Desde que apareció en los comienzos del régimen chavista la inapropiada frase “Venezuela se respeta”, tratando de expresar que “a Venezuela se le debe respeto” tanto su formulador como los repetidores no han hecho otra cosa que irrespetarla. Razón tuvo Manuel Caballero (q.e.p.d.) cuando calificó el lenguaje de Chávez, que sus seguidores imitan con fervor fanático, como de portero de burdel.
Es lo que estamos presenciando. El usurpador nunca encontrará una fórmula para lograr que “a Venezuela se la respete” mientras él la degrade cuando habla en su nombre. El fenómeno es aterrador. Como impulsados por una brujería que les impide no solo hablar correctamente sino respetar al interlocutor Cabello desde la asamblea, Arreaza desde la vicepresidencia, los ministros todos, los gobernadores y alcaldes y hasta el negro Aristóbulo, que fue docente, usan un lenguaje indecente, pendenciero y sobretodo ofensivo contra quien los adverse, parecen urgidos por la idea de lanzar un denuesto para hacerse notar.
La visita de los tres expresidentes Pastrana, Piñera y Calderón puso de manifiesto de modo repetido por los más altos funcionarios, incluido desde luego el usurpador, que en materia de lenguaje el chavismo se encuentra en una situación de inopia y allí radica la necesidad de recurrir al insulto. Dejando a un lado la insólita negativa a permitir a los expresidentes visitar a Leopoldo López, como para reafirmar con los hechos de modo incuestionable la condición de preso político que se empeñan en negar con sus palabras, los insultos se fueron incrementando a medida que cada respuesta los hacía quedar más desairados y por supuesto irritados; y como ésta es mala consejera, la ira llevó al usurpador a endilgarle no sólo a Pastrana, sino a los otros dos expresidentes, el calificativo de fósiles.
A esa condición irremediablemente van a parar todos los restos de quienes transitamos por este mundo, porque el proceso de fosilización comienza con la muerte aunque el término se emplea normalmente para referirse a organismos que no son de la época geológica actual. Pero el usurpador lo emplea en sentido figurado, para darle una connotación despectiva, olvidando que en sentido propio el término fósil le es más aplicable al eterno, hoy difunto, que comenzó su proceso de fosilización hace dos años.