Dos familias que han vivido por más de 13 y 6 años en Brisas de Venezuela, relatan que el menú con el cual alimentan a sus hijos es muy reducido, por vivir en condiciones de pobreza extrema. El Periódico de Monagas
Los padres y representantes del hogar, salen a trabajar dignamente a diario para traer el pan de cada día, sin embargo, algunas veces no corren con la suerte de una comida antes de dormir.
Ismenia Coronado de 35 años, tiene 11 hijos, solo 6 de ellos, incluyendo una hembra, con edades entre 15 a 5 años, conviven bajo su mismo techo de zinc.
Aunque agradece el aporte mensual de Madres del Barrio, dice que no es suficiente para los gastos de su vivienda, los 6 hijos a su cargo, los cuales debe vestir, alimentar y hacer otros gastos en el hogar.
Coronado señaló que las ofertas de trabajo son reducidas, y que su esposo solo hace trabajos de herrería, ambos no culminaron su etapa escolar primaria.
“En las mañanas preparo algunas arepas con mantequilla o con sardina cuando hay dinero extra, para que los niños desayunen antes de ir al colegio, 3 de ellos están estudiando, en la tardecita preparo espagueti con mortadela, es el almuerzo y la cena”.
Agregó Ismenia que comen un día sí y otro no, para rendir la comida y que ayer los 3 niños que van al colegio no fueron a clases por tener los uniformes sucios, tenía la mitad de un jabón azul pero el sector no cuenta con aguas servidas, menos sistema de cloacas.
“A diario uno de mis hijos, va en su bicicleta a buscar agua en las calles principales de Santa Inés”.
El rancho de Ismenia donde convive con sus 6 hijos y su esposo, cuenta con tres camas, cada una al lado de la otra por el espacio reducido, una cocina a la cual le funciona una sola hornilla, la pieza de una poceta solo señala donde queda el baño, porque las necesidades las hacen en un balde.
Francisca y sus chamos pasan “trabajo parejo”
Francisca Rodríguez, tiene 14 hijos, 3 varones y el resto hembras, uno de los varones falleció, motivo el cual quiso reservar, solo 8 de sus hijas conviven en su mismo hogar.
Relató que su esposo con el cual tiene una relación de más de 35 años, trabaja como vendedor de chucherías y helados en una escuela, que queda en otra comunidad.
Al ser consultada sobre cómo hacían para alimentar a sus hijos, expresó “en las mañanas hago una arepa y la relleno con algo de queso, y al mediodía arroz con pollo o carne, pero cuando se tiene dinero para comprar, sino resolvemos con sardina en lata, para que no le falte el plato de comida a mis hijas”.
Agregó que sus necesidades las hace en bolsas porque no cuentan con red de cloacas y tampoco pozo séptico.
Por último dijo “el dinero que se gana se invierte en la comida más que todo, estas navidades no alcanzó para comprarle regalo a las niñas, solo unos vecinos le regalaron a las más pequeñas unos detalles”.