Para quienes administran una crisis de disponibilidad de divisas que ya rayó su segundo año, la noticia es desde luego es muy mala. El gobierno del Presidente Maduro, a decir por su visible parálisis, parecía haber puesto sus esperanzas en un repunte de los precios del crudo, un milagro que ha llegado, en otras ocasiones, justo en el momento preciso. Vale recordar en este sentido que el Presidente Chávez logró darle un giro histórico a su popularidad en el año 2004 para así ganar un referedum revocatorio, gracias al apalancamiento que a sus innovadores programas sociales pudo darle el repunte de los precios del petróleo. El Presidente Maduro, enfrenta una crisis económica atroz pero en contraste con una perspectiva económica que se torna aún más oscura y desafiante.
¿Cuál es la naturaleza de la crisis económica venezolana? Sorprendentemente no ha sido el resultado de una caída en los precios del crudo. De hecho, la escasez de divisas, el repunte de la tasa de cambio en el mercado paralelo, la agudización en la escasez de bienes esenciales y la aceleración inflacionaria comienzan a manifestarse hacia finales del año 2012, cuando el precio de la cesta de crudos de Venezuela aún estaba en 97 dólares el barril. Un conjunto de desarrollos, en esencia, de malas prácticas y políticas miopes llevaron al país por el despeñadero.
La obsesión por anclar la tasa de cambio por largo tiempo en un país con inflación de dos dígitos, acabó con las exportaciones no tradicionales competitivas y abarató artificialmente las importaciones. En el año 2012 las importaciones de bienes y servicios de Venezuela llegaron a 71.400 millones de dólares, una y media veces las importaciones registradas tan sólo dos atrás y el doble de las reportadas en el año 2006. En contraste, las exportaciones no petroleras cayeron dramáticamente a la mitad con la crisis global y no lograron desde entonces recuperarse.
Con una dependencia casi absoluta de los ingresos por exportaciones petroleras, Venezuela entró en una fase de altos repagos por concepto de una deuda a corto plazo que el país comenzó a acumular con China desde el año 2008. Los repagos llegaron a comprometer cerca de 264 mil barriles de petróleo diario. Crudo que se enviaba y se envía a China, que no generaba o genera flujo de caja. A esto se ha aunado el compromiso de exportar más de 266 barriles de petróleo a distintos países de Latinoamérica y el Caribe bajo la figura de convenios comerciales preferenciales, donde los países pagan de contado entre el 5% y 50% del valor de mercado de la entrega, tienen dos años de gracia, y facilidades para pagar el remanente entre 17 y 25 años a una tasa de interés de 2%. Por estos convenios financieros y comerciales (con China y América Latina y el Caribe) Venezuela estuvo perdiendo cerca de 3 de cada 10 dólares por petróleo exportado.
No menos importante es advertir el aumento del consumo interno de petróleo como resultado del mundialmente conocido subsidio a la gasolina que existe en Venezuela, y que le ha restado cerca de 100 mil barriles de crudo a las exportaciones, y otra carga desconocida atribuible al contrabando. Así que, en cierto modo, la economía se expuso a un shock de ingresos petroleros sin que fuera advertido y sin que los precios cambiaran de manera dramática.
No menos importante es apuntar, que entre los años 2011 y 2014, la concentración de repagos por concepto de deuda externa llevó al país a desembolsar por vencimientos e intereses cerca de 15.000 millones de dólares por año (cuando el promedio en los cuatro años previos no llegó a los 8.000 millones). De hecho sólo en el mes de octubre de éste año Venezuela debió servir compromisos por casi 6.000 millones de dólares.
El giro adverso en estos flujos no hubiera causado tan grave daño de haber tenido el país reservas defensivas para atender el desbalance de divisas y las presiones ulteriores. Desafortunadamente, desde el año 2005 y por disposición de una reforma a la ley de Banco Central de Venezuela, el instituto emisor comenzó a transferir parte de las reservas internacionales a un oscuro y desconocido fondo de desarrollo (el FONDEN). En ocho años cerca de 53 mil millones de dólares fueron transferidos desde las reservas internacionales al FONDEN.
Cuando la crisis de divisas estalla hacia el último trimestre del año 2012, el Banco Central escasamente contaba con 3.700 millones de dólares en reservas disponibles o líquidas, un nivel quizás acorde para una pequeña isla del caribe pero no para una economía como la venezolana con 30 millones de habitantes, una moneda sobrevaluada y cerca de 70.000 millones de dólares en importaciones de bienes y servicios.
