Boris Muñoz: “Venezuela es un circo macabro”

Boris Muñoz: “Venezuela es un circo macabro”

Ilustración de Francisco Galárraga
Ilustración de Francisco Galárraga

 

Una entrevista de José María León Cabrera, editor fundador de GkillCity.com Colabora habitualmente con otros medios como Revista SoHo y Etiqueta Negra.

Boris Muñoz es periodista, autor de varios libros, becario de la fundación Nieman para el periodismo de la Universidad de Harvard, colaborador de Gatopardo, Newsweek, The New Yorker. Sobre todo, Boris Muñoz es venezolano. Nació en Caracas, en 1969. Sobre Venezuela escribió el ensayo Un país en las antípodas, que se publicó en Crecer a Golpes, un libro que reflexiona sobre América Latina a través de trece textos que toman como punto de partida el golpe militar chileno que derrocó a Salvador Allende en 1973. En su ensayo, Muñoz plantea la gran paradoja venezolana de los últimos cuarenta años: ser el país que marcha a contracorriente de las tempestades políticas de la región. Cuando Muñoz era un niño, Venezuela era un lunar democrático en un continente desangrado por el horror de las dictaduras, en especial las del Cono Sur. Hoy, Venezuela camina por la cornisa de enfrente: su institucionalidad humea entre fierros retorcidos, su economía está cerca del colapso, y su gente enfrentada, asesinada y exiliada. Durante un conversatorio en el Premio Gabriel García Márquez de Periodismo, en Medellín, Muñoz dijo que Venezuela se había convertido en una dictadura. Esa afirmación es el punto de partida de esta entrevista.





Venezuela, ese país en las antípodas de antes en la democracia, es el país en las antípodas de hoy en la dictadura ¿crees tú que Venezuela es la única dictadura americana?

Bueno, aparte de Cuba, que es un ejemplo claro de dictadura. No hay forma de matizarlo. Tú puedes decir que el gobierno de la Habana tiene unas razones históricas y reales, como el bloqueo criminal que ha tenido Estados Unidos contra esa nación, y así como intentos concretos –pensemos en Playa Girón– por recortar la independencia cubana y su soberanía. Sin embargo, el de Cuba es un gobierno que lleva más de cincuenta años en el poder, y que no da ningún indicio de cederlo, o de incorporar grados mayores de democracia. Si bien Cuba se está abriendo lentamente, lo que es otra paradoja, lo hace a su manera, dentro de un modelo. Pero hablando de Venezuela sí, yo creo que Venezuela es, hoy, una dictadura. Si me hubieses planteado la pregunta hace un año habría respondido que era un régimen híbrido, autocrático pero no exactamente dictatorial debido a grados relativos de competencia política y libertad civil. Pero a lo largo del último año y medio, ha habido cambios muy significativos, que no pueden ser pasados por alto. Pienso en cómo se designó a Maduro presidente durante la enfermedad de Chávez saltándose olímpicamente la Constitución. Esto culminó en la muy disputada y contestada elección el 14 de abril en la que Maduro resulta electo con la dudosa ventaja de uno porciento. Debemos añadir la creación de instrumentos de seguridad como el Centro Estratégico Para la Protección de la Patria (CESPPA) que otorga al Estado el poder de intervenir los flujos de información privada según sus intereses, es decir, el interés directo del Ejecutivo. La tendencia hacia mayor control, autoritarismo y represión se puso de manifiesto con las protestas del 12 de febrero, que dejaron 42 muertos, miles de heridos y más de 3400 detenidos. Todo esto pone de relieve que el estado de derecho y el imperio de la ley han sido simplemente barridos. Por eso, hoy el gobierno chavista es un régimen de facto. Fue un proceso gradual, que no sucedió a través de un golpe evidente, en la cara de todo el mundo, sino que se ha ido ajustando después de la muerte de Chávez.

¿Qué cambió después de la muerte de Chávez que lo convirtió en una dictadura?

