Unas planchas, unos hornos pequeños y unas ollas eso es lo único a la venta en la tienda Daka de Bello Monte, que hoy luce desierta, a doce meses del llamado “dakazo”, publica El Tiempo.
Erick Lezama Aranguren/El Tiempo
Fue desde Anzoátegui y fue tajante. “He ordenado inmediatamente la ocupación de esa red (Daka) y sacar los productos a la venta del pueblo a precio justo. ¡Que no quede nada en los anaqueles!”, exclamó el presidente Nicolás Maduro en cadena nacional de radio y televisión.
Fue hace exactamente un año. El jefe de Estado reiteró que se trataba de un acto reivindicativo: “La burguesía, cuando se siente poderosa, le quita al pobre para enriquecerse (…), el saqueo que ustedes practicaban se acabó. El pueblo quiere justicia”. El propósito, insistió, era “proteger el salario de los venezolanos, sus aguinaldos”. Protegerlos de lo que meses antes había catalogado como “guerra económica”.
El contraataque gubernamental tomó forma de “ofensiva” basada en fiscalizaciones. “La burguesía asegura que con estas medidas espanto a las inversiones mundiales, que no van a venir a nuestro país. ¿Qué quiere la burguesía parasitaria? ¿Qué yo me quede de brazos cruzados? ¿Qué acepte que saqueen a nuestro pueblo?
En aquella alocución, Maduro informó que los gerentes de Daka, la minorista de electrodomésticos y equipos electrónicos con cinco sedes en el país (dos en Caracas, una en Falcón, una en Lara y una en Carabobo) estaban detenidos en el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin).
¿La razón? Después de que la entonces (hoy extinta) Superintendencia Nacional de Costos y Precios (Sundecop), adscrita a la Vicepresidencia de la República, fiscalizó las tiendas, hallaron sobreprecios de hasta 1.200% en los productos.
Así que obligaron a esa cadena a rebajar sus importes entre 50% y 80%. Los comercios quedaron a cargo del director del Servicio Desconcentrado de Bienes y Servicios de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb), coronel Hermes Carreño Escobar.
El 8 de noviembre de 2013, en plena temporada electoral para los comicios municipales del 8 de diciembre, lo que sucedió en Daka -fiscalización, ocupación, baja de precios- se repitió en otros comercios: de tiendas por departamentos, de ropa, de calzados, de ferretería, de papelería, de tecnología. De 400 empresas inspeccionadas, solo cinco vendían a “precios justos”, precisó Maduro dos semanas después de haberse iniciado aquel operativo.
La respuesta al remate de los precios fue masiva: las colas de personas, larguísimas, se extendían desde las puertas de los comercios durante el día y parte de la noche.
Hubo gente que las hacía para luego vender el puesto. Se reportaron saqueos en algunos comercios de Caracas y de otras ciudades de Venezuela.
Varios bancos aumentaron los límites de las tarjetas de crédito. Economistas, entre ellos el director de la firma Econométrica, Henkel García, analizaron la situación de esta manera: “Esto es como cuando alguien va a una fiesta y se bebe todo; después lo que viene es la resaca”.
La petición del presidente Maduro se cumplió: los anaqueles quedaron vacíos. Daka debió bajar las santamarías por falta de inventarios antes de diciembre. Hebert García Plaza, quien estaba al frente del Órgano Superior para la Defensa de la Economía, aseguró que pronto se repondría la mercancía.
Como el “barbarazo”
Han transcurrido doce meses. A la tienda Daka de Bello Monte (al sur de la ciudad) le sobra espacio. Se pueden contar los pocos productos disponibles: unas planchas, unos hornos pequeños, unas ollas, unas licuadoras y una tostadora de pan. También hay un equipo de sonido, pero más bien parece de uso interno. De línea blanca, nada.
El vigilante y dos empleados pasan el rato conversando en la entrada. Una vendedora juega con su teléfono. Ese es todo el personal que labora. Ni siquiera hay nadie en la caja.
Afuera del local apenas hay dos carros estacionados. La escena es de resaca después de un fíestón. La promesa de García Plaza quedo en eso: en promesa.