Ante la crisis la reacción del gobierno fue restringir las asignaciones de divisas para importaciones y otras necesidades de la economía. El gobierno en Venezuela puede hacer esto pues concentra los ingresos por exportaciones petroleras y mantiene desde el año 2003 un sistema de control de cambios. En 2013, cálculos conservadores indican que las importaciones del sector privado pudieron haber caído cerca de un 11%. Para el año 2014, no hay estadísticas oficiales de la balanza de pagos o de movimiento cambiario (tampoco de cuentas nacionales), pero las cifras del CENCOEX (el organismo a cargo de la distribución de las divisas) indican una caída de 19% en los primeros 7 meses del año (con respecto a los 7 primeros meses de 2013).
El racionamiento de divisas en los mercados oficiales que tiene Venezuela es factor fundamental que explica la depreciación acelerada de la tasa de cambio en el “mercado negro” y la ausencia de bienes de consumo esencial, ya sea por qué no se importan en cantidades suficientes o porque las empresas domésticas no tiene los insumos para producirlos. El racionamiento, en cierto modo, es también la causa de la recesión y de la aceleración inflacionaria. Aunque el gobierno ha decidido no publicar cifras del producto interno bruto para este año, la caída en la producción es muy evidente. La producción de automóviles en Venezuela cayó 81% entre enero y octubre de 2014, según cifras publicadas por la Cámara Automotriz de Venezuela. La razón: no hay insumos para el ensamblaje. En un país donde el 75% de las importaciones son de materias primas, insumos intermedios y bienes de capital, restringir abruptamente las importaciones genera un serio daño para el sector productivo, especialmente para la manufactura donde se concentra los empleos más productivos.
Para colmo de males la demanda de consumo sigue expandiéndose ya sea por la desordenada política fiscal como por los nulos incentivos que tienen el público para ahorrar. El hecho es que también las tasas de interés en Venezuela están controladas, y el activo financiero que mejor rendimiento ofrece, los depósitos de ahorros, está pagando una tasa de -50%. Cuando el dinero pierde su propiedad de reserva de valor, la gente trata de refugiarse en activos u otros bienes exacerbando los desbalances en otros mercados, de por sí ya bastante atrofiados.
Con un nivel de gasto público que se ajusta a la inflación pero con ingresos fiscales de carácter petrolero que están atados a una tasa de cambio fija, la brecha fiscal se ha venido agigantando. El gobierno ha venido galopando en las colocaciones de deuda interna sobre la banca, pero el espacio es limitado, así que desde el año 2010 el Banco Central de Venezuela se ha ideado un mecanismo donde compra pagares emitidos en bolívares por la estatal petrolera PDVSA y ésta se voltea y paga compromisos gubernamentales y propios.Semejante desorden fiscal y monetario en una economía donde tener bolívares es pésimo negocio para los residentes, constituye combustible para la aceleración inflacionaria. La tasa de Inflación que cerró en Venezuela en 19% en 2012, posiblemente cerrará éste año por encima de 65%. Todo esto ocurre en una economía donde existen 4 tasas de cambio, y donde la brecha entre la tasa más baja y la más elevada es de 2.200 por ciento.
¿Y entonces, que le espera a la economía venezolana en un escenario de precio petroleros como el que se perfila? Bien, si los precios caen el próximo año, digamos, a un promedio de 74 dólares el barril para la cesta venezolana (84 dólares para el crudo Brent), la reducción de los ingresos petroleros externos efectivos puede llegar al 20%. Si el modelo sigue cerrando con racionamiento de divisas hacia el sector no petrolero, semejante reducción en los ingresos de divisas, provocará una amplificación de los daños. La caída del producto será mayor, las escases de bienes será mayor, la tasa de inflación seguirá acelerándose y el país se irá adentrando, aun más, a un proceso de peligroso descontento y creciente ingobernabilidad.
Venezuela necesita urgentemente un plan de transformación económica e institucional y un conjunto de políticas macroeconómicas que le permita recobrar los balances perdidos. En la transición requiere de una línea de crédito contingente externa que impida la parálisis y permita un mínimo control de daños ¿Habrá la suficiente sensatez en los círculos gobernantes para encarar los desafíos?