No pasó por mi mente que saldría en defensa de la ministra Iris Varela. Lo hago porque desde los sucesos de El Rodeo que llevaron a su nombramiento como Ministra de Asuntos Penitenciarios en julio de 2011 he sido crítico de su desempeño, en especial por la absurda conducción de los sucesos de La Planta, que fueron lo suficientemente anómalos como para haberla removido del cargo. Pero no fue así, sino por el contrario felicitada y ratificada, porque tiene para quien la nombró el innegable mérito de ser entre todos los que le dan respaldo, la más resteada, quizá junto a la fallecida Lina.
Ahora ante el desastre de Uribana se alzan voces pidiendo su renuncia y me pareció escuchar hasta algún desafinado que solicita su remoción. Del otro lado Maduro la respalda; y yo digo: Iris, mantente firme, trata de hacerlo lo mejor que puedas, porque aunque no sea mucho, podrás siempre alegar que lo intentaste. Tú no puedes renunciar, porque la renuncia aunque es formalmente unilateral para que sea efectiva se requiere de su aceptación y en este momento no hay en Venezuela quien te la pueda aceptar. Presentarla es por lo tanto un saludo a la bandera.
Tampoco hay quien te pueda remover del cargo pues tú fuiste nombrada por Chávez en ejercicio de su facultad constitucional, numeral 3 del art. 236 de la constitución y aquí sí opera “la continuidad de la función administrativa”. Prueba evidente de que eres inamovible la constituye el nombramiento de Jauja, que digo Jaua, – aunque por lo inoportuno e indecoroso del mismo pareciera que en Jauja estamos y no aquí – porque el nombre de Chávez se invocó para nombrarlo a él y no está claro si se juramentó y ante quien.
No tienes escapatoria, ni salida y es por eso que lo único que puedes hacer es tratar de hacerlo lo mejor que puedas. Lo que sí me parece oportuno destacar es que si la opinión mayoritaria es que no estás capacitada para ejercer el cargo, no es culpa tuya, sino de quien te dio el garrote.
Frente al clamor popular que pide tú salida puedes hacer lo mismo que el teniente coronel cuando frente a los desastres de su gobierno se hace un poquito el desentendido, como la luna de Agustín Lara; y regaña, culpa y destituye ministros, o más bien hace enroque con ellos. Iris: Frente al reclamo responde: Vayan a reclamarle a él que fue quien me nombró.