A ‘Homeland’ no le ha quedado más remedio que hacer borrón y cuenta nueva en su nueva temporada. Nuevos escenarios y una trama que rompe totalmente con la historia de Brody son sus bazas para volverse a ganar la aceptación del público.
Renovarse o morir. Es una frase muy tópica pero es la que mejor define la situación a la que se ha tenido que enfrentar una serie como Homeland. Recapitulemos: El sargento de la Marina Nicholas Brody (Damian Lewis) regresa a casa ocho años después de su desaparición en Irak, donde vivió encarcelado y sometido a tortura. Es considerado un héroe, pero una agente de la CIA que sufre trastorno bipolar, Carrie Mathison (Claire Danes), sospecha que Brody ha cambiado de bando y está preparando un atentado terrorista en suelo estadounidense.
Bien. Interesante historia que cautivó a crítica y público y, como colofón, se llevó el Emmy a la Mejor Serie Dramática en 2012. Sin embargo, la trama de Homeland, por mucha relación amorosa que hubiera entre los dos protagonistas, no podía extenderse mucho más allá de una temporada. Pero los responsables de la serie no estaban dispuestos a prescindir de un personaje tan potente como Brody, así que se sacaron de la manga una segunda temporada que, sin estar a la altura de la primera, rayó a buen nivel aunque se le vieran las costuras con algunas tramas de relleno absurdas (todas las que tenían que ver con la familia de Brody, especialmente con la imbécil de su hija).
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