, y con mayor maldad, se observa la intención de direccionar el crimen hacia sectores imposibles de creer.
Todo opositor es sospechoso
Nicolás Maduro y otros personeros del Gobierno han utilizado todo el poderío de sus cargos. Hemos visto constantemente cómo a través de cadenas de radio y televisión procuran hacer creer que los asesinos nada tienen que ver con el Gobierno, sino que se trata de una orden directa y muy bien planificada de la oposición, que de acuerdo a sus mentiras ejecuta prácticas terroristas.
Los voceros del régimen se burlan de los muertos y de sus familiares. Los utilizan hasta más no poder con fines propagandísticos. Lo han hecho con la mayoría de los fallecidos en actos violentos. Con Danilo Anderson, hay presos y exiliados. Trajeron a un testigo estrella que de acuerdo con el Fiscal General de entonces, le veía en sus ojos como supuestamente decía la verdad.
Con Eliécer Otaiza también intentan hacer algo parecido. Ahora con el joven diputado han inventado y manipulado hasta más no poder. No han respetado su memoria y mucho menos los más elementales principios del derecho, pues han divulgado videos (editados) en los que supuestamente hacen ver los detalles previos y posteriores al asesinato. Para que sepan: ningún funcionario judicial puede revelar lo que forma parte de las reservas de las investigaciones, mucho menos el Presidente de la República que debe colaborar con el Poder Judicial.
Bueno, revelar el contenido de un video o de una grabación telefónica ya es una práctica continua del régimen. Es común que en los programas de gobernadores o de altos funcionarios se divulguen las conversaciones entre dos opositores, con el mayor descaro y lógicamente obtenidas violando cualquier normativa que regula esa acción que atenta contra la privacidad de las comunicaciones. Por cierto, nunca han hecho pública una grabación de algún rojo rojito hablando de sus guisos, quizá, no porque no existan, sino que las guardan para chantajearlos. Presiento que eso mismo debe ocurrir con algunos “opositores” que también los deben tener grabado pero no se meten con ellos porque seguramente se han comprometido a hacer “oposición” hasta un punto tal que no moleste al que los presiona.
La MUD, “Chúo” y el camino
No podemos negarlo, la MUD se ha oxigenado con el nombramiento de Jesús “Chúo” Torrealba, él transmite un mensaje con olor y sabor a pueblo. Pero eso no es suficiente. Es imperioso que exista un contagio con ese modelo de dirigencia. No solamente en Carabobo hay de-sunión, en toda Venezuela la oposición no está alineada con un mismo proyecto. La gente se cansa de las mentiras, oficialistas pero también opositoras.
Muchos me hablan que no se calarán más el chantaje de una falsa unidad, en la que prevalecen intereses mezquinos de algunos. Veamos qué ocurre. Sigo apostando a la unidad verdadera. Caso contrario lo que pudiéramos denominar “la tercera vía” estaría mucho más cerca que las reiteradas fórmulas amañadas.
Con el pasar de los días el camino se tendrá que definir. Ninguna sociedad sigue los caminos a juro; primero, debe estar convencida de que nos llevará a un sitio seguro o al menos esperado.
Parece difícil hacerlo ver, pero tenemos que insistir: el camino es una Venezuela distinta. Venezuela segura, de progreso, de igualdad de oportunidades, de justicia, democrática y de libertad. El camino no es llevar a alguien a la Asamblea Nacional, y si ese es el camino que primará en definitiva: que ese alguien esté verdaderamente comprometido con la Venezuela que queremos. No que tenga una agenda particular para pactar su libertad con el régimen. Que esté dispuesto a soportar los ataques injustos y dictatoriales, porque de lo que se trata es de llevar, repito, si ese es el camino, diputados dispuestos a arriesgar el pellejo.
Debo confesar una gran decepción con muchos de los que hoy ocupan una curul en la Asamblea Nacional. Reconozco que hay varios diputados corajudos, pero hay más timoratos que no entendieron la realidad de los tiempos. Algunos se fueron a ocupar otros cargos de elección pero otros abandonan la silla y no cumplen su misión.
La solidaridad es indispensable
En esta crítica debo hablar de diputados, de alcaldes y de ciertos concejales, que desempeñan un rol no solo personalista sino que se desenvuelven sigilosamente, prácticamente caminan con escarpines de algodón para no hacerse sentir y de esa manera no molestar a los gobernantes. Eso es una realidad. Aquí son muy pocos a los que pudiera excluir. Observen y analicen cuántos han sido los alcaldes de oposición que han manifestado gestos de solidaridad hacia los perseguidos políticos. ¡Muy pocos! En los últimos meses, acá en Carabobo, creo que ninguno. Esa falta de solidaridad de los gobernantes supuestamente opositores ha hecho que se multiplique el miedo, porque el ciudadano no siente un respaldo de aquellos por quienes en algún momento se fajaron para llevarlos a esas posiciones. Se traduce en temor, decepción y frustración.
No digo que por las persecuciones y falta de solidaridad de los alcaldes y ciertos directivos de la MUD no encontraremos el camino, por el contrario, estoy seguro que más temprano que tarde lo transitaremos a pesar de los déspotas y de los timoratos.
@pabloaure