Carlos Marx acuñó el término “lumpen proletariado” para referirse a un sector pobre de la población, que no alcanza la categoría de clase obrera, que no tiene conciencia de clase y que por tanto no es útil para la revolución e incluso la obstaculiza. En su visión, el lumpen proletariado lo componen individuos como los mendigos, los rateros y delincuentes comunes, las prostitutas, los desempleados crónicos etc. Marx los veía como la escoria de la sociedad. En la Venezuela de estos días, uno podría tomar prestado ese concepto para hablar de otro sector que se relaciona de una manera distinta con la autodenominada revolución bolivariana. Se trata del lumpen empresariado; un sector que se ha expandido aceleradamente bajo la égida del régimen. Es un “empresariado” a ratos improvisado pero siempre voraz, que se forma y alimenta de los disparates de política económica, de la corrupción y de la incompetencia. Entre sus numerosas y crecientes variedades se encuentran ese empresariado de maletín que explota los múltiples tipos de cambio y sus controles; el que se dedica al contrabando de todo tipo de bienes (que ha pasado a convertirse en una actividad muy rentable en estos tiempos); el que practica invasiones de fincas y propiedades, cuya tenencia luego trata de regularizar mediante el uso mafioso del poder judicial; el que logra la adquisición forzada y en condiciones leoninas de empresas privadas, cuyos dueños son sometidos a toda clase de presiones para que vendan, utilizando como cómplice los poderes públicos. Es un “empresariado” que, parafraseando a Marx, no tiene conciencia de clase, porque no le importa y más bien le estorba el estado de derecho, los equilibrios macroeconómicos, la racionalidad de la política económica; que no necesita de ningún clima adecuado de inversiones, o mejor dicho, que el que tiene actualmente es exactamente el que necesita. Para ser justos hay que decir que ese “empresariado” ha existido siempre en todo tiempo y lugar. Lo que es nuevo en el Socialismo del Siglo XXI venezolano es la magnitud y el poder que ese sector ha adquirido en el país y en la economía. Ese es el “empresariado” que más prospera hoy en Venezuela. A diferencia del lumpen proletariado de Marx, que no sirve a los fines de la revolución, el creciente lumpen empresariado de estos tiempos en Venezuela es un aliado fundamental y base de apoyo del régimen. Podría ser considerado escoria de la sociedad tal como Marx pensaba del lumpen proletariado, pero definitivamente no es pobre, débil, ni marginal. Todo lo contrario. Es la extensión y creciente fortaleza de ese lumpen empresariado una de las principales razones por las cuales el viraje en el modelo económico que algunos han estado ansiosamente esperando no se produce.
Gerver Torres: El lumpen empresariado oficialista
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