Emilio Nouel: Venezuela, prohibido exportar

Emilio Nouel: Venezuela, prohibido exportar

thumbnailemilionouelLa retórica gubernamental, sobre todo en el último año, ha insistido en la necesidad de estimular las exportaciones no petroleras.

¡Aleluya! ¡Al fin se les encendió el bombillo!, alborozados exclamaron algunos empresarios.

Pero la alegría duró lo que unos caramelos a la entrada de un kínder.





Lo que estamos viendo contraría los anuncios. “Obras son amores y no buenas razones”, reza el dicho. A pesar de las buenas intenciones de uno que otro funcionario público de nivel medio o bajo, ya agobiado con las marchas y contramarchas de sus superiores, se reitera la misma absurda conducta.

La palabra publicitada no se condice con la práctica. Es más, en la realidad se está haciendo todo por desestimular o entorpecer una actividad, que en el discurso para el público de galería, se dice querer promover.

El Decreto 1.190 y las reformas al Arancel de aduanas aplicado a las exportaciones son el ejemplo más claro de restricciones que están causando graves perjuicios a las empresas.

Disponer de un sector exportador más allá de la industria energética, es una vieja aspiración de ayer y de hoy de los sectores económicos nacionales que han creído siempre en que colocar nuestros productos en los mercados internacionales, forma parte de las conveniencias del país.

En momentos en que las arcas del Tesoro nacional aparentemente están necesitadas de más divisas y el gobierno anda buscando por todos los rincones más préstamos que le permitan cubrir sus compromisos nacionales y extranjeros, no se comprende que una actividad que puede reportar dólares o euros adicionales, sea tan descuidada por las autoridades públicas.

En la actualidad, las contradicciones e incongruencias entre oficinas gubernamentales son asombrosas. Al igual que la política nacional, la de exportaciones no la entiende nadie. En ésta se mezclan la ignorancia, la incompetencia, la improvisación y la infaltable nefasta ideología refractaria a los negocios.

A los exportadores les ocurre lo que a los empresarios en general. Una disposición legal se emite en una fecha y a los pocos días sale otra que la deniega o la hace oscura. Gacetas oficiales van y vienen, errores de impresión, reimpresiones, enredos y más enredos, requisitos y más requisitos, redacciones mal hechas, vuelven un laberinto kafkiano todo procedimiento. Y para rematar, cada funcionario hace su interpretación particular de las normativas, no pocas veces antagónicas entre sí.

Por un lado, se llama a exportar, y por otro, se prohíbe. Lo que un ministro dice, lo desdice o deshace otro más allá. Exportaciones financiadas por el mismo Estado se ven afectadas. Mayor caos institucional no puede concebirse.

En 1998, las exportaciones no petroleras de Venezuela representaban alrededor del 27 % de las ventas externas totales. Productos químicos, acero, aluminio, arroz, café y pescado formaban parte de esa oferta. En el 2012, aquellas alcanzaron apenas el 4%. En 15 años, un descalabro evidente.

Hoy dependemos más del petróleo que antes de la llegada del gobierno chavista. La diversificación de la economía y de los productos que enviamos a nuestros mercados externos, objetivo prioritario de cualquier país, en el caso del nuestro, ha retrocedido.

En Mercosur, bloque comercial al que hemos ingresado hace poco por capricho político del finado presidente anterior, nuestro desempeño es lamentable en tanto que exportadores. Allí, sólo vamos a comprar, porque vender en las condiciones desastrosas de nuestra economía, es una quimera.

En 1999, llegamos a exportar a ese mercado 980 millones dólares; en 2012, sólo 120 millones de dólares. El año pasado las exportaciones a ese mercado cayeron en un 20%.

Visto lo visto, parece que habrá que esperar nuevos tiempos. O cambia el gobierno su proceder, sus orientaciones económicas, o sólo quedará aguantar hasta que llegue uno distinto con claridad en lo que debe hacerse, y en particular, en el campo de las exportaciones no petroleras. Que ponga al frente de esas políticas, no a aprendices de brujo, sino a gente que sepa de qué se trata el asunto.

EMILIO NOUEL V.
@ENouelV
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