La oposición venezolana responsable ha dado suficientes muestras de querer dialogar para resolver los gravísimos asuntos políticos y económicos que nos agobian, cuya solución, a mi juicio, no se alcanzará si ella sigue siendo excluida.
Con base en su estrategia democrática, constitucional y pacífica, las fuerzas que se oponen al estado de cosas desastroso que vive el país, han reiterado un sin número de veces su disposición franca al debate y a la búsqueda de caminos viables y consensuados que nos permitan salir del atolladero social en que estamos sumidos.
Para ello, la oposición ha expresado su aquiescencia respecto de la participación de factores externos que coadyuve a aquellos propósitos impostergables.
No ha opuesto objeciones a la mediación que podrían ejercer gobiernos y organizaciones regionales y/o mundiales que de buena voluntad les interese el destino de nuestro país.
A las gestiones imparciales y sinceras que se pudieran adelantar en el sentido de encaminar nuestra crisis hacia una solución definitiva, tanto del Vaticano, la OEA, CELAC, UNASUR como de cualquier personalidad de relevancia, la oposición democrática venezolana siempre las ha visto de buen grado.
Sin embargo, lo que los demócratas venezolanos no podemos aceptar de parte de esos actores externos son las actuaciones sesgadas, aquellas que de antemano vengan prejuiciadas o hayan tomado partido por uno de los sectores nacionales que se mantienen en pugna. Y es ésa conducta impropia la que están evidenciando personeros de UNASUR.
Antes de que llegara la última misión de UNASUR a Venezuela en estos días de marzo, ya habíamos observado su parcialización a favor del gobierno de parte de algunos de sus miembros. La interpretación de los hechos recientes (el supuesto y fantasioso intento de golpe de estado) ya había sido adoptada por el señor Samper y el canciller Patiño de Ecuador. No han tenido ni siquiera un mínimo de la discreción que prescribe su cargo institucional y el rol mediador o facilitador que pretenden jugar en el drama venezolano.
¿Podemos ver esta posición como imparcial, ecuánime, incluso, al uso de las costumbres diplomáticas?
Pues definitivamente no.
Parte de los designados por UNASUR para el caso Venezuela se han descalificado ellos mismos. No son de ninguna manera confiables. El papelón que ha hecho la misión en días pasados, sus contradicciones e incongruencias, dejan mucho que desear sobre sus intenciones reales.
Y no sólo están desprestigiando a esa entelequia que es aun UNASUR, también la están descomponiendo. No es poco el malestar que en privado han expresado algunos ante la evidente parcialización de Samper y Patiño respecto del gobierno venezolano.
Para estos personajes, que han comprado la versión de los hechos que ha publicitado Maduro, no existen las violaciones a los derechos humanos (torturas, vejaciones, detenciones ilegales, juicios amañados, etc) en nuestro país, comprobadas por instituciones nacionales e internacionales de prestigio.
Para estos dos individuos, la desestabilización política y económica del país, generada y estimulada por el mismo gobierno, es culpa de la oposición o del imperialismo. Cuando está claro que el desastre desestabilizador proviene de la escasez de alimentos, de la inflación más alta del mundo, de la destrucción de la economía, de la persecución de los opositores, del enfrentamiento entre venezolanos y del hampa enseñoreada en las calles, incluida la política aupada desde el gobierno.
Flaco favor le hacen a UNASUR los señores Samper y Patiño, al contribuir, ellos sí, con una mayor desestabilización en Venezuela, y prestarse a las triquiñuelas del gobierno. Su falta de objetividad y su toma de partido, desacreditan, dividen y corrompen a la organización que dicen representar.
EMILIO NOUEL V.
@ENouelV