Henri Seydoux presiona un botón de su teléfono inteligente y el “drone” (vehículo aéreo no tripulado) se eleva suavemente y se cierne en el centro de su oficina en París; y la cámara transmite en vivo hacia su teléfono imágenes de la pintura de marco dorado del siglo XIX que cuelga en su pared.
El presidente ejecutivo de Parrot, la compañía francesa de tecnología, está probando el nuevo drone Bebop, un robot –con aspecto de insecto– con cámara de alta resolución y cuatro aspas giratorias, el cual espera que sea el juguete imprescindible del 2015.
Y tiene razón para estar optimista. Los dos mini-drones que lanzaron a principios de este año, el Jumping Sumo y el Rolling Spider, se han convertido en un éxito navideño, al haber vendido 250 mil unidades en dos meses, principalmente en EEUU y Europa.
Las ventas de drones aumentaron 130% en el tercer trimestre de este año, según la empresa que también fabrica sistemas de entretenimiento con conexión vía bluetooth para automóviles. “No teníamos idea de que tendrían tanto éxito”, dijo.
También está aprovechando un sector en crecimiento. En EEUU, el mayor mercado de la compañía, se espera que el sector de los drones alcance un valor de más de US$ 80 mil millones a partir de 2015 hasta 2025, según un estudio realizado en 2013 por la Asociación de Sistemas de Vehículos No Tripulados.
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