Los profesores del laureado Sistema de Orquestas de Venezuela contaron a sus colegas húngaros cómo rompieron el paradigma de la enseñanza académica de la música sinfónica, abriendo los portones de los teatros, para fortalecer la autoestima de los niños y jóvenes menos favorecidos socialmente. EFE/Nélida Fernández
Durante una conferencia que dictó un grupo de maestros del llamado Sistema en Budapest ante un público conformado por docentes húngaros quedó claro que el método menos academicista que los venezolanos han adoptado funciona a la perfección para introducir a chicos de bajos recursos en el mundo de la música sinfónica.
El Sistema acoge a 500.000 niños y jóvenes de toda Venezuela que, prácticamente desde que ingresan, se familiarizan con el instrumento de su preferencia y pasan de inmediato a prepararse para participar en ensayos de orquesta y en verdaderos conciertos.
La teoría, el solfeo, las notas y el pentagrama, así como el correcto uso del instrumento, van de la mano con la preparación para interpretar una sinfonía de Beethoven.
Este método asombró al público húngaro que asistió al Teatro Liszt de Budapest que preguntó a sus pares si no resulta más difícil enseñar a un grupo grande de niños que a particulares.
“Mientras más grande sea el grupo, más en confianza se siente el niño, cuando uno pone al niño de manera individual hay muchos errores que se hacen evidentes y eso hace que el niño se encierre y que no quiera hacer las cosas”, explicó el maestro Igor Lara.
El profesor venezolano indicó que con este sistema de enseñanza se ha llegado más rápidamente “a altos niveles de ejecución” y todo lo técnico se va trabajando dentro del grupo.
“En poco tiempo podemos lograr que muchos hagan mucho”, dijo.
El maestro Florentino Mendoza, uno de los miembros fundadores del Sistema junto al premio Príncipe de Asturias José Antonio Abreu explicó, por su parte, algunas de las causas que llevaron a los creadores de este proyecto social basado en la enseñanza de la música, a torcer un poco la técnica académica.
“No había tiempo de que los muchachos pasaran por un proceso, hasta engorroso, de diez años de estudios teóricos para luego comenzar con el instrumento, nosotros comenzamos con el instrumento primero”, dijo Mendoza que parte de la idea de que a los chicos hay que estimularlos con la idea de pertenencia a la orquesta.
“Lo que lo hacía diferente (el método) es que no había una estructura académica como tal (…) enseñamos al muchacho a tocar el instrumento y de una vez a un concierto”, remarca y agrega: “Y eso dio resultados”.
Se trata de una fórmula “quizás un poco atrevida de aprender música” y hoy en día el Sistema está en todo el país, con conservatorios de altos estudios musicales, más de 350 núcleos de enseñanza y unas 800 orquestas que forman parte del proyecto social.
El maestro Fernando Ruiz señala que los núcleos de enseñanza primaria del Sistema se convierten en la casa de los niños, y sus compañeros y profesores la familia en la que el chico “busca cobijo, busca amor, busca solidaridad y compañerismo”.
Ruiz recuerda que muchos de estos niños son víctimas de conflictos familiares y a veces son los mismos compañeros los que ayudan al afectado a superar el escollo emocional.
El director ejecutivo del Sistema, Eduardo Méndez, explicó que el proyecto cuenta con el Conservatorio de Música Simón Bolívar “que es la entidad académica máxima” donde todos los jóvenes y niños “cuando logran cierto nivel académico” reciben una formación superior, tanto en el ámbito instrumental como teórico.
“Es obvio que los 500.000 no pueden convertirse en músicos profesionales, hay un proceso de selección natural, nosotros en ningún momento decidimos quien se queda y quien se va, eso es algo que se va dando de manera espontánea”, agrega Méndez que aclara que el proyecto no pretende “crear una fábrica de músicos”.
Obviamente, la dinámica es exigente y difícil. El profesor de violín Javier Montilla narró que siempre se encuentra con la dificultad inicial de que el pequeño aprendiz “toca muy desafinado”.
Montilla agrega que en el esquema de los profesores del Sistema “jamás está pensar que los niños no pueden” y que son los docentes los que se deben convencer a sí mismos que sí se puede.
La conferencia de docentes del Sistema se dio en el marco de la quinta gira por Europa que está desarrollando la Orquesta Sinfónica Juvenil de Caracas y que la ha llevado a Zúrich, París, Hamburgo, Zagreb, Budapest y que dará conciertos en Viena y Gotemburgo.