Un centenar de ranas dardo venenosas habitan en un hotel ubicado en las riberas del Canal de Panamá, para que todo el quiera fascinarse con su piel multicolor pueda ver a estos diminutos anfibios cuyo hábitat natural está amenazado por la acción del hombre.
La exhibición permanente “Tierra de Ranas”, muestra 3 géneros de este anfibio de la familia anuros, que son endémicas de Centro y Suramérica, en un espacio que simula su hábitat natural.
En el jardín de ranas se encuentran géneros como “Dendrobates” de color negro y verde; la “oophaga”, que posee más de 20 combinaciones de colores, y la “phillobates”.
Módulos de vidrio y alrededor de 25 plantas de la cuenca del Canal de Panamá sirven de asiento natural para los anfibios, siendo la planta bromelia una de las más importantes por su particularidad de acumular agua en las hojas.
Las ranas dardo pueden vivir 10 años en cautiverio. Las hembras desovan en la hojarasca o el sustrato del suelo, hasta llegar a reproducir una docena de huevos, que una vez eclosionados a renacuajo, son llevados en su espalda por el macho a una bromelia para que allí terminen su ciclo.
Entre las hojas y ramas del jardín instalado en el hotel se pueden apreciar las ranas dardo, que “se caracterizan por su minúsculo tamaño y su piel colorida que contiene alcaloides tóxicos que advierte a los depredadores que tienen veneno o mal sabor”, dijo a Efe José Soto, director de Actividades del Hotel Gamboa Rainforest.
El centenar de ranas dardo que se encuentra en exhibición, sin embargo, no poseen la enzima de defensa debido a la alimentación que reciben, a base de frutas en descomposición.
Las ranas dardo silvestres producen las toxinas de los insectos, hormigas y ciertos escarabajos de los que se alimentan y que, a su vez, la obtienen de las plantas.
De cualquier manera, “las posibilidades de morir por una rana venenosas son mínimas, y solo hay dos formas: una que te la comas y dos que la manipules y el veneno entre por una herida abierta”, aclaró Soto.
El ejecutivo destacó que las ranas dardo se encuentran más amenazas por la devastación de su hábitat a causa de la acción del hombre que por peligros naturales como el hongo quítrico, que está acabando con ranas en todo el mundo.
“Las ranas arborícolas son más afectadas por el Batrachochytrium dendrobatidis, conocido como hongo quítrido, que está acabando con éstos anfibios en todo el mundo, el cual no es el caso de las ranas venenosas por ser muy resistentes a los hongos”, dijo Soto.
El mortal hongo quítrido es el responsable de desaparición paulatina de la diminuta rana dorada, un animal simbólico para los panameños desde tiempos precolombinos.
Muchas de las personas que han visitado el recinto nunca han visto una rana venenosa y se sorprenden o desesperan por encontrarlas, lo que guarda su concepto de sentirse en un bosque natural con las mismas condiciones, una de ellas es que las ranas se esconden.
Para Romina Tejada, una de las visitante de la exposición, destacó a Efe “el microclima que le han armado” a las ranas.
El jardín de ranas recreado en el hotel involucró un trabajo de seis meses para formar un hábitat para que las plantas maduraran, se lograran adaptar, y que el recinto estuviera adecuado para la llegada de las primeras 30 ranitas, indicó Soto.
El recinto cuenta con un sistemas de aspersión cada hora y media por cinco minutos, lo cual simula un bajareque que ayuda a mantener una humedad del suelo.
En la construcción se tuvo en cuenta la creación de una acera perimetral con espacio suficiente para visitantes con silla de ruedas y la altura de la cerca fue elaborada para la estatura de los niños de 3 años en adelante.
El proyecto cuenta con la asesoría de Sergio Bustamente, especialista en cría de ranas dardos en Panamá y donante de los géneros en exhibición. EFE