Los ciudadanos hemos luchado admirablemente durante 16 años, enfrentando un régimen que pretendió doblegarnos con miedo, miseria y represión; hemos demostrado coraje y entendido el poder del pueblo decidido a rebelarse ante la opresión. Es hora de intensificar la movilización y protesta cívicas, con el claro propósito de sustituir al régimen. La gente exige la solución inmediata de apremiantes problemas: acceso a comida, salud y seguridad. No basta con protestar por ellos; la protesta debe estar dirigida a resolverlos, lo que implica el cambio del régimen.
La Iglesia católica cumple, una vez más, su compromiso con la Democracia venezolana. Con sabiduría y valentía, ha denunciado las intenciones de imponer un régimen totalitario, que aniquile la dignidad y la libertad del individuo. Las iglesias orientan en lo espiritual y promueven la firme defensa de los valores éticos, la solidaridad y la reconciliación en la sociedad. Frente a la devastación económica, amplían acciones humanitarias hacia los más necesitados.
Solidaridad
Los demócratas del mundo elevan su voz llamando al régimen por su nombre: una dictadura militarista y mafiosa. Denuncian la cruel tortura, la censura y la corrupción. Para la reconstrucción de Venezuela la solidaridad internacional será indispensable; en apoyo económico y en acompañamiento político.
Nuestras Fuerzas Armadas han contribuido positivamente, en las ocasiones requeridas, para la instauración y la preservación de la Democracia. Hoy deben proceder con apego estricto a la Constitución: defender nuestra Soberanía Nacional, integridad territorial y Soberanía Popular. Y negarse a ser utilizadas como instrumento de represión contra el pueblo que ejerce sus derechos.
Finalmente, Maduro, gracias a cuyo improvisado y vergonzoso paseo familiar ya nadie duda que tiene un solo camino: Renunciar.