La mayoría de los guayaneses comienzan su jornada diaria en el transporte público; varios son los pensamientos que se cruzan por la mente de los ciudadanos cuando se dirigen a las paradas de los autobuses. Entre ellas, el miedo a llegar tarde al trabajo; idea que se ve opacada por la angustia de ser víctima de un atraco. Anamer S. Chirinos/ Nueva Prensa Guayana
Es común escuchar a personas que llegan a sus hogares narrando cómo “le quitaron todo” en un autobús. Además manifiestan no haber puesto la denuncia a los cuerpos de seguridad, porque “¿para qué hacerlo?”.
Las historias son múltiples, y en ninguna predomina un horario. Los atracos en el transporte público o en las paradas, pueden suceder en la mañana, al mediodía y en la noche. La principal ventaja que tienen los delincuentes es que en ningún autobús, “perrera”, taxi o “carrito”, existe vigilancia policial.
Cuando un hecho como este sucede, son pocas las alternativas que tienen los ciudadanos. La mayoría opta por la sumisión, entregar todo a los antisociales que van pasando un bolso por las filas de pasajeros para que introduzcan todas sus pertenencias.
El hecho de que alguien decida oponerse, puede generar violencia. Aunque no han ocurrido asesinatos en este tipo de situaciones, sí se han reportado personas lesionadas, bien sea por arma blanca o golpes ocasionados con las armas de fuego.
Resulta difícil identificar a un posible malhechor, “son otros tiempos”. En los relatos de las víctimas es muy frecuente escuchar: “fue una muchachita la que me atracó, andaba con tres hombres, todos andaban bien vestidos y no parecían malandros”.
Cabe destacar, que durante el año, se han incrementado los robos por parte de los conductores de los taxis. Antes eran ellos los que frecuentemente eran víctimas de la inseguridad, ahora predomina el miedo en los pasajeros de que el piloto voltee con un arma de fuego o simplemente con una voz amenazante diciendo: “Deja todo lo que tienes ahí y bájate del carro”.