Lapatilla
Curucuteando en el legado del Comandante Eterno los redactores de La Patilla han dado con un video en el cual un soldado aparece ondeando la bandera nacional desde la azotea de Miraflores el 13 de abril de 2002. Es tal vez la imagen más difundida de aquellos funestos y violentos sucesos, presentada como emblema del triunfo chavista de la falsa epopeya de recuperación “popular” del poder político. Extrañamente sepultada en los últimos meses, tal vez como precaución de que la misma pudiera convertirse en breve en una pesadilla para el segundo hombre del régimen.
Pero el video que dio la vuelta al mundo aquellos días del “volvió volvió volvió”, ha reaparecido para repetir su gira por el globo terráqueo en una nueva versión que no se reduce solamente a las famosas imágenes del “héroe” haciendo de porta estandarte de la “victoria patriótica”, tantas veces visto por los venezolanos. Viene ahora insertado como parte de una de las interminables cadenas televisivas donde el Eterno se ufana de aquel muchacho a quien consagra como patriota y héroe de la revolución.
Una vez recuperado el poder el 13 de abril el Comandante Supremo, tan falto de épica para dar sustancia a su insaciable vocación de trascendencia histórica a costa de lo que fuere, no perdió la oportunidad de construirla a su gusto con el afortunado video. Probablemente se sintió como Bolívar al conocer el trance de la muerte de Atanasio Girardot, el héroe colombiano caído en Bárbula de un balazo en la frente al momento de ondear el tricolor nacional, pintado magistralmente mucho después por nuestro Cristóbal Rojas. Con la suerte de que afortunadamente el héroe de la azotea de Miraflores no cayó en la batalla, ahorrando al Eterno una orden cursi como la del Libertador de enterrar el corazón del neogranadino en urna de plata para rendirle honores.
Procedió entonces a identificar y localizar a aquel soldado que había tenido la feliz ocurrencia de ondear la bandera ese nublado atardecer para enaltecerlo públicamente y poner en sus manos el control de su primer anillo de seguridad. Y así como alguna vez dijo “hay que votar por Nicolas Maduro” y lo designó heredero del trono, antes arrojó gloria y pureza sobre aquel joven llamándolo “muy digno y fiel soldado”. “Fiel”, sí. “Fiel soldado”. Suerte de Kovoliov criollo, el soldado ruso que izo la bandera soviética en mayo de 1945 sobre el punto más alto de las ruinas del Reichstag. O, cómo dudarlo, como aquellos soldados estadounidenses en la batalla de Iwo Jima, captados en el lente de Joe Rosenthal, cuando un grupete de seis soldados clavaron la bandera del “imperio” en el monte de Suribachi en un islote del Pacífico japonés.
El Eterno, como quedó demostrado, optó entonces por usar la iconografía del imperio para recrear, para siempre, su propia Iwo Jima en la azotea de Miraflores.
Y ¡oh! sorpresa, aquel era un teniente de fragata, ahora capitán de corbeta, que en los últimos días le puso el mundo chiquito al teniente Diosdado, urdiendo una “farsa que tiene como fin atacar a la revolución bolivariana”, por un soldado que flaqueando puso un “falso positivo” contra su “dignidad” y su “moral”. El héroe de la azotea de Miraflores es el capitán de corbeta Leamsy Salazar. A Dios gracias tempranamente detectado por él como posible “infiltrado” por “bajarle la vista” por no “sostenerle la mirada” por “hacerse el desentendido” para pasar a engrosar de la noche a la mañana el status de “traidor”, “desleal” y “débil” sujeto que no supo beber en la fuente virtuosa del ejemplo de “la fuerza, la honestidad, la lealtad y el amor del Comandante”. La sagacidad del Número Dos había captado las moléculas, que como celo de perra, expedía el olor del amor a los verdes, el alma del héroe de la azotea del Suribachi caraqueño. Parafraseando el título de un viejo perfil de García Márquez sobre el Supremo, podríamos preguntarnos: “Las dos caras de Leamsy Salazar: ¿patriota según Chávez o cooperante según Diosdado?”.