Varias cosas. Primero, Chávez era un líder carismático, mediador. En virtud de su gran popularidad podía mantener cierto juego político. No le era necesario asfixiar a la oposición, porque él controlaba el juego y sabía que tenía un apoyo muy grande. Estos elementos que ayudan a entender por qué Chávez pudo mantener el gobierno a un nivel autocrático, dentro de las ambigüedades que hacían pensar que era una democracia, aunque muy limitada y bastante disfuncional. Pero, en resumen, con Chávez había la posibilidad de ganarle a Chávez. ¿Curioso no? Eso se demuestra con el referéndum del 2007 cuando perdió la reforma constitucional. Claro, después hizo todo lo que estuvo a su alcance para revertir ese resultado.  En otras palabras, presionó descaradamente al Tribunal Supremo de Justicia para poder hacer otro referéndum que ya era una transgresión muy grande contra la democracia y así cambió la Constitución para poder reelegirse de manera ilimitada. Hoy el chavismo necesita mantener más que nunca el control político a través de las instituciones públicas. No puede arriesgarse a perder nada en este momento, precisamente porque no tiene a su principal factor unificador que fue Chávez. Era él quien mantenía el juego político relativamente abierto. Las protestas del 12 de febrero de 2014 ponen su ausencia otra vez en primer plano. No solo se acusa arbitrariamente a Leopoldo López de estar incitando a un golpe de Estado, de una revuelta popular antidemocrática –que es un cargo bastante serio–, y se lo detiene sin sus derechos básicos, sino que, además, se desata una feroz ola represiva y se suspenden de facto varias garantías constitucionales sin declarar un estado de excepción. Ese es el elemento central que hace que Venezuela sea una dictadura: en Venezuela no es posible protestar y aun menos posible es ganar una elección presidencial. Las otras elecciones son secundarias y permiten cierto grado de competencia. Pero hoy, una elección presidencial limpia, en la que el chavismo pierda el poder, es imposible. Eso se demostró con las elecciones del 14 de abril de 2013.

Ahora que mencionas a Leopoldo López, hay una parte en la que en Un país en las antípodas hablas sobre cómo la política como espectáculo no podía tener mejor exponente que Chávez. Pero ¿no es Leopoldo López –este hombre que entra a la cárcel y es llevado de una tanqueta y se despide de la mujer en esta imagen dramática, que ahora está primero en las encuestas de la oposición–, una continuación de esta showmanship de la política, no está Venezuela eligiendo otra vez un referente que insiste en la política como un show?

Sí, hay mucho de eso, no puedo negarte eso. Venezuela es un país de héroes, reinas de belleza y telenovelas: género que las conjuga a ambas. Para mí, la entrega de Leopoldo tiene mucho de espectáculo. Cuando se sube a la estatua de Martí y desde ahí da su discurso, y luego es resguardado por un grupo de mujeres hasta la tanqueta donde es detenido. Son imágenes cargadas de significación. Pero no se cuán deliberado sea, pues López no tenía todo el control de los elementos melodramáticos que se escenificaron en su detención. Leopoldo López también está jugando su carta como un líder dentro de una tradición venezolana histórica: la del caudillo. Hay caudillos dictatoriales y democráticos. Nosotros tenemos en nuestra historia las dos figuras. Tenemos la figura de Vicente Gómez, el gran caudillo dictatorial tiránico. Y tenemos a Rómulo Betancourt, un caudillo democrático, que fue la figura más importante de la historia democrática en Venezuela, que es muy corta además. Nuestra historia está muy marcada por el mito del hombre arrojado y valeroso, por un importante despliegue de hombría. La hombría es vista como uno de los ingredientes que se necesitan para ser un líder.

A propósito de esto de la hombría. Me ha impresionado mucho la homofobia en la política venezolana. ¿Cómo se ha convertido la homofobia en un valor –o la homosexualidad en un descrédito– en un país que parecía ser un país  educado, incluyente?

