Corrupción y despilfarro: Hermanos siameses en la Venezuela bolivariana” Domingo Alberto Rangel
Al momento de escribir nuestro articulo y colocar el título, nos vino a la memoria: Fin de Fiesta. Sin duda que este título tiene múltiples acepciones y connotaciones. A nosotros no vino de inmediato a la memoria el libro escrito por Domingo Alberto Rangel a principios de la década de los ochenta y que, de seguro reposa en alguna de nuestras cajas de libros que nos acompañan, de manera fiel e inseparable, desde que nos vimos obligados a dejar a nuestro país. De seguro también, en esas cajas reposan otros libros escritos por Domingo Alberto a quién leíamos con atención y cuidado. Entre ellos irrumpe, entre otros, “Capital y Desarrollo”, donde en tres tomos Domingo Alberto se paseaba por la Venezuela Agraria, la Venezuela del Petróleo y la Venezuela Oligarca. El recuerdo viene, de seguro, porque fueron esos tomos los que nos permitieron conocer a Domingo Alberto y establecer intensas discusiones, en particular sobre lo escrito en el segundo tomo referido al Rey Petróleo, justo cuando finalizábamos nuestra carrera en la Universidad Central de Venezuela.
En el libro Fin de Fiesta, el autor toca tres temas candentes en su momento, procesos ocurridos justo a principios de los ochenta: la caída de los precios del petróleo, la fallida reivindicación de las Malvinas y la reanimación de la controversia en el Esequibo.
Si bien es cierto que nuestra relación con Domingo Alberto siempre fue polémica, justo es reconocer que nos ha resultado difícil encontrar una mente más brillante y un personaje más aferrado al pensamiento de izquierda, a lo largo de mi vida. Por eso guardo su recuerdo con respeto.
Quizás muchos no lo sepan, pero desde el principio, Domingo Alberto fue un enemigo acérrimo de Hugo Chávez y su proceso “revolucionario”, lo tildaba de farsante y aseguraba que la corrupción y el despilfarro eran hermanos siameses en la Venezuela bolivariana. También creía firmemente y así lo afirmó públicamente poco antes de fallecer que Chávez, podría ser derrotado por la vía electoral en el año 2012. ¿Se equivocó?
Lo cierto del caso, es que el año 2014 parece ser el designado para hacer sonar las trompetas que anuncian el final de esta farsa revolucionaria, mantenida solo por obra y gracia de los altos ingresos petroleros, la corrupción generalizada, el narcotráfico y el apoyo castrista. Pero ojo, el final no llega todavía. La fiesta termina, pero comienza la despedida que, en la idiosincrasia venezolana, suele ser larga y animada.
Es obvio que con relación al sustento principal, de esta farsa montada desde casi diez y seis años, es decir, el petróleo, la situación será complicada y de muy poca ayuda para el proceso, o lo que queda de él. Sin duda, la situación de una empresa minusválida como PDVSA, profundamente golpeada por la ineficiencia, la corrupción, la desidia y su desnaturalización empresarial, poco o nada podrá aportar para mantener a flote una embarcación que navega a toda vela rumbo a los arrecifes. En nuestra próxima entrega, la primera del año 2015, haremos una síntesis de un extraordinario trabajo realizado por nuestro compañero Sergio Sáez del Centro de Orientación en Energía (COENER), sin duda un gran aporte para el análisis correcto y la comprensión del momento.
Entre tanto, le dejaremos a ustedes sobre la mesa, una cifra resultante del referido trabajo: para el 2015 el déficit en el flujo de caja de PDVSA podrá alcanzar los 46 mil millones de dólares, cifra por demás impresionante.
Ahora bien, mas allá la caótica situación de PDVSA y la profunda crisis de una economía que requiera ingentes cantidades de dinero para sobrevivir al 2015; mas allá de la inflación desbordada y la escazas en aumento, se requiere un cambio profundo en la conducción de la alternativa democrática que sea capaz de galvanizar voluntades y capitalizar la crisis para producir un verdadero movimiento social que sirva de catalizador para producir un cambio en el modelo político en el menor tiempo posible.
Desde el inicio del 2015, es imprescindible, desde nuestro punto de vista, romper con el código comunicacional que el chavismo nos ha impuesto. Basta ya de hablar de deuda social, de misiones, de discriminación y odio social. Basta de conceder espacios a la supuesta lucha de clases que nos divide y nos envilece. Dejemos a Bolívar, el militar y el civilista, descansar.
Debemos construir nuestro propio código de comunicación. Debemos hablar de progreso, de oportunidades, de la educación para el trabajo, de emprendedores, de generar riquezas, de empleos dignos, En fin, hablemos del país que queremos construir, busquemos nuestra identidad, comencemos a conformar una Nación.
De nada nos sirve, por ejemplo, de hablar de mantener las misiones, los venezolanos merecemos mucho más que las dadivas que permean de las misiones. Los venezolanos merecemos un sistema de salud integrado, estructuralmente concebido; los venezolanos merecemos más que unas viviendas precarias y mal construidas por mafias corruptas que se adueñan de los recursos, merecemos programas permanentes regidos por Ministerios e Instituciones oficiales en asociación con empresarios y trabajadores. En fin merecemos más que alcabalas con carnets, listas selectivas o puestos en la administración pública.
Queremos que el sueño de nuestros nietos, no sea pertenecer a una misión, ser funcionario público con carnet del partido y como máxima aspiración graduarse en la Universidad Bolivariana. Queremos nietos que sueñen en oportunidades que proyecten hacia una mejora sustancial de su calidad de vida, queremos nietos que sueñen en su propia empresa, en su propio proyecto de vida, que aspiren a doctorarse en la mejores universidades del mundo y servir en su país. En fin queremos que sueñen en un país mejor que Suiza, Australia, Canadá, EEUU y no en un país como la Cuba castrista.
Cuando rompamos paradigmas en nuestras propuestas, cuando volvamos pedazos el código comunicacional que nos han impuesto y que nos tiene cercados, la luz de la democracia alumbrará con fuerza nuestro presente y nuestro futuro.
No podemos irnos en este 2014, sin mencionar a los presos y perseguidos políticos. Desde el año 2002, nuestra vida cambió de manera radical, nunca más las Navidades y el Año Nuevo, significaron lo mismo. En diciembre de 2004 la persecución sistemática se judializó y luego de la clandestinidad, vino el exilio. Es por eso que el sentimiento que más ha florecido en nuestro corazón es la solidaridad. No podemos dejar nunca de tener un pensamiento para todos los presos, perseguidos y exiliados políticos, también para aquellos que sea han quedado en el camino, víctimas de la barbarie. Trataremos, como siempre lo hacemos, de disfrutar la Navidad en familia, aunque estemos fragmentados, trataremos de recibir el año 2015 rodeados de amigos con alegría, fe y esperanza, pero siempre tendremos un momento muy especial para recordar a tantos hombres y mujeres víctimas de este régimen oprobioso.
Pidamos su libertad y el cese de la persecución.