– ¿Tiene tiempo la tienda así, con tan pocos productos a la venta?
-Sí, casi no ha llegado nada. Este año hemos estado así. Pero pregúntele al gerente, responde la vendedora del celular.
El gerente camina de un lado a otro, con prisa, con unos papeles en la mano. De entrada pide el anonimato: “Es que no puedo declarar hasta el 15 de noviembre”, explica a El Tiempo.
– ¿Desde cuándo no les llega la mercancía?
-La primera mercancía de este año nos llegará el 15 de noviembre. No puedo decirte más. Pero hay rumores de que en lo que llegue, habrá otro “dakazo”. Imagínate.
Ese desabastecimiento, para el presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes y Distribuidores de Electrodomésticos, Edgar Berríos, es claramente una consecuencia de los remates de 2013.
A finales de octubre, el primer vicepresidente de Fedecámaras, Francisco Martínez, señaló que muchas de las empresas afectadas por las fiscalizaciones del año pasado no se han recuperado: “Muchas desaparecieron del mercado”.
Son, de acuerdo con Carlos Maldonado, director de la Cámara de Comercio de Caracas, las secuelas del “daño más grande que se le ha hecho al comercio”: “Lo que se quería era desbancar a las empresas, al sector más competitivo de la economía venezolana. El objetivo fue atemorizar a los inversionistas. Y eso seguirá teniendo un impacto por mucho tiempo”.
El economista Jesús Casique concuerda: “Hay temor en los inversionistas: en lugar de fomentar la inversión, el gobierno se encargó de ahuyentarla. No es un tema económico sino también político: las señales que le están dando al mercado, en este caso al sector comercio, son muy adversas: expropiaciones, confiscaciones, multas y cualquier medida fiscal que va en detrimento económico y de la producción”.
Los expertos estiman la crisis del sector comercio será una de las que incidirá en la contracción del Producto Interno Bruto en 2014.
Nueva fiesta
El gobierno ya comenzó a aplicar, otra vez, el guión del año pasado, sin aparente preocupación por el efecto resaca. El 31 de octubre pasado se adelantó el inicio del plan Navidades Felices 2014, previsto para el primero de noviembre, con el comienzo de nuevas inspecciones.
Y, como en 2013, habrá más dinero en la calle: la semana pasada el presidente Maduro anunció un nuevo incremento del salario mínimo, en 15%, a partir del primero de diciembre (pasa de 4 mil 251 a 4 mil 889 bs) . Este aumento coincide con el pago de aguinaldos (administración pública) y utilidades (sector privado).
“Vamos a recorrer todos los centros comerciales y bulevares donde la gente compra sus juguetes, artículos navideños, electrodomésticos, calzados y textiles que muchas veces son objeto de usura y especulación en esta época decembrina”, informó el superintendente de Precios Justos.
Esta vez no se inició con Daka – sus inventarios, como se observa en todas sus tiendas, son mínimos- sino con la cadena de juguetes General Import. La reacción ha sido la misma: colas larguísimas de cientos de personas para comprar los productos más baratos.
He ordenado la ocupación de esa red (Daka) y sacar los productos a la venta del pueblo a precio justo. ¡Qué no quede nada en los anaqueles!”
Nicolás Maduro
Presidente de la RepúblicaEn lugar de fomentar la inversión, el gobierno se encargó de ahuyentarla (…) las señales que le están dando al sector comercio son muy adversas”.
Jesús Casique
Economista
Estrategia rentable
El “dakazo” fue una medida política del gobierno para ganar las elecciones municipales del año pasado, aseguran analistas. Luis Vicente León, presidente de la firma Datanálisis, sostiene que esas acciones le valieron a Nicolás Maduro el aumento de 10% de su popularidad en un contexto electoral. “Fue una operación para estimular al votante. Aunque Maduro no se estaba midiendo en la contienda, era una acción que venía de parte del gobierno y por ende beneficiaba a los candidatos rojos. Fue algo muy efectivo: se indujo psicológicamente a la gente a pensar que el país está mal por culpa de la especulación. ¿A qué consumidor le disgustaría que le vendan barato”, pregunta el economista Jesús González.