La escasez de productos básicos se hace crónica en Venezuela y ha puesto en jaque hasta un récord Guinness del turismo nacional. La heladería Coromoto de la ciudad de Mérida (capital del Estado del mismo nombre, en la región suroccidental andina) anunció el día de Navidad su cierre temporal. “Estaremos cerrados durante la temporada alta por escasez de leche. ¡Oficial!”, dijeron los responsables del local en su página en Facebook, publica El País de España.
Por Ewald Scharfenberg/El País de España
Pero desde hace tiempo algunos de esos sabores no eran más que un letrero sobre una cartelera. La falta de leche —líquida o en polvo, aparece con intermitencia en los mercados o se consigue a precios prohibitivos en el comercio informal— impedía su elaboración. La clientela se quejaba. La presión se hizo sentir durante la actual temporada navideña, cuando la afluencia de turistas aumenta. Para proteger su prestigio, la heladería prefirió cerrar, al menos, hasta que acaben las festividades en enero.
El renombre de la heladería atrae a nativos y extranjeros como un reclamo turístico exclusivo de la ciudad. En 2002, Enrique Vila-Matas escribía en EL PAÍS sus, para entonces, 788 “imaginativos sabores”, enumeraba el escritor, de paso por Mérida hacia un hotel del páramo andino, “de ajo, de cerveza, de frijoles, de espaguetis, de aguacate, de trucha fresca, de jamón ibérico…”.
Mérida, ciudad universitaria que, ubicada al pie de la única sierra nevada del país, vive del turismo, se toma en serio la noticia. La Cámara de Turismo regional emitió un comunicado en el que señalan los malos augurios que para el sector entraña el cierre, aunque sea temporal, de la Coromoto.
Este anuncio constituye un indicio de la magnitud que el desabastecimiento de leche, de otros productos de consumo masivo, y de insumos industriales, alcanza ya en el país. El Estado venezolano, que se reserva la exclusividad en la asignación de divisas para la importación, anda corto de ingresos por la caída de los precios petroleros. Tras una oleada de expropiaciones y controles de precios que ahuyentan a los inversores, concentró en su aparato burocrático más de la mitad del sistema nacional de distribución de alimentos, lo que lo hizo también más vulnerable a sus propias ineficiencias.
Pero el Gobierno de Nicolás Maduro achaca la persistente escasez a una “guerra económica” y la conspiración del imperialismo y la burguesía local.