Lo que pasa es que Chávez nos retrotrajo a tiempos muy arcaicos. Se perdió muy rápidamente la capa de civilidad que se había construido durante cuarenta años, y que, aun con grandes esfuerzos, era muy precaria. Chávez nos lleva a tiempos míticos, donde lo importante es la épica, la hombría, el carácter, la heroicidad. A pesar de que Alejandro Magno y el emperador Adriano eran homosexuales, tú puedes contar con los dedos de la mano los héroes que son homosexuales. O por lo menos los que lo han asumido. Ahí está muy claro todo este proceso de hombre fuerte y recio que domina Venezuela durante mucho tiempo, del que Chávez fue epítome, pero no el único ejemplo. Chávez se hace acompañar de un elenco de militares y generales. Ese mundo prusiano, un mundo que, a pesar de ser homosocial –básicamente compuesto por hombres– resulta un ámbito muy homofóbico. No sorprende que estas concepciones se reflejen en la dinámica social en la que nos encontramos. Mientras se debate el matrimonio igualitario en Argentina, en Uruguay, en Venezuela no hay nada parecido a eso. Tampoco hay un debate sobre la legalización o despenalización de las drogas. La agenda social venezolana también se ha confinado a unos temas. Por ejemplo, la igualdad económica. Es un tema muy importante, sin duda, pero no el único relevante del debate latinoamericano. El chavismo ha basado gran parte de su arraigo social en la explotación de atavismos que intentan remover actitudes y conductas bastantes primitivas.

En Ecuador, si bien el presidente Correa es un tipo conservador, la discusión está planteada. De hecho hay una Ministra que es abiertamente lesbiana ¿hay algún funcionario del post chavismo que sea abiertamente homosexual?

Bueno, se dice que Robert Serra –un joven dirigente político chavista, asesinado en octubre de 2014– era homosexual y que una trama de amores contrariados fue el motivo de su asesinato. Se dice que hay ministros y personeros gubernamentales que son esto o lo otro. Pero no es un tema abierto. De hecho si los hay, están en clóset. En lo personal, lo que sean sexualmente me interesa poco o nada. Esa es la vida privada de cada quien. En todo caso lo que esto indica es la escasa libertad en la sociedad para que eso pueda ser ventilado de una manera más normal.

O al menos no usado como un ataque político.

Sí, como una herramienta contra la figura, exactamente.

También está Capriles, esta figura no tan espectacular, ni tan épica, que va perdiendo y en cambio es el que habla de intentar una salida menos violenta, o por lo menos abrupta y más democrática. ¿Cuál es el problema con Capriles? ¿Es muy poco héroe? ¿Por qué se ha diluido esta figura?

No es suficientemente hombre según muchos de sus enemigos. De hecho una de las descalificaciones más fuertes que hizo el chavismo contra él fue llamarlo homosexual. O sea, como no se le conoce novia desde hace tiempo, no se lo ve como un hombre apto para un cargo de presidencia, que debe ser ejercido siempre por un hombre capaz de llevarse muchas chicas a la cama o, en el peor de los casos, ser padre de familia. De Chávez se han dicho muchas cosas, pero se le descubrieron por lo menos dos hijos nuevos, que él reconoció antes de morir. Eso, dentro de la tradición del centauro, del hombre fuerte, es muy normal o muy natural.

Bolívar era un gran conquistador.

Sí, bueno, pero no dejó hijos.

Conocidos no al menos. En El país de las antípodas, dices que una de las cosas que le sorprendió a Estela Agachul, exiliada argentina que llegó a Venezuela en los setenta, era que nadie hablaba de política. A mí me llamó mucha la atención porque digamos que antes de Correa –que fue en algún momento el hijo, el delfín político de Chávez, aunque después se desmarcó de esa responsabilidad–, en Ecuador la clase media acomodada, tampoco hablaba de política. “A mí la política no me interesa” era la frase. Ahora la clase media del Ecuador tiene una opinión política. En la sobremesa hay discusión, los amigos se pelean.

Sí, sí, está todo polarizado y politizado. Me suena muy conocido. Pero que no se hable de política no es en sí mismo un síntoma negativo. Hay sociedades donde la política tiene su espacio. No es necesario que invada la sobremesa ni el lecho para que la gente entienda su rol y esté preocupada por los asuntos públicos. En esta época hay que defender la intimidad de la política.

¿Por qué crees que Latinoamérica la clase media necesita de extremismos para tomar una posición política?

