Lapatilla
La palabra no los compromete, su retórica pretende evadir realidades. Las incoherencias acompañan siempre el discurso. Son diestros en simular dominio de las situaciones. Los voceros no poseen la elocuencia y el histrionismo del Comandante. En las constantes declaraciones y permanentes cadenas imitan el lenguaje y modales del Expresidente, sin alcanzar el éxito esperado. La credibilidad no los acompaña. La audiencia se reduce cada día. Sus atrevimientos suplen carencias. Desestiman la opinión pública tratándola como ignara. La crisis en todas las esferas los agobia. Crece la incertidumbre, incluso, entre muchos de los que antes fueron copartidarios aumentan las dudas acerca de su competencia para superar el actual estado de cosas. En forma de rumor la desconfianza recorre los cenáculos del partido gobernante. La insatisfacción cada vez es más generalizada, sin distingo de sectores sociales y políticos. La recuperación del prestigio parece improbable.
En un libro del periodista Ramón Hernández editado en el año 2009 titulado: El asedio inútil, contentivo de una larga e interesante conversación con Germán Carrera Damas, el historiador afirma: “Su asedio a la democracia es inútil. No queremos ser súbditos ni seguidores, sino ciudadanos, seres capaces de arbitrar su destino”, en otro aparte señala en forma premonitoria: “Tengo la impresión de que nosotros estamos en la inminencia de una ola de fondo”. Roberto Mendoza De-Sola escribió un buen artículo, del cual extraje alguna de las citas.
Hoy se percibe con mayor nitidez la “ola” de inconformidad y descontento que recorre las entrañas de la sociedad, haciendo cada vez más necesario y posible el cambio político. Comparto la tesis que “la tenacidad demostrada por la porción democrática de la sociedad venezolana es insuperable”. Reitero nuevamente que, para despejar la senda y alcanzarlo, es imprescindible la Unidad de las fuerzas alternativas.
A propósito de unas declaraciones vino a mi memoria una anécdota que relataba Moisés Moleiro, referida a una entrevista de jóvenes de AD (que luego conformaron el MIR) con el entonces Presidente Rómulo Betancourt donde, palabras más, palabras menos, le plantearon la necesidad de cambiar de rumbo, en especial de su política hacia los Estados Unidos; a lo que el Presidente Betancourt respondió: “será inútil jovencito… será inútil”. Cada vez que alguien planteaba algo que Moisés no consideraba posible respondía con su característica mordacidad y humor: “será inútil jovencito… será inútil”. Moisés Moleiro hizo ese estribillo tan popular que en semejantes situaciones, sus compañeros y amigos lo empleábamos siempre en son de broma.
Al ver las declaraciones del Vicepresidente Arreaza, quien estudio en Cambridge gracias al Plan de Becas Gran Mariscal de Ayacucho, desmentir la eliminación del IVIC señalando: “nosotros vamos es a eliminar la ciencia elitesca, para el capitalismo que no es útil para el pueblo”, no pude eludir la tentación de parafrasear para el título de esta columna el libro citado antes y recordar la frase de la anécdota: “será inútil jovencito…será inútil”.
Luis Manuel Esculpi