Alexis Tsipras es el nuevo líder político de Grecia, es el gran beneficiario de las medidas de austeridad de la Troika europea y de la crisis política y económica en el que el bipartidismo sumergió a Grecia. Alexis Tsipras fundador del partido Syriza, coalición de extrema izquierda y cercana a Rusia, populista por naturaleza ha sabido capitalizar y convertirse en la expresión del descontento de un país que aparte del desgobierno bipartidista tradicional, ha sido sometido a un programa de austeridad que ha tenido una repercusión socioeconómica sin precedentes que ha conducido a más de 300.000 familias al umbral de la pobreza, una contracción del 25% del PIB, más del 50% de desempleo de jóvenes y 200.000 jóvenes han tenido que emigrar, de los cuales, 9% son licenciados, un incremento de suicidios del 45%, en fin, un país que votó arto de estar dominado por la corrupción , el clientelismo y el poder de las grandes familias, pero además, a la promesa de abandonar de inmediato el rescate, reestructurar la deuda, con una quita superior al 50% del valor nominal de la misma, y, sobre todo, sacudirse el dictado de la troika de acreedores europeos para “recuperar la soberanía”, argumentando con razón, “la austeridad no es parte de los tratados europeos. La democracias y el principio de soberanía si lo son”. De esta forma la Unión Europea tendrá que enfrentar por primera vez el ascenso de un gobierno de izquierda radical, cercana a Rusia y en contra de la toda poderosa Troika, pero además evitar su salida, que sería un golpe mortal para el euro. Con el agravante, que si Grecia tiene éxito en sus planteamientos puede convertirse en un ejemplo a seguir por los países del sur de Europa y España, aun cuando sus crisis son menos agudas.
La política exterior del nuevo gobierno griego aunque está más moderado que el planteado durante la campaña electoral se constituirá en un delicado problema de manejo para la Unión Europea y Estados Unidos que tendrá que tomar en cuenta su radicalismo de izquierda y simpatía por Rusia. En este sentido, la primera acción diplomática de Tsipras fue romper con la tradicional costumbre ptotocolar de recibir de primero al Embajador de EU y en su lugar recibió al embajador de Rusia.
Sus dos primeras acciones diplomáticos fueron, reclamar a la Unión Europea el haberlo incluido sin consulta previa en un comunicado que instaba a Moscú a aplicar los acuerdos de alto el fuego de Minsk en el este de Ucrania y la segunda, la amenaza con nuevas sanciones a Rusia, veto que finalmente solo quedará con una nota a pie de página. No obstante, ello tiene su razón de ser, no solo por las simpatías de Tsipras con Putin sino porque Grecia necesita inversiones de Rusia y ésta, está interesa en Grecia por el trazado alternativo del gasoducto de South Stream que atravesará el norte de Turquía. En relación a estos movimientos de Tsipras, el Presidente del parlamento Europeo después de su entrevista con él, declaró: “Me sorprende muy negativamente esta actitud del Gobierno hacia Rusia, porque aleja a Grecia de Europa en un momento crítico. Antes de que hayan empezado las negociaciones con la troika, el Gobierno de Tsipras ya ha creado una seria divergencia”. Sin embargo Tsypras ha moderado su radicalismo y se mueve con sutileza y estrategia diplomática y ha comenzado a hacer contactos con los miembros de la Unión Europea en donde sin lugar a duda encontrará ciertas simpatías de países que se encuentran en situaciones parecidas y en contra de la Troika y sus medidas de austeridad, a las cuales Tsipras responde, que “está dispuesto a hacer reformas muy profundas sin austeridad pero tampoco sin déficit”.
Tsipras insiste en sustituir la humillante negociación con la Troika por conversaciones directas con los socios europeos y los prestamista internacionales. Para suavizar su relación con Rusia ha señalado que descarta pedir ayuda a Putin como lo hizo Chipre hace tres años atrás e insiste en negociar con los 28 miembros europeos. En su gira que inicia por Europa puede encontrar solidaridades y coincidencias de intereses, como por ejemplo, de los cuatro grandes; con Francia, coincidiría para poder obtener para sí mayor flexibilidad en su déficit y con Italia por su problema de deuda pública. Pudieran sumarse Chipre y Portugal que están en similares problemas y Finlandia pudiera suavizar su posición como firme defensor de los recortes. Las posiciones más duras las conducen Alemania y España. Solo la persuasión de Tsipras y su capacidad de flexibilizar sus posiciones podrá encontrar un camino viable a una negociación aceptables para las partes, sobre todo, que tiene bajo la manga la posibilidad de convertirse junto con Chipre en un mediador entre Europa y Rusia en donde las relaciones están en crispadas por Ucrania. Por otra parte, veamos cómo se moverá Tsipras en su política internacional partidista, pues le ha llegado el turno de retribuir los apoyos políticos y financieros que Iglesias y Monedero le logran con Chávez y la revolución bolivariana, de allí, que en un acto militar, Diosdado Cabellos, Presidente de la Asamblea Nacional y Vicepresidente del partido de gobierno, (PSUV), señalara muy orondo: “Ahí está lo que pasó en Grecia, ahí está lo que va a pasar en España más temprano que tarde. Eso es el chavismo, que anda dando la vuelta al mundo entero”. La suerte está hecha para los helenos, el resto dependerá de Tsipras si termina de quebrar a Grecia o le da un aliento de sobrevivencia, lo que si es cierto es que la Unión Europea tendrá que hilar fino, pues de lo contrario, la Grecia de Alexis Tsipras se pudiera convertir en un verdadero caballo de Troya para Europa.