Porque ve amenazado su status. Reacciona políticamente cuando su calidad de vida, sus principios y valores son puestos a prueba. Sucedió en Argentina con Perón. Sucedió en Venezuela con Chávez. En el caso venezolano los sectores medios, profesionales, sobre todo la clase alta, se aislaron, en una dinámica un poco sorda, de las grandes necesidades que había un poco más abajo, en las mayorías. En el sentido político, ése es un aspecto positivo de la dinámica que trajo Chávez. No creo que sea un aspecto positivo de Chávez en sí mismo, sino un efecto o una consecuencia de este nuevo orden de cosas: la gente ha revisado su propio rol en la sociedad. Claro, hay grupos que lo hacen de manera más constructiva que otros. En los mejores casos, la politización ha servido para que adquieran una conciencia histórica que es resultado de una revisión sobre sus aciertos y sus errores en el tiempo. Otros sectores sociales simplemente se han polarizado y ven al contrario como su enemigo: el adversario político es simplemente la encarnación demoníaca de todo lo que está mal. En este otro sentido, la politización extrema es un empobrecimiento. Chávez jugó mucho a esa polarización de blanco y negro, removiendo odios de clase que estaban larvados e impulsando el resentimiento a escalas poco vistas anteriormente. Pero no es eso lo único que queda. Ha habido una gran revisión histórica y se ha visto que la imagen arcádica de la democracia venezolana tenía mucho de ilusión, una imagen basada en estereotipos que se crearon de forma casi instantánea durante la bonanza petrolera de los años 70. Había algo muy cómodo allí. Cuando durante todos los 80 estalló el espejismo saudita y desarrollista, descubrimos que el tejido social estaba muy maltratado. El deterioro se ha vuelto todavía más patente después de estos quince años de chavismo. Hoy la sociedad está destrozada, con tasas de criminalidad que son las más altas del mundo, con una disfuncionalidad general, una corrupción que ya no es solo económica sino moral y un gobierno que simplemente no da respuesta a todos estos problemas.

¿Y la réplica chavista de los programas sociales? El acceso a servicios básicos que antes buena parte de la población no tenía ¿cómo sopesas tú esto? ¿Qué era preferible? ¿Que Venezuela no cambie como cambió y la gente tenga el acceso a todos los bienes y servicios que el Estado les ha provisto y que históricamente no tuvieron?

Decir que “históricamente” los venezolanos estuvieron desatendidos es muy relativo. Venezuela era predominantemente rural hasta los años cincuenta, cuando empieza una oleada de boom petrolero. En esa época se acelera la urbanización, y el país crece muy rápido. Había muy poca infraestructura. Esa infraestructura se desarrolló mayormente durante la democracia. Venezuela, de los países sudamericanos, estaba entre los que tenía más escuelas, hospitales, carreteras. Fue así durante largo tiempo y hasta los años noventa. Incluso ya con el sistema democrático muy erosionado y lastimado seguía siendo un país que había crecido y había dado educación masivamente. Eso de “históricamente”, es parte de un relato que ha hecho el chavismo del pasado para intentar borrar algunos importantes logros de las décadas precedentes, sobre todo entre 1960 y 1980. Es una reflexión  que tergiversa pasado para construir una imagen de su presente como la gran solución. Es una falacia. Me explico: no es falso que Chávez le haya dado más recursos redistribuyendo la renta estatal en buena medida. No es falso. Pero es falso que antes de Chávez no hubiera nada ni que no se redistribuyera o que las necesidades de los venezolanos, en términos de servicios y seguridad social, estén cubiertas por el chavismo. Eso es totalmente falso. Lo que ha habido es una gran manipulación de la verdad, que está basada en la capacidad del Estado venezolano de comprar las conciencias, promover sus agendas y difundir “verdades oficiales”, como la ilusión del chavismo como encarnación de un Estado benefactor. Porque lo que da es muy poco comparado con el ingreso. Si se considera que Chávez disfrutó de la mayor bonanza petrolera del país, se entenderá que Venezuela tiene unos índices de crecimiento educativo y asistencia médica que son realmente muy básicos. Estos índices están retrocediendo de manera muy significativa en los últimos años. Chávez manejó un boom petrolero a la medida de su gran egolatría, y por supuesto, para que su egolatría fuera correspondida necesitaba redistribuir. Yo no voy a discutir que Chávez tenía una vocación social. Pero esa vocación social fue reemplazada por una gran vocación histórica. Su gran sed de poder que fue lo que marcó sus últimos seis años en la presidencia. El signo fue un deseo enorme de permanecer. De hecho lideró una cruzada contra la muerte para asegurarse de que eso fuese así.

