Los consumidores no encuentran productos como desodorante o crema de afeitar y se ven obligados a fabricar repelentes caseros contra los mosquitos que transmiten enfermedades como el dengue, así lo publicó ABC.es
Ludmila Vinografoff / Corresponsal en Caracas
Yordano Di Marzo, un popular cantante de 63 años, ha tenido que dar varios conciertos en el caraqueño Centro Cultural de Chacao para recaudar fondos para el tratamiento de su cáncer. Su caso es un ejemplo de cómo la crisis de medicamentos empuja a los venezolanos a hacer lo imposible para cubrir sus necesidades elementales.
La conmovedora lucha que ha emprendido Yordano por la escasez de medicinas en Venezuela contrasta con el generoso aporte de 14 millones de dólares que ha hecho el gobierno de Nicolás Maduro para financiar a los cantantes y artistas del festival pop «Suena Caracas», previsto a partir del 28 de noviembre, en el que participarán unas 120 bandas musicales nacionales y extranjeras.
Lo que desconcierta es la desproporción entre la asignación oficial para el entretenimiento social y el raquítico presupuesto para la salud mientras el país vive asolado por las epidemias del dengue y el chikungunya, para las que no hay fondos ni medicación, según denuncia el ex ministro de Sanidad, José Felix Oletta.
«Estimamos que 3 millones de personas han sufrido la epidemia en 23 semanas y los casos registrados en Venezuela representan el doble de los ocurridos en 37 países, reportados por la Organización Panamericana de la Salud», dijo Oletta. Es un lujo enfermarse en Venezuela y mucho más ahora cuando los medicamentos y los productos de higiene personal escasean de manera crónica en el orden de 60% en Caracas y de 70% en el interior del país, lo que ha agudizado la imaginación y la inventiva de los venezolanos para enfrentar las enfermedades.
Pero no todos los enfermos de cáncer pueden darse el lujo de organizar conciertos. El cantante Yordano, que padece del síndrome mielodisplásico, una afección que se produce cuando la médula ósea no genera suficientes células sanas, y necesita de un trasplante de médula, reconoce que «ha enfrentado muchas dificultades para conseguir medicinas, como cualquier venezolano» y agradece la ayuda y el apoyo de sus amistades para lograr el tratamiento.
Para prevenir la plaga de mosquitos portadores del dengue, chinkungunya y hasta el nuevo brote de malaria, los venezolanos se las ingenian para fabricar repelentes caseros según las recetas de la abuela. En las tiendas y farmacias tampoco hay desodorantes, ni pastillas de jabón, ni crema de afeitar, ni champú, ni crema dental.
Esto ha hecho que los consumidores se hagan sus propios desodorantes artesanales como la mezcla de bicarbonato con limón. A pesar de vivir en el trópico con altas temperaturas todo el año, los venezolanos destacan por su limpieza corporal. Y aunque los productos de higiene personal escasean en los supermercados siempre se las arreglan para no oler mal y estar presentables.