El Desierto del Sahara es uno de los lugares más áridos del planeta.
Su clima inhóspito hace que la vida resulte difícil por las escasas lluvias y las altas temperaturas. Lo preocupante es que, ante la alarmante degradación ecológica del suelo fértil que se produce año a año por la destrucción de su cubierta vegetal, la erosión del suelo y la falta de agua a ONU ha señalado a la desertificación como uno de los desafíos ambientales más grandes a combatir, puesto que lleva a la hambruna y la inestabilidad económica.
Con el objetivo de contrarrestar dicho avance y explorar el potencial sin explotar de tierras como las del Sahara, el arquitecto Stephane Malka ideó la Máquina verde (Green Machine por su nombre en inglés), un concepto cuya tarea consistiría en convertir áreas desérticas en oasis a través del arado, la siembra y el riego del terreno a medida que se mueve de una zona a otra.
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