En lo que se percibe desde fuera de Venezuela es, las cosas que se escuchan, que se cuentan, están al borde del absurdo. Increíble las historias que se relatan. La escasez, los cortes de luz.

Increíble pero cierto.

¿Cuánto hay de cierto de las noticias que nos llegan?

La escasez es real. Hay una escasez reconocida por el Banco Central de al menos el 30%, pero que en realidad es mucho mayor. Puede superar 50% de los productos del mercado. La imposibilidad de salir del país–o entrar– también es real. Venezuela es un país cuya infraestructura eléctrica, como ha reconocido el gobierno, está por el piso. De ahí deriva una crisis de suministro eléctrico. Pero en lugar de reconocerla se acusa a la oposición de sabotaje o incluso se dice que son las ardillas que roen los cables. Entonces lo que vemos en Venezuela es una gran incompetencia para manejar el país. En contraste con lo que está pasando en las naciones vecinas. Incluso en país tan desiguales como Colombia que han tenido un desarrollo económico vigoroso acompañado con mejorías sociales aun tímidas pero importantes.

En Un país en las antípodas tú dices que Tomas Eloy Martínez llega a Venezuela huyendo del brujo Lopez Rega, esa figura mítica y esotérica del peronismo que decían era el poder detrás del general Perón y de Isabelita. En cambio, en Venezuela se ve esto que es a ratos monolíticos, y unicéfalo con Maduro a la cabeza, pero a veces aparecen otros, como  Diosdado Cabello, dando declaraciones tan inverosímiles como “Chávez era el muro de contención de todas esas ideas locas que se nos ocurren a nosotros”. ¿Hay alguien que esté detrás de Maduro? ¿Cómo se configura el círculo de poder de Maduro?

Maduro es el mejor operador para mantener una alianza de intereses antagónicos, que es lo que caracteriza la cúpula chavista que está compuesta por un sector militar muy fuerte. No sé si tenga a un López Rega, pero creo que le gusta escuchar consejos de intelectuales ligados a la izquierda exquisita europea. No creo que Cilia Flores califique como Isabelita, aunque tenga el cargo oficial de Primera Combatiente y sea sin duda una importante aliada política de Maduro.

¿Cómo está configurada la cúpula del poder? ¿Qué tan monolítico y fuerte es el chavismo?

Yo veo al chavismo hoy como una corporación de intereses de distintos grupos. Es una junta de figuras militares, civiles, ideológicos y pragmáticos. En ese juego, Maduro es como el CEO, el chief executive officer, de la corporación, elegido por esa junta. Chávez acertó hasta cierto punto eligiendo a Maduro porque, a pesar de no poder darle al chavismo consistencia y coherencia, ha logrado evitar que éste haga implosión más rápidamente. No hay garantiza de que vaya a poder mantener esa unidad precaria por largo tiempo. Las contradicciones del chavismo son muy grandes. Sobre todo la contradicción que hay entre los sectores ideológicos y la inviabilidad del modelo económico. Son necesarios enormes ajustes tanto económicos, como operativos. Cuando, en 2003, Chávez bota a la mitad de los empleados de PDVSA, la principal compañía del país, tenía cuarenta mil o cuarenta y cinco mil trabajadores. Hoy PDVSA tiene alrededor de ciento veinte mil empleados. Sin embargo, la producción petrolera en vez de crecer se ha reducido. Ese es el motor económico de Venezuela, y es el sustento de todos los venezolanos. Es decir, una compañía que está en mal estado lleva sobre sus hombros todo el peso y la responsabilidad de mantener a un Estado que está mal. ¿Se entiende el juego de palabras?

Acá en Ecuador auspiciaba a un equipo de futbol.

