Otrora nación que ayudó a derrocar los regímenes tiránicos del Cono Sur y de Centroamérica, pasó ahora a ser una nación acusada, nada más y nada menos que en la ONU, de violar los derechos humanos, de torturar y perseguir selectivamente a quienes disienten del gobierno nacional de Nicolás Maduro.
De país luchador contra las drogas estupefacientes, al colaborar con los organismos internacionales y ser uno de los primeros en crear una Oficina Antidrogas, ahora Venezuela es etiquetada de cuna del narcotráfico al extremo de que algunas altas autoridades de gobierno son acusadas directa y reiteradamente de involucrarse en este maléfico negocio que arruina, sobre todo, las vidas de los adolescentes.
Fuera del marco de la nación venezolana, las instituciones son cuestionadas porque funcionan dándole la espalda al Estado y a la Constitución Nacional, al punto de que en un pasado muy reciente los Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia se atrevieron a vociferar en el inicio del año judicial consignas políticas a favor del gobierno de Hugo Chávez, tal como si estuvieran en un mitin electoral.
Sin rubor alguno, fichas del Psuv (partido de gobierno) ocupan importantes puestos de instituciones del Estado como la Defensoría del Pueblo, el Consejo Nacional Electoral, etc. desafiando y violando descaradamente el espíritu de la Carta Magna que exige ciudadanos independientes y probos. Obviamente, el manejo de estos Poderes Públicos Nacionales tiene una misión clara: respaldar al Poder Ejecutivo en sus acciones servirle institucionalmente en sus innumerables desafueros.
Es grave el momento económico de creciente escasez de alimentos, medicinas y demás productos esenciales. Pero sobre todo, es trágica la coyuntura actual en la cual las empresas que producen y comercializan alimentos son criticadas, tildadas de apátridas y de saboteadoras, cuando a todas luces la gran escasez de productos de primera necesidad tiene una razón: la falta de producción generada por las expropiaciones de las fincas agropecuarias, de las empresas y de exagerados controles sobre los productos impuestos por el gobierno nacional.
El asunto se torna, entonces mucho más que grave cuando el Ministro de la Defensa aprueba una resolución, la 8610, donde se incluye la posibilidad de emplear armas mortales contra los manifestantes y, al ser criticado, se enfada y rebota los cuestionamientos asegurando toda crítica contra él es, por defecto, un cuestionamiento a la Fuerza Armada Nacional, cuando en realidad no es así.
En una democracia, sencillamente el titular de la Defensa hubiera convocado a las personalidades e instituciones que se oponen a su resolución para escuchar los planteamientos y dialogar, en vez de cerrar esa posibilidad con la excusa de que quieren ver a la FFAA como enemiga de los venezolanos, buscando irse por la tangente al involucrar a la institución.
Una cosa es la Fuerza Armada Nacional y otra distinta sus Ministros quienes evidentemente pueden ser criticados como una vez ocurrió con el titular de la cartera de Defensa, Italo Del Valle Alliegro, por ejemplo.
Pero tiene razón el Ministro Vladimir Padrino López cuando critica que a un cartel del narcotráfico se le de el nombre del Cartel de los Soles porque se está generalizando contra todos los militares y ello es injusto. No todos pueden pagar justos por pecadores en ese escándalo que, aunque no lo creamos, nos salpica y humilla a todos los venezolanos.
En tal sentido, al citado Cartel deberían darle otro nombre. Pero, en todo caso, en el fondo, lo abominable es la acusación de la existencia en Venezuela de un Cartel de narcotraficantes. Y eso es lo grave ciudadano Ministro.
Al mismo tiempo, mientras un peor escándalo translapa a otro, el primer mandatario nacional actúa como un Zeus que ordena y ejecuta detenciones, apropiaciones de empresas y, al mismo tiempo, inventa enemigos foráneos para echarles la culpa del fracaso de su gestión y caza peleas que las tiene perdidas de antemano.
Ello es gravísimo porque así nadie puede gobernar un país y mucho menos Venezuela, nación donde los ciudadanos quieren paz, seguridad, alimentos, salud y mejores condiciones socioeconómicas. Nadie puede habitar un país convertido en especie de cuartel con interminables colas de etiquetas socialistas.
@exequiades