Desde el interior de la camioneta blindada, custodiada por malandros motorizados con chapa, radio y pistola, la ciudad simplemente no existe. Los vidrios oscurísimos, el aire acondicionado y la música del Ipod crean el ambiente propicio para que “El Enchufado” pueda ordenar desde el teléfono inteligente la sentencia judicial contra el siguiente alcalde opositor, o una nueva amenaza contra cualquiera de sus cada vez más numerosos enemigos en su mismo partido, o la transferencia en dólares a cualquiera de sus cuentas secretas en bancos del extranjero; pero desde la ventanilla del automóvil del ciudadano común la ciudad sí existe, y agrede: el tráfico se congestiona aunque no sea “hora pico”, el semáforo no sirve, los cruces ilegales de otros conductores y las agresivas acrobacias de los motorizados enmarcan el toc toc de los cachazos que sobre el vidrio anuncian el atraco; y desde la ventanilla del microbús en que se mueve el ciudadano de a pie el caos no es menor, pero es distinto: Su altura permite ver no sólo al sujeto que asalta al transeúnte, sino también al individuo que desde atrás “le canta la zona” y hasta se puede observar, un poco más allá, a los policías que -de espaldas- fingen “chatear” en sus teléfonos celulares, cumpliendo con ello el acuerdo de “blanqueo” que consiste en dejar desprotegida un área determinada por un tiempo acordado, a cambio de una cantidad fija o de un porcentaje del botín…
El Enchufado vive de
la crisis, el ciudadano
muere por ella…
Lo mismo pasa con la crisis. Es la misma, pero se aprecia de muy distinta manera de acuerdo al punto de mira. Para “El Enchufado” la crisis es un titular de prensa (de la poca prensa independiente que queda, claro), es unos puntos menos en una encuesta o unos puntos más en la evaluación del riesgo-país; para el ciudadano de nuestra agredida clase media, la crisis se expresa en la amenaza permanente del secuestro (express o del otro), en el dolor de la familia dividida por la emigración forzada por la inseguridad, por la situación económica o la persecución política, en el deterioro de la calidad de vida; para el ciudadano habitante de los sectores populares la crisis ya no plantea el deterioro de la calidad de vida sino el inminente peligro de perder la vida misma bajo la lluvia de balas del hampa impune, o por no encontrar las medicinas necesarias a tiempo, mientras se desgasta cotidianamente en la dura lucha que significa llevar comida a la mesa de manera honrada, gracias a un gobierno que hace quince años empezó peleando contra los hacendados, luego peleó contra los industriales, luego contra los comerciantes formales y hoy terminó peleando contra los buhoneros, pero que nunca, nunca, ha peleado contra el hampa…
De esta crisis no se
sale sólo con votos,
pero sin votos tampoco…
Para “El Enchufado” la crisis es una oportunidad de negocios, es una garantía de impunidad, es la perpetuación de su poder. Por eso jamás la resolverá. Al contrario, trabaja para perpetuarla y agravarla. Pero para el ciudadano (sea de clase media o de los sectores populares, sea chavista, opositor o independiente), la crisis es una tragedia que se traduce en que una banda nos ha expropiado el país. Los chavistas del pueblo ya van sabiendo que para los enchufados “la patria” es un botín y la “revolución” es un negocio; para los independientes ya es evidente que el “no meterse en política” no ha impedido que la política se meta con ellos; para los opositores ya está claro que un régimen totalitario como este no sale sólo con votos, PERO SIN VOTOS TAMPOCO, por lo que se hace necesario combinar la lucha social y política del día a día, por mejores condiciones de vida y por el derecho a que esa vida sea en libertad y democracia, con una actuación clara y TOTALMENTE UNITARIA en materia electoral, para que las victorias parciales que venimos acumulando desde hace ya siete años se conviertan en la victoria completa que permita iniciar entre todos la construcción de una Venezuela del Primer Mundo, con alta calidad de vida para todos, en la que todos seamos clase media, en la que todos tengamos trabajo de calidad, productivo y bien remunerado, en la que el Estado esté al servicio de la gente y no al revés, como ahora.
La polarización murió,
es tiempo de convencer
Vivir en una Venezuela así no debe ser “un deseo” sino UN PROPÓSITO, una meta por la que estamos dispuestos a luchar y trabajar. Para lograr esa meta es preciso alcanzar primero una serie de objetivos: debemos consolidar la unidad de los partidos políticos democráticos, y de estos con la ciudadanía opositora no partidista; debemos construir la unidad entre los venezolanos que siempre nos hemos opuesto al proyecto totalitario, y aquellos que en los últimos 15 meses han venido descubriendo que ese proyecto es una estafa. Y para alcanzar esos objetivos es preciso CONVENCER. La antigua polarización murió. Ya no existe un país dividido en dos bloques 55 a 45, 51 a 49, 52 a 48. Hoy en Venezuela lo que hay es una cúpula gobernante con 80 % de rechazo, y una oposición que (para convertirse en alternativa de poder) debe salir al encuentro de ese rechazo y transformar esa indignación popular en energía de cambio.
Si quieres resultados distintos,
cambia tu forma de actuar…
Y para eso es necesario reinventar nuestra manera de proceder. Para ir al encuentro del descontento hoy no es útil ni aquella versión de “calle” que se expresaba en grandes concentraciones de los ya convencidos, ni aquella otra “calle” llena de escombros y gas lacrimógeno, que facilita al gobierno hacer uso y abuso de la violencia. Esta es la hora del casa por casa, del cara a cara, del puerta a puerta, de las reuniones dentro del rancho o del apartamento, en la acera, la esquina, la cancha o frente a la bodega, explicando y escuchando, enseñando y aprendiendo, y sobre todo dejando siempre un saldo organizativo, dejando siempre funcionando un espacio desde el que todos (militantes, independientes y chavistas descontentos) puedan HACER POLÍTICA allí mismo. Y “hacer política” es eso: luchar por mejorar sus condiciones de vida en su comunidad, teniendo siempre en perspectiva la necesidad del cambio democrático en toda Venezuela.
“De qué callada manera se
me acerca usted sonriendo…”
Y si usted, como millones de venezolanos, ya está haciendo esto pero ve que “la cosa está como callada”, siente que “no se está haciendo nada” y que eso que usted está haciendo “no se sabe o no se conoce”, no se angustie. Recuerde que cuando usted mismo dice que “enfrentamos un proyecto totalitario” está diciendo una verdad y que la “hegemonía comunicacional”, ese perverso sistema de desinformación, en efecto existe. HOY LO IMPORTANTE NO ES QUE ESTAS ACTIVIDADES “SE SEPAN”, SINO QUE SE HAGAN Y SE MULTIPLIQUEN, hasta lograr que su número, efecto e impacto sean inocultables y le lleguen a la gente no a través de la aérea dispersión mediática, sino a través del muy concreto contacto persona a persona, ese contacto que construye solidaridades y derrumba tiranías. Más de una vez usted ha escuchado decir “No se pueden lograr resultados distintos haciendo las cosas de una misma manera”. Pues bien: ¡Este es el nuevo camino! ¡En la calle con el pueblo! ¡Palante!
Radar de los Barrios
Jesús Chúo Torrealba
Twitter: @ChuoTorrealba