Bueno sí, también auspician pilotos de Fórmula 1 que tienen un récord catastrófico. Es también una caja negra de donde han desaparecido miles y miles de millones de dólares Volviendo al punto de las contradicciones en la cúpula chavista, hay una contradicción muy grande entre los sectores que pregonan un socialismo de una izquierda cavernícola con sectores que pregonan un socialismo moderado y moderno de corte socialdemócrata. En medio de eso hay simplemente gente que supuestamente responden un ideal nacionalista, muy propio del estamento militar. Digamos que Diosdado Cabello podría ser la representación del militar nacionalista. Parece que él no comulga con el modelo cubano que, según voceros opositores, pretende imponerse en el país. Resultado: Venezuela es una ensalada de intereses antagónicos conducidos por un equipo de rivales. Porque el gobierno venezolano está formado por un equipo de figuras que son rivales entre sí. Hasta ahora los ha mantenido juntos el un interés común y una relativa correlación de fuerzas. Ese interés es el sostenimiento del poder por un lado, y su propia salvación, la necesidad de permanecer impune. Muchos funcionarios del alto gobierno chavista están ligados a casos de corrupción gravísima. No pueden entregarle el poder a la oposición, pues su supervivencia personal está en no entregarlo nunca. Esa es, en última instancia, la tragedia del chavismo. Por eso es que yo veo que el final de esta historia como un proceso muy difícil y muy duro para todo el mundo en Venezuela.

¿Cuánto tiempo más crees que esta corporación de intereses, como tú llamas al chavismo, pueda perpetuarse? Y ¿Qué va a pasar el día en que caiga?

No tengo una bola de cristal. El chavismo todavía tiene un gran control institucional y controla la renta petrolera –hoy en caída. Ambas cosas le permitirán hasta cierto punto navegar esta agua procelosas. Evidentemente tiene grandes problemas pues ya no dispone de la misma capacidad de redistribución que tenía antes. El país está en serios aprietos económicos. Eso lo limita. Además tampoco tiene un liderazgo claro, no tiene un norte. Hay una gran confusión. Este el momento de mayor confusión histórica en Venezuela en un siglo. Y para que esta confusión se decante va a pasar un tiempo, quizá no tan largo. El cronómetro está corriendo. El chavismo ha entrado a una fase de decadencia. Esto impone una redefinición. Se reinventa o será reemplazado. Reinventarse significa esencialmente modernizarse y abrirse o radicalizarse y cerrarse. Yo creo que es más factible es la radicalización ¿Va la sociedad venezolana a aceptar el sacrificio que significa esa radicalización? ¿O se va a levantar? Venezuela es como un cuero seco: si lo pisas por un lado y se levanta por el otro –dijo un ex presidente. Yo creo que en el mediano plazo viene un proceso de protesta social. Ya no política. Su mayor incentivo no será fundamentalmente político como en La Salida. Aunque se va a politizar más adelante, tendrá un origen social.

¿Qué fundamentos le ves tú a esta acusación que La Salida venía financiada desde el extranjero y la derecha internacional?

Esa es la coartada más trajinada por el gobierno venezolano. Yo no lo sé. Yo no te podría decir si Leopoldo López y María Corina Machado reciben fondos del gobierno americano. No tengo la más mínima idea. Como acusación no tiene nada de original. Pero lo más importante es que el gobierno no ha presentado pruebas creíbles para sustentar esa acusación. El gobierno mismo lanza estos globos de opinión y al final se desentiende de ellos sin ninguna responsabilidad. No hay necesidad de fundamentar nada porque las cosas pasan muy rápido en Venezuela y la amnesia es una forma de existir en un presente permanente. Es como vivir atrapado en un circo, un circo macabro en el que siempre te tienen entretenido con un horror más grande que el anterior.

¿Cuál es el horror de hoy en Venezuela?

Bueno, el asesinato político. Eso es lo que estamos viendo. El asesinato tipo vendetta. Mafiosos que, seguramente, dirán que fue un asesinato pasional.

Lo de Serra ¿Qué hay detrás de este caso tan oscuro? Inclusive me llamó mucho la atención el pronunciamiento del presidente, el colombiano, de Samper.

A mí también me llamó mucho la atención. Pero esa técnica y esos recursos espectaculares que fueron tan usados por el narco-paramilitarismo en Colombia y por la guerrilla, ya son muy corrientes en muchas otras partes. Se han contagiado viralmente. Me extrañaría que fuera el paramilitarismo colombiano. No me extraña, sin embargo, que esos procedimientos estén siendo usados en Venezuela. Son dos países que están juntos, después de todo. No le daría tanto peso a eso.

