Expresiones como: “las empresas eran de maletín.” “Toda riqueza en Venezuela tiene origen político.” Tienen poca verdad y en muchos casos son inciertas; porque en el país, efectivamente, había muchas empresas e industrias auténticas y cuantiosas personas trabajaron para hacer sus capitales. En la actualidad, las pocas empresas privadas que aún sobreviven al asedio “revolucionario”, pudieran colapsar. Es verdad, en la cuarta República había problemas; pero muchas empresas estaban funcionando, mantenían la producción y abastecían a plenitud los mercados. Ahora, a más de tres quinquenios desde el inicio de la quinta República, la “revolución”, en lugar de gobernar de manera adecuada y exitosa para sacar al país del continuo atascamiento económico, del precipicio político y de la madre de todas las crisis en que ha hundido a todos venezolanos, se dedica a reprimir y acusar a la oposición de tener la intención de dar golpe de Estado y de querer matarse entre sí.
Por ello, las irresponsables y falsas acusaciones voceadas por el gobierno del presidente Nicolás Maduro contra la oposición, necesitan respuestas firmes y contundentes que logren desmantelar tanto agravio hecho a la inteligencia del venezolano. Jesús “Chuo” Torrealba, secretario Ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), en rueda de prensa del pasado viernes, da una categórica y jocosa respuesta, cuando pregunta de manera fulminante: “¿Quién va a querer tumbar un gobierno que se está cayendo solo?”
Ciertamente, la “revolución”, en su escandalosa, irremediable y vertiginosa caída, quiere encontrar de donde agarrarse. Se ha quedado sin argumentos convincentes. Está atrapada en su propia trampa e ineficiencia. Ahora, ¿necesitará inventar más excusas? ¿Por qué el presidente Nicolás Maduro recurre a la difamación, a la mentira y a la calumnia? ¿Será que su pensamiento no es positivo, creador ni constructor? ¿Por qué ilusoriamente, cree que cualquier disposición antidemocrática y anticonstitucional es válida para detener al estrépito de su caída? ¿Cree, que de esta manera se quita de encima al 80 por ciento de rechazo y borra el desconcierto, que causa el saber que, “uno de cada tres venezolanos es pobre”, como lo indica la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal)? ¿Por qué el gobierno intenta, por medios indignos, neutralizar y destrozar a las posiciones críticas de sus oponentes?
Gobernar no es represión ni persecución contra el talento de los productores ni contra los ciudadanos que luchan por la democracia. Es convencer con el éxito, el triunfo, el desarrollo y jamás dejar, que en un año, la pobreza extrema se incremente de 7,1 % a 9,8 % (Cepal). La revolución se va a pique. El presidente Nicolás Maduro, no es más que una víctima del legado que le dejó Chávez. El comandante supremo fue, ciertamente, astuto; pero era un gran despilfarrador, un mal administrador y, sin dejar de valorar algunos aciertos, no dejó de ser pésimo gobernante.
Para desgracia del país, Nicolás Maduro insiste en imitarlo; peor aún, no tiene los conocimientos gerenciales ni el peso político-económico para recuperar a la economía. El sistema que escogió para gobernar, afecta negativamente a todos los Factores de Producción. Causa que no le va a permitir entender la relación, ni siquiera, de las actividades económicas del sector primario con el secundario. Esa transformación de los recursos naturales en productos primarios no elaborados, que se utilizan como materia prima en la producción industrial (Sector secundario), los atrofió en todo el país. PDVSA y las Industrias Básicas son, por ejemplo, sus más contundentes detractores. Esta situación hace estragos en la economía de cualquier país. Y Venezuela no es una excepción. Más, si el Sector terciario, reporta deficiencias intolerables en educación, salud, agua, electricidad, transporte, comercio, finanzas, turismo, hotelería y ocio, entre otros, difícilmente podrán potenciar la efectividad los demás sectores. Por ello, encontramos cada vez más, desconfianza e inseguridad.
Este sistema político de larga y eterna transición es insuficiente, inoperante e ineficaz para enfrentar al peligroso coletazo heredado desde el gobierno de Hugo Chávez. Y por añadidura, Maduro, hasta ahora no da muestras de progreso. Le falta probidad y respuestas políticas viables para resolver a la peligrosa crisis ética, política, social, y económica que desarticula la unidad del país. La crisis se ve en la falta de gobernabilidad. Se huele en los grandes y escandalosos casos de corrupción, en la incapacidad de entender la economía y el estancamiento del desarrollo de la empresa privada. Se siente en la caída de los servicios públicos, en la escasez, la inflación, en el desempleo, el hambre, en la represión, en la creciente lista de presos políticos, en miles de libertades condicionales y en la desesperación del pueblo ante la pérdida de su bienestar social. Ciertamente, esta crisis desmonta a la revolución socialista, la desnuda. Su incapacidad, la coloca en evidencia ante ojos de propios y extraños.
Lo repetimos, los recursos reiterados del magnicidio o de golpe de Estado esgrimidos por el gobierno para manipular a la opinión pública, además de no convencer a nadie ni remediar la situación, crea dudas, inestabilidad y daña a la credibilidad gubernamental. Pero, ya se aprecia un innegable desenlace; por cierto, nada halagador para la “revolución”.
Víctor Vielma Molina/Educador/[email protected]