Aunque las empresas consideraban que los nuevos aviones supersónicos serían ideales para tentar a las empresas y los clientes que puedan pagar el costo de llegar a destino en tiempo récord, ahora se plantean llevar la tecnología emergente a los aviones de pasajeros de la clase turista.
Si la iniciativa se concreta, paulatinamente comenzará ser natural llegar desde Nueva York a Los Ángeles en dos horas y media. O desde Londres a Nueva York en apenas tres.
Una de las empresas que se plantea la idea es Lockheed Martin, que con su modelo N+2 proyecta llevar 80 pasajeros a través de los Estados Unidos propulsados por un jet de triple configuración: un motor estará sobre la nave y otros dos en cada ala, para reducir el llamado “sonic boom”, el ruido que se genera cuando un objeto se desplaza a mayor velocidad que el sonido.
El tema es muy sensible porque se trata de uno de los motivos que demoran el uso de esta tecnología: “Una de las razones por las que no tenemos vuelos supersónicos comerciales es por el impacto ambiental derivado de los vuelos a alta velocidad. Para conseguir reducciones en el ruido que se produciría, se debe desarrollar un sistema de propulsión totalmente nuevo“, explica Michael Buonanno, ejecutivo de la compañía a cargo del proyecto NASA N+2.
“También exploramos nuevas técnicas para escapes de bajo ruido, integrando hélices, armazones y sistemas computarizados que suprimen sonido”, señala la compañía.
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