“Esto es terrible, estoy anonadada, porque los precios cada día son peores, yo por lo menos no puedo comprarle el estreno a mis hijas, son tres muchachas y todos los años hemos estrenado ropa, y lamentándolo mucho ahora no podemos darnos ese lujo, tengo que llegar (a la casa) y prepararlas para decirles que este año no se va a poder”. Así publica la lanacion.com.ve / Marina Sandoval Villamizar
Era la señora Fanny Sánchez, quien paseaba por el centro de San Cristóbal a ver qué podía comprar. En ese momento preguntaba el costo de una falda pantalón que cuesta mil 800 bolívares, pero se sintió impotente –dijo- cuando confirmó que definitivamente con el sueldo mínimo, acompañado de los noventa días de las utilidades de fin de año, alrededor de 12 mil bolívares, ni siquiera podía comprar una muda de ropa a sus hijas.
“Un pantalón, solamente un pantalón, vale 4 mil 500 bolívares, qué hago yo, mi esposo cuando tiene trabajo colabora, pero es chofer y cuando está la gandola parada no trabaja, eso es demasiado, porque si hacemos una cosa, no hay para comprar estrenos, el año pasado hicimos 150 hallacas, este año haremos unas 70”.
La señora expresó que la inflación ha afectado tanto que “todos los años se podía adquirir un juego de muebles nuevo, o un televisor, pero este año no se puede”.
Carmen López por su parte, vino de San Antonio a San Cristóbal, para comprar los estrenos de la familia. “Ya me di cuenta que no puedo comprar, me voy igual que me fui, de dónde voy a comprar un pantalón en 5 mil bolívares, solamente el pantalón, ¿y los zapatos? ¿y los demás gastos?, lamentablemente este año, por primera vez en la vida, no estrenaremos”.
Y es que en un paseo por el centro, usuarios comentaron que el año pasado, incluso en enero, un blusa sencilla, de blonda con licra, costaba 150 bolívares y hoy vale 500 bolívares. Una blusa para bebé hoy está desde mil 800 bolívares, el pantalón (jean) mil 200 bolívares; para hombre, una camisa cuesta desde mil 200 bolívares; una “chemise” entre 600 y mil bolívares, un “jean” desde mil 800 bolívares en adelante; para dama pueden conseguir blusas desde 700 bolívares en adelante; faldas a 600; los leggins que son los pantalones de moda, los venden entre 700 y mil 500 bolívares; como en todo, el precio muchas veces depende de la calidad del producto.
De manera que con el sueldo mínimo, que se supone está ganando la mayoría de la población, apenas alcanza para la comida. La gente al parecer, está estableciendo prioridades y no son precisamente la ropa sino la alimentación. Y si la premisa es cierta, quiénes están comprando en la ciudad.
Y si comprar ropa es un dilema, pensar en los regalos de fin de año es un problema peor, y si no, escuchen a Sonia Bautista, una sancristobalense que quería comprar el regalo de su nieto.
“¿Qué cómo está haciendo la gente?, milagros, sacando de dónde no tiene para poder comprar, porque imagínese, un juguete para complacer a un niño, vale 3 mil bolívares, ¿de dónde va usted a sacar con un salario mínimo un juguete de 3 mil bolívares para poder satisfacer las necesidades de un niño que espera con ansiedad al Niño Jesús?.
– ¿Qué va a hacer usted?
— Seguiré mirando a ver dónde puedo conseguir lo más baratico para poder comprarlo, e ingeniármelas, recogiendo de allí, de allá, haciendo torticas, una cosita y la otra para poder juntar y complacer con ese regalo a mi nieto.
Tampoco se pueden comprar adornos
Adornar los hogares este año con nuevos objetos tampoco fue fácil, pero muchos optaron por utilizar los que tenían de años anteriores para poder llevar la navidad a su hogar.
“¿La decoración?, por lo menos, gracia a Dios, tenía adornos de años anteriores y con eso mismo he decorado este año, qué cuento de comprar uno cosas de navidad nuevas, es como los regalos, tampoco se puede dar porque lo poco que dieron de aguinaldos va a ser para comida y ver si podemos hacer hallacas, porque el cesta ticket lo aumentaron a 2 mil 400 bolívares, pero vaya usted con 2 mil 400 bolívares a hacer mercado y verá que con eso no puede hacer nada, aparte de que no se consiguen los productos” –dijo Sofía González-.
Sonia Bautista por su parte, expresó que “tengo los adornos desde que existían los “dos miles”, los 999, me equipé con eso y así es como tengo la navidad en la casa”.
Los comerciantes se quejan
Tanto los comerciantes formales como los informales se quejan de la situación económica y de la disminución de las ventas. El año pasado, en el mismo recorrido se vio incluso el desbordamiento de gente en las calles del centro y el interior de los establecimientos formales. Este viernes se observó menos gente en la calle, menos buhoneros y poca gente en los establecimientos comerciales, incluso en aquellos donde por la calidad de los productos, los precios son más económicos.
Ante esa realidad, ¿quiénes están comprando en la capital tachirense? Darwin Valbuena, comerciante, se quejó porque “no se está vendiendo mucho, la cosa está dura y eso no es noticia para nadie, el problema son los créditos que crecen”.
– ¿Quiénes vienen, se quejan?
— Por lo general no, de diez, se pueden quejar dos, aunque más que todo los que vienen a comprar son gente del Norte de Santander, traen dinero efectivo, y se sabe que vienen de allá por el acento, pero no crea, ellos también “lloran”, así tengan, piden rebaja y uno tiene que redondear porque con el hecho de estar uno aquí, genera gastos, hay que pagar créditos, impuestos, al personal, comida, solvencia municipal.
A juicio de Valbuena, “todavía la gente de aquí no ha venido, no le han pagado. Pero mientras tanto, seguimos batallando, principalmente por los niños, pero creemos que a partir de mañana (sábado) empezaremos a recibir la gente de aquí”.
Cayeron las ventas en más de 60%
Los trabajadores del comercio informal son ambiciosos en cuanto a las cifras y el desarrollo del comercio en el centro y personas como Edixon Belandria, aseguran que “la gente (del sector) se queja, las ventas cayeron en más del 60 por ciento, porque la situación económica está acabando con la economía informal, hemos perdido la capacidad de compra, nos hemos descapitalizado”.
Explicó que un pantalón cuesta hoy más del 300 por ciento con relación al año pasado. Cree que lo que la gente del Táchira está haciendo es “estableciendo prioridades, que son su alimentación, solo se están cubriendo los gastos para cubrir la cesta básica alimentaria, la gente no está comprando”.
Dijo que incluso, algunos clientes le han comentado que solamente pudieron tener el estreno del 24, que volverán a vestir el treinta y uno, porque uniendo los sueldos más los aguinaldos y prestaciones, una familia que tengan entre 3 y 4 hijos, no logra vestir al grupo familiar, aunque le den 60 mil bolívares no les alcanza”.