Entonces, qué hacer? Castro instruyó al limosnero: “Vete a China, es tu último recurso. Lo único que te queda es pedir más dinero prestado a ese país”.
Venezuela ya le debe unos $60.000 millones a China, país que tiene enormes problemas económicos y ambientales propios, pero todavía tiene mucho dinero en los bolsillos. De manera que el limosnero llamó a su amanuense principal y le dijo:
“Villeguitas, prepárame el avión y un comunicado bien bueno, que diga que voy para China y para países de la OPEP, a luchar por la integración mundial que inició nuestro comandante eterno, que se yo, algo que suene a estadista”.
“Y los avisos económicos que usted prometió, Presidente”? Le preguntó el amanuense.
“Olvídalo, chico. Tengo que ir a buscar la plata primero”.
De manera que desde anoche el limosnero está volando para China, a pedir otra ayudita que termine de hipotecarle a China la Faja Chávez Frías que se ha quedado fría y los recursos minerales del país, incluyendo las minas de oro de Guayana, las cuales solo sirven para pasar de mano en mano, no para producir oro. Con la soberanía política en manos cubanas y la soberanía financiera en manos chinas, Venezuela es hoy un país degradado, reducido a los niveles inferiores del desarrollo, junto con Haití y los países africanos, con los cuales compite las últimas posiciones en competitividad, transparencia, gobernabilidad y libertades., todo ello mientras Ernesto Samper y José Antonio Gil Yépez piden un diálogo con la pandilla de malhechores que ha causado el derrumbe.
Este viaje de Maduro a China y quien sabe a qué otros países que tienen dinero es una evidencia más del desastre nacional causado por la pandilla de ladrones e incompetentes que tiene 16 años en el poder. Venezuela anda hoy por el mundo en plan de limosnera, representada por un personaje de comiquitas, con la mano extendida en búsqueda de quien le “zumbe algo” para sobrevivir políticamente por algún tiempo más. El limosnero pide limosnas, endeuda más al país para continuar regalando petróleo a Cuba y otros países del Caribe y para mantener programas sociales que no constituyen una solución efectiva contra la pobreza.
Ya no se trata de mantener la “revolución”. Esa es una palabra gastada, la cual nunca sonó genuina pero ahora suena grotesca. Lo que existe hoy es un caos en el cual se mueven, ansiosos de raspar la olla, militares narcotraficantes, banqueros mafiosos y contratistas insaciables, en plan de llevarse al exterior lo que puedan antes del colapso final.
En 16 años el régimen chavista regaló, se robó o despilfarró unos dos millones de millones de dólares. Es decir: un dos acompañado de 12 ceros. Con ese dineral se compró una leyenda frágil y vulgar llamada socialismo del siglo XXI entre la multitud de parásitos latinoamericanos, grupos terroristas y adulantes del primer mundo. Hoy, cuando el dinero se ha esfumado, el régimen está abandonado por quienes lo exprimieron y el heredero del difunto se encuentra hoy sin dinero, sin ideas, sin apoyo, objeto de burlas y desprecio.
Regresará o se quedará por allá? Esto último quisiera él, pero no hay país que lo reciba.