“Tuve que vender un ternero para sobrevivir, para comprar maíz”, cuenta Teodoro Acuña Zavala, de 64 años, víctima de la sequía en Nicaragua, ejemplo de los fenómenos climáticos extremos que afectan cada vez más América Latina.
En su aldea de Palacagüina, en el norte del país, Teodoro mira a las gallinas picotear los restos de su parcela de maíz, devastada por la falta de agua y recuerda cómo, hace 16 años, fue el huracán Mitch el que golpeó su terreno.
Este año, la sequía “ha sido peor que ninguna”, confiesa este hombre de rostro curtido por el sol: “ocho días (de lluvia) es todo lo que nos cayo este año”. Bajo su modesta casa, el río no es sino un camino rocoso.
“Nunca había visto esto”, añade Guillermina Inglesia, de 54 años, que tiene una pequeña tienda de alimentos cerca de allí. “¿Qué vamos a hacer a partir de ahora con la sequía? Si la sequía continua, ¿entonces de qué vamos a depender, si vivimos precisamente del maíz y de los frijoles? Si no tenemos maíz ni frijoles, nosotros estamos prácticamente sin alimentación”.
América Latina acoge en Lima del 1 al 12 de diciembre la 20 conferencia de la ONU sobre cambio climático, un fenómeno al que la región es particularmente vulnerable, explica Sonke Kreft, encargada de estas cuestiones en el seno de la ONG alemana Germanwatch, que evalúa los países más frágiles en la materia.
“Los países de América Latina y del Caribe están en lo más alto de todas nuestras clasificaciones, sobre todo a largo plazo”, explica.
En su más reciente lista, Germanwatch sitúa a Honduras de primera, a Haití tercera y a Nicaragua cuarta entre los países que más sufrieron el calentamiento global entre 1993 y 2013. La ONG revelará su nueva clasificación a comienzos de diciembre en Lima.
Su ubicación en estos puestos se debe sobre todo a que la región “es frecuentemente golpeada por huracanes”, explica David Eckstein, uno de los responsables de la clasificación, que destaca que “la intensidad y la frecuencia de los huracanes aumentó claramente en los últimos años”.
– Acontecimientos climáticos extremos –
A finales de 2012, el Banco Mundial estimó que América Latina y el Caribe serían “una de las regiones más afectadas por el aumento de la temperatura” a pesar de su débil contribución (12,5%) a las emisiones mundiales de gases efecto invernadero.
“México y la mayor parte de América Central se volverán más secos y América del Sur será más húmeda en su parte norte y sudeste. Pero el centro de Chile y el sur de Brasil se harán más secos”, explica Rodney Martínez, miembro de la comisión de climatología de la Organización Meteorológica Mundial.
Y “las principales pruebas del cambio climático son los acontecimientos (climáticos) extremos, cada vez más numerosos”, como los huracanes y los episodios de sequía.
Tania Guillén, que representa a la ONG nicaragüense Centro Humboldt en las discusiones internacionales sobre el clima, puede atestiguarlo: “Este año, en la región, toda la zona del corredor seco, desde Guatemala, Honduras, hasta Nicaragua, estuvo sufriendo una sequía, la cual afecto la producción de alimentos”.
“Luego de haber pasado tres meses de sequía, llegó la temporada lluviosa en septiembre, y tuvimos inundaciones en el país, con aproximadamente 30 personas fallecidas por distintos efectos de las inundaciones y de la lluvia, refirió.”
Pero la lluvia solo llegó a una parte de Nicaragua, y la sequía persistió en otras zonas, retrasando un mes el comienzo de la recolección de café.
“El cambio climático significa una tendencia al alza de la temperatura, pero otro de los problemas es la variabilidad climática, un año seco, un año húmedo, un año frío, un año caliente”, confirma Henry Mendoza, responsable técnico de la asociación nicaragüense de pequeños productores de café Cafenica.
En Nicaragua, el Centro Humboldt, que estudia con la ONG Oxfam la posibilidad de un plan de ayuda humanitaria para las poblaciones afectadas por la sequía, se preocupa por las “cosas raras” que percibe ahora sobre el clima, como la multiplicación de tornados o los picos de temperatura, hasta ocho grados por encima de la media habitual. AFP