Los cuásares, descubiertos hace apenas 50 años, presentan serias dificultades para su estudio. Considerados los astros más luminosos del Universo, los cuásares nacen de la colisión de dos galaxias, como han confirmado las imágenes enviadas por el telescopio espacial Hubble. abc.es
Alimentados por la energía que se desprende de esta colisión y del material galáctico circundante, un cuásar crece en el centro de la nueva galaxia hasta convertirse en un objeto celeste tan brillante que puede ser detectado a distancias superiores a 10.000 millones de años luz.
Ahora, y gracias a las investigaciones realizadas por las mexicanas Alenka Negrete (UNAM / INAOE) y Deborah Dultzin (UNAM), los cuásares se podrán investigar con mayor precisión. Ambas han ideado un nuevo método que permite analizar los cuásares y agujeros negros más lejanos y, por tanto, más antiguos.
Su investigación parte de la base de que en la Astrofísica existe la idea de que un gran agujero negro se sitúa en el centro de las galaxias con núcleo activo, capaz de emitir más radiación electromagnética que el resto de la galaxia. Este gran agujero negro, por efecto de la gravedad, atrae material hacia sí con una velocidad cercana a los 3.000 Km/s. Las partículas subatómicas (fotones en este caso) que viajan a gran velocidad, chocan con los electrones de los átomos circundantes e ionizan las nubes de gas de estas galaxias, en un proceso conocido como fotoionización.
Éste ha sido el punto de partida de la investigación de Alenka Negrete y Deborah Dultzin que, midiendo la fotoionización, han logrado hacer relaciones matemáticas para medir la densidad eléctrica y masa de los agujeros negros. Para realizar las observaciones se utilizó el observatorio astronómico de luz visible más avanzado del mundo, el europeo Very Large Telescope, situado en el desierto de Atacama (Chile).
Este nuevo método de medición, según comentan las científicas a «alphagalileo.org», es consecuente con lo predicho con otras técnicas y tiene el potencial de ser aplicado en muchos más cuásares que las metodologías convencionales.
Según apunta la Dra. Negrete «la manera más usual para medir propiedades físicas de galaxias y agujeros negros es el método de reverberación, que se basa en medir la distancia del centro de la galaxia a la nube de partículas», midiendo el tiempo que tarda viajar al exterior un haz de luz emitido en el centro. Las limitaciones de este método radican en que sólo permite analizar objetos cercanos y en que «consume mucho trabajo y tiempo de observación», asegura la Dra. Dultzin.
El nuevo camino para medir características en cuásares no sólo hace posible una medición más rápida, sino también observar cuásares mucho más lejanos. Esto es posible porque los cuásares «son los objetos más distantes que se conocen en el universo. Son también los objetos más brillantes y luminosos, tanto que si una galaxia como la nuestra se situara cerca de un cuásar no sería visible. Estos objetos tienen una fuente de energía diferente a la que hace brillar a las estrellas , que se cree tiene su origen en los gases que succiona un gigantesco hoyo negro», afirma Deborah Dultzin.
La lejanía de los astros es directamente proporcional a su antigüedad, es decir, los astros más lejanos son los más antiguos. Es por ello que la investigación de las doctoras Negrete y Dultzin, entre otros, implica una especial relevancia, ya que ha abierto una nueva ventana a la comprensión del universo temprano.