La provincia suroccidental de Yunnan fue este miércoles el último destino del príncipe Guillermo en su viaje de cuatro días por China, que concluyó con la visita a una reserva de elefantes para subrayar su interés por la conservación de la vida salvaje y el medio ambiente.
El duque de Cambridge recorrió las instalaciones del centro de la región meridional china, situado en Xishuangbanna, una zona cercana a la frontera con Birmania, y llegó a alimentar con zanahorias a uno de los elefantes, Ran Ran, una hembra de trece años que vive en el lugar desde 2005.
En Yunnan, región tropical que también tiene frontera con Laos, el Gobierno chino mantiene varios proyectos de conservación de paquidermos, con alrededor de 250 ejemplares salvajes.
El segundo heredero al trono británico, que preside varias organizaciones benéficas y se opone firmemente al mercado ilegal de marfil, habló con algunos habitantes de la zona sobre cómo se adaptan al vivir tan cerca de elefantes salvajes.
Dos días antes, en Pekín, fue con el presidente chino, Xi Jinping, con quien departió acerca de la preservación de esta especie, poco después de que la pasada semana las autoridades chinas prohibieran la importación de productos de marfil durante un año.
La medida se estableció después de que numerosas organizaciones denunciaran que el consumo de este producto en China está acabando con la población de elefantes en África.
Entre los denunciantes figura el naturalista británico David Attenborough, que junto a otras 70 importantes personalidades del país, pidieron a Xi que pusiera fin al comercio de marfil en una carta conjunta y que educara a la población sobre “el verdadero coste mortal” de este bien.
Guillermo le dijo a Xi el lunes que esperaba que “China pueda convertirse en un líder mundial en la conservación de la vida salvaje”, según informó entonces la agencia oficial Xinhua.
El príncipe pone hoy fin a su viaje a la potencia asiática, la primera en casi tres décadas de un miembro de la familia real británica a China, después de reunirse con el presidente en Pekín, visitar Shanghái y dirigirse hoy hacia el sur del país.
Durante estos días el duque se ha centrado en promover las relaciones culturales y empresariales bilaterales, y ha mostrado su apoyo a iniciativas de distinta índole, desde el entrenamiento a menores chinos al fútbol por parte de exjugadores profesionales británicos a la campaña contra el contrabando de marfil.
Además, la visita ha servido para limar asperezas entre ambos países, después de las tensiones debido a las protestas prodemocráticas en la excolonia británica de Hong Kong a finales del pasado año, y tras la declarada simpatía del príncipe Carlos por el Dalai Lama, a quien Pekín no reconoce. EFE