Sí. Y el paramilitarismo colombiano, bueno tú dices que no le das mucho peso ¿cómo está el tema del paramilitarismo en Venezuela? De estos colectivos.

Venezuela está infiltrada por paramilitares, pero no sé si por el paramilitarismo como un cuerpo político homogéneo. Incluso ya hay varias versiones contradictorias. Está circulando una versión del paramilitarismo, la otra versión es que es un crimen promovido por la oposición. Estoy casi seguro que no hay ningún elemento probatorio creíble para darle base a esta segunda posibilidad. Otra versión que es un crimen pasional. Por eso, no le daría mayor peso a la versión de Samper, que es solo una de tres o cuatro.

Empiezan a aparecer ciertas historias macabras como las de Guatemala o El Salvador.

Sí, ese espíritu, ese arquetipo de crueldad extrema como lo que estamos viendo con ISIS en el Medio Oriente o con los crímenes de los carteles en Centro América y México: formas totalmente deshumanizadas de violencia., en las que el modus operandi del asesinato está integrado como un mensaje a un tercero. Eso es relativamente nuevo en Venezuela.

En uno de los conversatorios en Medellín hablaste de haberte ido a estudiar fuera de Venezuela y decidido que era imposible retornar a un país en esas condiciones. Muchos amigos venezolanos repiten lo mismo ¿qué sientes tú que es ser venezolano en medio de esta crisis?

Ser venezolano en este tiempo es estar atrapado en una pesadilla apocalíptica que no tiene salida. El país sufre una violencia extrema dentro de un sistema que no puede solucionarla. Ese sistema ha incluso empezado a vomitar las excrecencias con las que se ha alimentado durante tanto tiempo. La desvalorización del otro es uno de los signos más atroces de los tiempos que vivimos. Es un elemento presente en muchos de los crímenes que vemos. Por ejemplo, no se conforman con matarte sino que te meten treinta balazos y cincuenta puñaladas. Eso es la anomia. Bueno, hoy Venezuela se define por la anomia. Una anomia que la vivimos con la intensidad de un apocalipsis bíblico. Es terrible. Otro signo de estos tiempos es el desgobierno. Curiosamente, el chavismo practica un tipo de gobierno que busca controlarlo todo pero cuyo resultado es un desgobierno. Es un desgobierno dictatorial, malandro, que violenta la institucionalidad.

En este desgobierno total, pesadilla, esta sociedad anómica, que está rota. ¿Cuál es el camino para Venezuela?

No sé, tendría que ser un genio para darte una respuesta.

Al menos una punta, algo. Es decir, ¿es necesario el fin del chavismo?

Venezuela necesita una reinstitucionalización. Reinventarse, reimaginar su institucionalidad desde lo más básico. Desde la familia, el individuo, hasta los poderes públicos con especial énfasis en la reconstrucción del estado de derecho y el imperio de la ley. Será un proceso muy largo. La de Venezuela es una quiebra histórica. Una catástrofe que ya no tiene arreglos.  Tú me preguntas qué es Venezuela, yo te diría que es el horror.

Tú crees que esta década del chavismo es peor que la década de la que tú hablas en el libro, de una década perdida.

¡Uf! Enormemente. En 1995 escribí un libro que se llama La ley de la calle, con testimonios de chicos que estaban metidos en situaciones muy violentas. Venezuela en esa época tenía tres mil quinientos, cuatro mil homicidios al año. Hoy tiene quince mil, dieciocho mil, veinte mil. Los especialistas y violentólogos dicen que la cifra varía entre diecisiete y veinte y algo. Esa violencia tremenda. Se genera como consecuencia del empobrecimiento económico, institucional y humano que data de la crisis de los ochenta, pero ya no se puede justificar a partir de ella. En realidad, con el chavismo la violencia se ha multiplicado. Hoy es cuatro o cinco veces mayor de lo que era en aquella época, en buena medida a causa de la erosión institucional que el chavismo provocó. No tengo ninguna duda de que estos quince años han sido mucho peores para Venezuela en términos de la viabilidad del país como nación y república. Se profundizó todo lo peor. La corrupción económica, la corrupción administrativa, la moral, la desvalorización del otro. Todo esto produce lo que tenemos hoy. Y duele atestiguarlo y contarlo.

 

Publicada originalmente en GkillCity.com