El desdén de la administración pública hacia la educación básica, evidenciada en la falta de inversión, de personal, de labores de mantenimiento y hasta en ojos ciegos de los planes de seguridad, se traduce, en el mejor de los casos, en una formación cuesta arriba; la peor cara del problema es, sin duda alguna, el abandono del proceso educativo. Correo de Caroní
La Federación Venezolana de Maestros (FMV) encendió sus alarmas por el repunte de la deserción escolar de este año: 65% en comparación con el período anterior. Esto especialmente por el deterioro de los planteles, la falta de docentes, y la aberración de un panorama económico que no solo añade dificultades a la formación académica -uniformes, útiles y demás-, sino que alimenta el escepticismo de los jóvenes hacia un mercado laboral donde un profesional, con años de carrera técnica o universitaria, termina devengando el mismo salario mínimo que un bachiller.
La deserción escolar se ha sumado a la lista de problemas que enfrenta la educación en Ciudad Guayana. Según la Federación Venezolana de Maestros (FVM), la matrícula bajó 65 por ciento con respecto al año escolar 2013-2014 en el municipio Caroní.
Julio Veliz, presidente municipal de la FVM, comenta que en algunas escuelas se han visto en la obligación de fusionar secciones por la baja asistencia, mientras que los docentes han tenido que ser reubicados en otros planteles.
Esta situación perjudica tanto a los alumnos como al mismo docente, pues se altera la rutina del maestro, quien debe adaptarse a una nueva escuela, buscar los medios de transporte y hasta cambiar sus horarios.
Veliz señala que la misma situación económica del país ha provocado el abandono de las aulas, pues ha visto casos de jóvenes de 16 años que prefieren trabajar a estudiar porque adquieren una remuneración económica que el liceo no le ofrece.
Por eso insiste en que muchos adolescentes, al salir de bachillerato, piensan en trabajar de una vez, porque para estudiar deben invertir recursos y tiempo: cinco años una carrera larga y tres una carrera técnica y, si logran obtener el título, no saben si conseguirán empleo.
“Actualmente las familias no perciben la educación como medio para una mejor calidad de vida, porque muchos ven cómo un profesional que pasó cinco años en la universidad gana sueldo mínimo, igual ganarían ellos si van a trabajar sin estudiar una carrera. Es la situación del país que no motiva a los jóvenes y por eso muchos desertan”, indica Veliz.
El profesor asegura que en el país el mayor empleador es el gobierno, hay pocas vacantes para profesionales, y por eso los jóvenes desertan y se van a trabajar, incluso, antes de graduarse de bachiller.