El cierre de la semana pasada no pudo ser peor para la economía venezolana. Por un lado, el precio del petróleo siguió desplomándose y llegó a $70/b, lo cual significa en total una caída del 30% en relación al precio promedio del primer semestre del año. Y por el otro, en sentido exactamente contrario, el dólar paralelo (que es el que marca la mayoría de las transacciones), subió casi 20% en una sola semana, sobrepasando los Bs.120/$.
Estos dos elementos por si solos tienen un efecto letal en la economía venezolana, aunque el gobierno se empeñe en negarlo o subestimarlo. En la práctica, ambas cosas combinadas significan nada más y nada menos que el país contará con muchos menos ingresos, en un momento en el que todos los costos siguen aumentando, siendo que vamos directo a cerrar por segundo año consecutivo con la inflación más alta del mundo. Esto además ocurre en medio de una coyuntura de total dependencia del petróleo como fuente de divisas (representa el 96% de nuestras exportaciones) por un lado, con un altísimo nivel de importaciones de todo tipo debido a la más grave escasez de nuestra historia por el otro, por lo que la situación no puede ser más dramática.
Así las cosas, Maduro miente de manera irresponsable y cobarde cuando proclama que “aunque el petróleo llegue a cero nada le faltará al pueblo”. El sabe muy bien, como lo sabemos todos, que llegó la época de las vacas flacas y el gobierno no se preparó para esto. De hecho, tras más de un lustro de altísimos precios petroleros, el Fondo de Estabilización Macroeconómica previsto en la Constitución prácticamente no existe y las reservas internacionales están por el piso, mientras que PDVSA acumula por si sola una deuda de más de $40 mil millones y la de la República supera los $200 mil millones.
Ahora bien, frente a esto, todo indica que el gobierno sólo considera tomar algunas medidas fiscalistas, es decir, aquellas que le faciliten ponerle la mano a recursos adicionales para seguir gastando, sin implementar las correcciones de fondo que permitan reorientar sanamente la economía. En ese sentido, está decidido el aumento del precio de la gasolina, para lo cual puso a los trabajadores oficialistas a pedirle que lo haga, con lo que pretende minimizar el costo político que ello implica. Este aumento se hará, no obstante, sin dejar de regalarle nuestro petróleo a Cuba de manera directa y descarada, y a Bolivia, Nicaragua y todo el Caribe de manera indirecta. Aunado a ello, el gobierno venderá Citgo. Fuentes confiables como la Agencia Reuters insisten en que la negociación prosigue a espaldas del país, siendo esta una acción tanto lesiva a nuestros intereses como de alta traición a la patria. Finalmente, marchamos sin reconocimiento oficial sobre los rieles de una permanente devaluación. Las tasas de Bs. 6,30 y Bs. 11,30/$ tienden a desaparecer, y la de Bs.50/$ pasará a ser la principal tasa oficial, aunque la realidad obligará a que sea igualmente muy restringida, por lo que el dólar paralelo seguirá mandando.
En definitiva, como no se resolverán los problemas estructurales de la economía, como lo son el rentismo, la indisciplina fiscal, la extensión de los controles, la destrucción del aparato productivo y la violación sistemática del derecho de propiedad, la crisis seguirá su rumbo, la inflación y la escasez se profundizarán y el empobrecimiento masivo crecerá. El nuevo decreto de la Habilitante es: “a comer cable”. Queda claro que sin cambio de régimen no habrá rectificación económica.
*Dip al Consejo Legislativo de Miranda y directivo del Centro Popular de Formación Ciudadana
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