Los generosos préstamos que Beijing le ha extendido al gobierno de Maduro mantienen a flote una economía en crisis, publica The Wall Street Journal.
La caída de los precios del petróleo y una escasez de efectivo han desatado temores de una cesación de pagos en Venezuela, pero el país con los mayores problemas económicos de América del Sur se ha percatado que cuenta con un aliado vital: China.
Por Kejal Vyas/ The Wall Street Journal
La popularidad de Maduro se ha desplomado a 30%, según las encuestas, en momentos en que el bolívar colapsa y el gobierno enfrenta la inflación más alta del mundo, así como una amplia escasez de bienes básicos. Las penurias del país amenazan el futuro de lo que el fallecido Hugo Chávez, predecesor de Maduro, llamó Socialismo del siglo XXI.
La flexibilidad de Beijing podría darle más tiempo a Maduro, dicen los analistas.
La semana pasada, el presidente utilizó un crédito de US$4.000 millones de China, usualmente reservado por Beijing para proyectos de infraestructura y mantenido fuera del presupuesto, para elevar las reservas a US$23.200 millones. Hace poco, China también prestó US$1.300 millones para ayudar a Argentina a apuntalar sus menguantes reservas, dándole a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, una aliada cercana de Maduro, un colchón para aliviar la escasez de efectivo.
La generosidad de Beijing podría parecer irracional dadas las políticas económicas en Venezuela y Argentina, que no parecen sostenibles, dice Barbara Kotschwar, una académica que sigue la inversión china en América Latina en el Instituto Peterson, un centro de estudios de Washington dedicado a la economía.
“Por otro lado”, agrega Kotschwar, “han invertido tanto en la industria petrolera de Venezuela que deben haber concluido que una crisis política tendría un impacto negativo sobre el retorno de su inversión o la capacidad de Venezuela de pagar sus préstamos”.
Los ingresos petroleros de Venezuela, que equivalen a 96% de las entradas en dólares del país, han caído 35% en el último mes, dijo Maduro en un discurso la semana pasada en el que trató de convencer a sus compatriotas de que el gobierno está tomando las medidas necesarias para protegerse de las consecuencias de la caída de los precios del crudo.
Venezuela, que pierde dinero a raudales a través de un conjunto bizantino de tres tipos de cambio oficiales, ya experimentaba escasez de dólares incluso cuando el crudo estaba en US$100 el barril. El viernes, sin embargo, el precio del petróleo venezolano bajó a menos de US$70 el barril por primera vez en cuatro años.
Percibido como el exportador petrolero más vulnerable a la caída del commodity, Venezuela está presionando a sus pares en la Organización de Países Exportadores de Petróleo para que tomen medidas destinadas a apuntalar los precios en su siguiente reunión, programada para el jueves en Viena.
En medio de la caída, China eliminó el mes pasado el requerimiento de que Venezuela le envíe al menos 330.000 barriles de crudo al día como pago por sus préstamos existentes.
La reducción de envíos de crudo venezolano a China refleja el superávit en los mercados internacionales de petróleo así como la desaceleración de la economía china, aunque también representa un acuerdo de beneficio mutuo.
Venezuela puede desviar más de su crudo a clientes que le pagan en efectivo, en lugar de usarlo para pagar deudas. En tanto, China puede emplear una estrategia a largo plazo, ayudando a estabilizar la economía venezolana al tiempo que mantiene abierta la puerta de un mercado importante para sus empresas de servicios petroleros, perforación, minería, electrodomésticos y construcción. Las principales inversiones de China en Venezuela están en la Faja del Orinoco, rica en crudo pesado y en la que Beijing ha depositado miles de millones de dólares a través de una empresa conjunta con la estatal Petróleos de Venezuela SA (PDVSA).
“Toda la idea de que China ingrese a América Latina es asegurar su suministro, y en el corto plazo está seguro”, dice Russ Dallen, socio gerente de la firma de corretaje Caracas Capital Markets. “Ellos son pacientes”.
Analistas de la consultora de riesgo Eurasia Group dijeron en un informe reciente que los nuevos términos de China probablemente ayudarán a Venezuela a evitar una cesación de pagos el próximo año. También le dan algo de tiempo a Maduro para que considere ajustes con alto costo político que los economistas dicen son necesarios para reducir un déficit fiscal que estiman llegará a 20% del Producto Interno Bruto en 2015. Esas reformas incluyen reducir un subsidio interno a la gasolina que le cuesta al Estado más de US$12.000 millones al año y recortar el gasto en el extranjero, incluido un programa que provee crudo barato a más de una decena de naciones caribeñas.
La noticia sobre el relajamiento de los términos del crédito chino sirvió para elevar las reservas internacionales de Venezuela, que han caído 21% desde 2012, y desató la semana pasada una compra generalizada de bonos venezolanos, que son los de mayor rendimiento en el mundo en desarrollo debido al riesgo percibido.
El bono de referencia de Venezuela que madura en 2027 subió el lunes a 56,41 centavos de dólar con un rendimiento de 18,2%, frente a 53,7 centavos a principios de la semana pasada. De lejos, los bonos con el rendimiento más jugoso son los de PDVSA, que vencen en 2017, con un rendimiento de 28%.